CAPÍTULO VII


De la vista


Ansí que a los que han de ver es necesario se les ofrezca o color o lumbre, esto embiadas a los ojos semejanzas de sus formas. Alteran lo primero el espacio que está en medio y finalmente el mismo sentido. La lumbre, pues penetra los cuerpos, no puede ser cuerpo, mas está en el cuerpo transparente, cuya forma y perfección es. Depende de la luz la lumbre, por ser otra cosa distincta della, y porque no hay cosa contraria a la lumbre: si por caso no se refrenase en un punto, alumbraría todas las cosas. De donde viene que luego que sale el sol alumbra todo lo que no está impedido, y no puede verse nada sin lumbre. Por lo cual, para sentir el color, es menester lumbre, no por el color, el cual puede por sí muy bien verse, pero por el espacio que está en medio, aunque se ven en tinieblas los colores que están alumbrados. Porque las imágines de las cosas que vienen a la vista se ayudan también con alguna luz, y la lumbre, como sea algo más tenue que la semejanza del objecto, puede mover los ojos que están en la escuridad. También todas las cosas que luzen en tinieblas, como las escamas, enzinas podridas, cabezas de peces y carnes de algunos animales, no tienen color con que se vean, pero resplandecen con su luz, porque los colores no pueden verse sino en la lumbre, y el fuego se ve ansí en tinieblas como en la luz. Porque, como tenga luz en sí mismo que haze lumbre, se da ansí de noche como de día asimismo abundante resplandor. Pero el agua, aire y todos los demás cuerpos diáphanos se sienten impropriamente penetrándolos la lumbre agena, y aunque veamos el aire ayudado de agenas colores (por no tener de suyo color a causa de admitir todos los colores); pero porque también las tinieblas se conocen de la privación de la lumbre, se puede ansimismo ver el aire tenebroso. Podría alguno dubdar por qué no vienen a la vista las cosas sino sola su semejanza, pero es cierto no poderse sentir lo que fuera desto se siente si lo ponen sobre los instrumentos de los sentidos, antes estorvar la obra del sentimiento, por lo cual es necesario que la luz, color y lumbre, embíen si se han de ver sus especies a los sentidos, lo cual si pasa ansí, cuatro cosas serán menester para sentir cualquiera cosa, conviene a saber: objecto, medio, instrumento y espíritu. Espíritu llamo aquella fuerza vital que recibe la semejanza de los colores de aquel humor que se ve en las niñas de los ojos. Este espíritu es embiado del cerebro por un nervio y contiene en sí todo el sentido.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS