CAPÍTULO XVII


Que el granizo, rocío, helada y nieve no difieren en especie, y de las lluvias


No creemos diferir estas cuatro cosas en especie, como sea su materia totalmente una misma aunque difieren en sus accidentes, mas la lluvia, como sea elemento {simple} y perfecto; es necesario diferir lo simple de aquellas genituras imperfectas y compuestas, principalmente que éstas no se engendran sin vapor, como el agua se engendre algunas vezes de solo aire condensado en cualquiera tiempo del año. Así que la lluvia se haze principalmente del vapor de la tierra y de la mar, levantado con fuerza de calor a la región de enmedio del aire, de donde, según la condición de la materia y del tiempo, desciende a la tierra. Por lo cual algunas vezes cae hecho gotas pequeñas, y otras más grandes; unas hieden, otras son dulces y otras amargas; cuya causa es, algunas vezes, el lugar por do caen; otras aquel de donde se levanta el vapor, y otras la buena o mala cocción, pero la lluvia no tapa las vías por do se evapora como la nieve. Son indicios de querer llover, que hasta los rústicos entienden, los arreboles de la mañana: porque dan a entender que podrán subir fácilmente los vapores a la media región del aire, y, por el contrario, los de la tarde anuncian serenidad, porque se cree, habiéndolos, que están abatidos y quemados del sol, y son inhábiles para subir donde puedan convertirse en agua, mayormente sobreviniendo la frialdad de la noche que los conculca y reprime. Y ansí muchas vezes se haze dellos helada y rocío. También el sol o la luna, cuando están amarillos, muestran querer llover, porque es señal de reflexarse los rayos de ambos a dos planetas de alguna nube acuosa; iten, si parece el sol por la mañana, cuando sale mayor que suele, se deve esperar agua, y si al tiempo que se pone, serenidad. Porque parecen las estrellas mayores y más anchas a causa de que los rayos se reflexan con la espeseza del aire, y rebatidos de los vapores. Lo mismo muestra verse tres soles, o cercos a par del sol o arco celeste, o cosa semejante; iten, cuando los cuernos de la luna están botos o nos parece que las estrellas andan más aprisa, porque el vapor entrepuesto engaña nuestra vista. Muestra ansimismo querer llover la obscuridad, si fuere grande o muy gruesa, y si fuere delgada, serenidad; ésta, cuando sube, muestra tempestad, y cuando desciende bonanza; también, si cayere poco rocío y mucha helada, muestra lluvia, y si por el contrario, serenidad. El arco del cielo muestra poca lluvia porque parece descendir la nube y deshacerse, pero si venteare contra el sol, luziendo la iris, se deve esperar grande agua, porque entonces se apartan las nubes del calor del sol. Y si aconteciere lo contrario, se muestra haver pasado el agua. También el mudarse muchas vezes el viento o los vientos, y el resplandecer muchas vezes rayos y relámpagos a la redonda del sol, muestra tempestad, porque se levantan muchos vapores o se muestra haverse levantado; iten, el repentino menguar de las fuentes, gastados los vapores, es indicio de lo mismo y también si el mar se perturba en demasía o se levanta polvo o aconteciere otra cosa semejante, lo cual declara embiar de sí vapores la tierra y el agua; de aquí viene estar las paredes en este tiempo más húmidas que suelen, el azeite de los candiles encendidos haze ruido, el canto de las ranas y gallos es mayor, y las picaduras de los gusanos más enojosas. Las cuales cosas todas muestran querer llover al labrador, por ser indicio de levantarse vapores, cuyas partes tenues y delgadas, solicitando los sobredichos animales, causan aquestas cosas, aunque puede ser que por otra alguna causa se deshaga la materia de la lluvia.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS