CAPÍTULO XXVIII


De la pudredumbre


Y porque havemos dicho del engendramiento de las cosas sin ánima, parece será bien se tráete de su corrupción, la cual se deve llamar más cómoda y significantemente, en lo que no tiene ánima, putrefacción. Púdrese pues cualquiera cosa, o consumiendo o llamando afuera el calor exterior la humedad, o ahogando la humedad al natural calor.

También parecen algunas cosas con el demasiado frío, que apaga al calor, y si no las hiela antes se preservan, y por tanto los discretos despenseros ponen las carnes hazia septentrión, y aun las cosas secas que se han humedecido mucho, consumido el humor superfluo, se preservan también de podredumbre. Porque no puede fácilmente el calor desatar la naturaleza desecada y espesada, ni tampoco expeler el humor natural; de aquí es que se conserva el pavón 30 años sin corrupción alguna, y los metales se pudren con mayor dificultad que los animales, porque está en éstos lo húmido grandemente mezclado y juntado con lo seco, y desciende la sal y el exercicio y todo movimiento de pudredumbre, por desecar y consumir la humedad superflua, de donde viene que, como solo el fuego no pueda ser vencido de la humedad debaxo de la luna, solo él fuera de la naturaleza de las otras cosas no puede podrescerse.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS