CAPÍTULO IX


De los vientos


Son los vientos (según casi todos dizen) doze, aunque algunos creen ser ocho. El primero el de mediodía o austro, que llaman los griegos noto, el cual sopla debaxo del polo que llaman antárctico hazia el círculo equinoccial; engéndrase este viento entre el círculo hiemal y el antárctico, porque aquella fuerza de frío que está debaxo de los polos no los dexa exhalar. Aunque no podemos {saber} fácilmente, a causa de los montes que estorvan la vista, si viene del polo antárctico, y el contrario déste, que llaman septentrional, del árctico, pero puédese saber que el uno viene de la parte hiemal y el otro de la estival. Es el austro caliente y seco —no, como dize Gelio, húmido—, haze nieblas y engendra frío, poniendo nubes delante del sol, y por tanto parece perturbar el aire, porque impele las nubes de lugar ancho a lugar angosto, donde espesadas y juntas impiden la serenidad del aire. Puede esto también acaecer de la fuerza escondida de las estrellas. Opónese a este viento el septentrional, que dizen aparctias, y dízese desta manera no sólo el que corre del séptimo clima, pero el que va al trópico de Cáncer y equinoccial, como el austro no sólo es aquel que viene del polo antárctico y primer clima, pero todo viento que en alguna manera se acuesta al aparctias. Y el aparctias es frío y húmido y trae serenidad, aunque haze calor en el estío, por ventura expeliendo las nubes que impiden los rayos del sol; pero la causa de serenar es expeller las nubes de lugar angosto a lo ancho, donde hechas más ralas se resuelven y desvanecen fácilmente. Pero el subsolano sopla del oriente vernal, y por tanto es llamado de los griegos euro; otros le dizen apeliote, y es caliente y húmido. El favonio opuesto a éste, que es occidental, conviene a saber el zéphiro, es frío y seco. Son pues los cuatro vientos que havemos contado los más principales, y tienen la complexión de los cuatro elementos o de los cuatro tiempos del año, y aunque los vientos sean de suyo de caliente y seca naturaleza, pero de los lugares por donde pasan, o donde se engendran, se mudan en diversas complexiones. Hay otros vientos no tan principales, como el aquilón o bóreas, el cual corre del oriente estival; otros le llaman cedas; a éste se opone el que llaman los griegos argeste. Iten, del oriente hiberno sopla vulturno o curonotho, y está en derecho déste el áfrico o lips. Otros hallaron otros cuatro vientos, como entre el septentrional y cecias otro intermedio, y entre el hiberno oriental y el meridiano otro, y otros dos opuestos a éstos. O dispongámoslos otra vez de nuevo para que tengamos los nombres de todos: septentrional, aquilón, vulturno, subsolano, euro, notho, meridional, áfrico, zéphiro, phavonio, circio y cauro. Destas cosas que habernos dicho de los nombres de los vientos se saca haber alguna variedad entre los auctores, porque el circio (según se dize) solamente sopla en la provincia narbonense. Hay otros vientos proprios de ciertas provincias, como en Apulia el iápix, que es occidental, y con este indicio soy forzado a creer lo que Virgilio dixo: haver sido llevada la reina Cleopatra huyendo con el viento iápix a Egipto. Porque los etesias son también ciertos vientos aniversarios que solamente corren con sol favorable, y havemos dicho correr principalmente por el verano vientos, agora se diga que corren aún más en otoño que en verano. Porque como el sol en este tiempo esté en contra del equinoccio del verano y estén ya todos los elementos abrasados del calor, exhalan entonces vapores muy cálidos y terrestres, los cuales, llevados a la región de enmedio del aire y cuajados con el frío, procuran descendir. Por el contrario, el calor del sol, que ama algo más la materia terrestre y seca que no la húmida, levanta arriba y muévese en esta contienda de muchas maneras el aire. De donde se engendran después vientos furiosos, y parten de los lados del cielo, no sólo por la razón que dixe, sino también porque los vientos se produzen en las últimas tierras, principalmente a las que les llega de tal suerte el calor que se abren los caminos por donde puede el vapor exhalar, y no hay tanta fuerza del que las superfluidades que salen se consuman. Suélese dubdar, porque, como el vapor húmido y aquoso caya en la tierra hecho agua, el viento que se haze de materia terrestre no se convierte en tierra. Por lo cual es de saber que el viento es delgadísimo, y no puede de tal manera cuajarse que haga tierra, porque apenas se conglutina de sequedad, y aunque los vientos se coloquen en diversos lugares y soplen, por vezes diversas, pero no se distinguen en especie, antes con sola diferencia accidental. Déstos havemos dicho los que se mueven sobre la tierra, agora digamos los que perturban lo inferior y declaremos las cosas que se ven debaxo de la tierra, pues todo acontece haziendo ímpetu las exhalaciones.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS