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Libro Cuarto


de lo que se haze en lo alto


CAPÍTULO I



De la virtud celeste baxa


Como estas cosas baxas estén contiguadas a las superiores, es necesario governarse por su fuerza y virtud, y ansí haze diversos efectos el cielo: de manera que en unos cabos calienta y en otros enfría. Porque aun {que} los rayos del sol calientan el agua que está queda contra él, por la grande reflexión dellos, parecen enfriar los ríos que se mueven, como éstos, por su corriente y mudanza continua, debilitada la primera fuerza del calor, se hagan más fríos. La principal fuerza que se nota en el cielo es aquella con que, como el hierro va a la piedra imán, ansí el fuego va al cielo, y ansí no hay doquiera una fuerza misma para atraer el fuego. Porque cuanto éste se augmenta debaxo de la línea equinoccial, por el calor de aquella región, tanto se desparze y consume en los polos, que no sufren la fuerza del calor por su infinita frialdad. Muévense también el fuego y el aire, junto con el movimiento del cielo, y ansí vemos en las alturas de los montes andar los cometas a la redonda en el aire. Ya habernos en otras partes enseñado que se engendran en la tierra muchas cosas por la lumbre del cielo, porque experimentamos ser las noches más cálidas cuando mira la luna al sol, y está llena de lumbre que no en el tiempo de la conjunción, o que va a otra parte, y aun los ojos de ciertos animales (según se ha visto por experiencia) con el calor proprio que tienen derriten la nieve; tienen ansimismo otras propriedades las estrellas, porque la luna tiene sobre las aguas su imperio, Saturno quieta la tierra y, lo que es más de maravillar, guarda su proporción y concordia a todos los elementos. Porque (según lo dixo Empédocles) la lid o pendencia aparta las cosas que estaban confusas y mezcladas, por ventura para que tiniendo fuerzas contrarias entre sí bastasen a contender y pelear mucho tiempo. También la luna tiene fuerza sobre la plata, el sol sobre el oro, Marte sobre el hierro, Júpiter sobre el plomo, Saturno sobre el estaño y sobre el azogue Mercurio. Iten la luna es contraria a los árboles fructíferos, si se plantan cuando está llena, y por el contrario ayuda a la lozanía de los que sólo se siembran para la hermosura y deleite, porque la humedad que en aquel tiempo es grandísima suele aprovechar mucho a las ramas y hojas, y dañar a las frutas. Del suceso de las enfermedades se juzga bien cuando la luna viene al lugar contrario de aquel en que estaba cuando se cayó en la enfermedad; también vemos vivir los mochadlos que nacen al séptimo mes, por ser éste el planeta que preside al séptimo mes, y los que nacen al octavo morirse muy presto porque preside por aquel mes Saturno. Y no nos debemos espantar si las cosas humanas están subjectas a las celestiales, porque no hay estrella alguna que no sea mayor que toda la tierra, siendo el sol, el cual se prueba por razones astrológicas ser menor que las estrellas superiores, mayor que la tierra, según que se parece de su sombra, que sale en modo de pirámide. De la luna se ha dubdado y han algunos querido ser mayor que la tierra, y otros que menor, porque en el tiempo del eclipsi total parece encubrirse todo el cuerpo de la luna con la sombra de la tierra. Más me he divertido de lo que pensé, y por eso será bien venir a la materia propuesta.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS