CAPÍTULO X


De la oreja


Pero la oreja ni es sentido ni instrumento de sentir, antes se dize órgano aquella partícula que es encerrada con una tela, cercana del cerebro, porque para oír concurren dos maneras de aire: uno exterior y otro interior, encerrado dentro con una película, el cual está allí quieto, andando el exterior siempre meneándose. Y oféndese principalmente el oído cuando se ofende aquella película, o el aire que está encerrado dentro. Es este aire templado, porque aunque es cercano al cerebro, el cual dizen ser frígidísimo, pero no desciende a intolerable frialdad, y dízese ser muy frío el cerebro porque, si se compara con el corazón, que es de su naturaleza muy caliente, no parecerá tener calor alguno. Difiere este aire en especie del que se cuenta entre los elementos, como las cosas sin ánima difieran de las animadas. Pero dúbdase, como el aire sea más excelente que el agua, porque el oído no haze ventaja a la vista, siendo el agua instrumento de la vista como el aire lo es del oído. Pero hase experimentado muy muchas vezes ser aquellas cosas comúnmente más viles y baxas que nascen de naturaleza de más excelente elemento, y no sólo es necesario haver este aire interior para oír, pero también otro exterior que defienda aquella película de cualquiera cosa que pueda ofenderla. Porque oímos en el agua, lo cual no pudiera acontecer si aquella película no fuera tocada del agua, y si es esto así, el objecto del oído será el sonido; el medio, el aire o el agua o el fuego; el órgano de la oreja, el tímpano o película de que arriba hablamos, y el sentido con espíritu encerrado en un niervo que tiene su origen del cerebro.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS