CAPÍTULO DECIMOQUINTO


De la astrología de los indios inventada e instituida por Quetzalcoatl


Pintaban veinte signos y a cada uno le [SPR, I, 303-305] asignaban trece días, casas o efigies sujetas a él y las que dominaba; los días eran doscientos sesenta y entre éstos repartían los trescientos sesenta y cinco días y casi seis horas del año considerando qué signo tocaba a cada día; concluidos estos doscientos sesenta días volvían al principio de los signos y así juzgaban de la fortuna o del infortunio de los recién nacidos; computaban el día de una salida del sol a la otra. [SPR, I, 364, 368 y véase Motolinía. L.G. P. 1a. parte, c. 16 y calendario etc., y 2a. parte, c. 28] La semana tenía trece días, el mes sólo veinte, exceptuando el último al cual le añadían cinco más y el año completo tenía dieciocho meses; cuatro veces trece años, dispuestos de tal manera en una figura que se asignaban trece al Oriente y otros tantos al Septentrión, al Austro y al Occidente, formaban el año que según nuestra costumbre puedes llamar del jubileo [SPR, II, 269] y que comprendía cincuenta y dos años. En ese tiempo encendían el fuego nuevo sobre el pecho de algún noble varón cautivo en batalla, no sin magnos y peregrinos sacrificios y ritos de hombres quemados y [no en Sahagún] no estaba permitido después usar el fuego viejo.

Con estos signos se constituían las fiestas movibles, según que éstos o aquéllos caían en estos o aquellos días del año, y si otras fiestas eran fijas, estaban consagradas (como ya se dijo) a determinados días del año. El primer signo era cipactli [SPR, I, 305 (1o], al cual estaban sujetos otros doce días y otros tantos signos, y era considerado feliz (no hay, en verdad, necesidad de dar cuenta pormenorizada de cosa tan vana y carente del apoyo de algún fundamento cierto), pero tenían por seguro que el hombre malo [SPR, I, 306] echaría a perder cualquiera fortuna prometida por el cielo317 aun cuando fuera felicísima. A los nacidos en este signo los bautizaban inmediatamente y les imponían el nombre de su signo o de su abuelo; o [SPR, I, 307] (si así parecía bien), transferían el bautismo a otro signo más afortunado. Dentro del mismo signo, si el nacido era varón, tenían cuidado de hacerle un pequeño escudo y algunas flechas pequeñas, que ataban con el ombligo que le habían cortado [cUATRO. spr, ii, 189] y después los llevaban a la guerra y allí los enterraban. Pero si era mujer ponían [SPR, I, 311. SPR, II, 190.] en la bañera ornamentos mujeriles y los útiles para hilar y tejer, y puesto que a las mujeres les corresponde quedarse en casa, enterraban el apéndice del ombligo junto al fuego. Los inventores de éstos fueron un varón llamado Cipactlinal y una mujer Oxomoco, a los cuales pintaban con los signos [Cipactónal].

[(2o) SPR, I, 308] El segundo signo y los trece otros días y signos eran del tigre, como imperando a los demás, y muy adverso (según dicen) y presagio de cautiverio tan cierto, según la vulgar opinión318 de los indios, que prontamente se vendían los que les había tocado este género de natalicio o se suicidaban con leve pretexto a pesar de que estuviesen persuadidos de que las buenas costumbres prestaban alguna ayuda en contra de las amenazas del cielo, así como la afición a la virtud y las buenas acciones. La cuarta casa de este signo se llamaba ollin, dedicada a los héroes y al sol, en gracia del cual en este tiempo mataban codornices. Le ponían por delante fuego con incienso, le ofrecían penachos de plumas y mataban algunos cautivos. La suerte de los nacidos en ese día era considerada indiferente, porque si era varón creían que había de ser fuerte y que había de vencer muchos enemigos en la guerra y hacer muchos cautivos o que debía de morir en ella [SPR, I, 309], si Marte le era adverso. Este día todos se traspasaban las orejas y derramaban sangre en honor de ese dios, de quien decían que se deleitaba con tales tormentos. También la séptima casa se juzgaba indiferente. Ésta la veneraban los pintores y las pasamaneras319 [labranderas] como aparecerá cuando hablemos del signo dedicado a ellos.

[SPR, I, 310: ce mázatl (3o)] El tercero se llamaba maçatl, porque los que nacían bajo él se decía que serían cargados de riquezas, felices y audaces, o según opinaban otros, pusilánimes y tímidos y expuestos a los rayos y a otros varios desastres. Reinando este signo creían que [SPR, I, 311] bajaban a la tierra las diosas Çioateteuh, y por lo tanto se les hacía fiesta en aquel tiempo y se les ofrecían muchos dones y con muchos papeles pintados de varios colores vestían sus ídolos. La segunda casa de este signo se llamaba Umetochtli y los que nacían en ella eran aficionadísimos al vino y se embriagaban de las muchas maneras que dijimos (?). De las demás casas [SPR, I, 315] de este signo se ha encontrado por larga experiencia que algunas son prósperas y otras adversas y otras promiscuas (?).

En el cuarto signo, que llamaban Xochitl [SPR, I, 317. (4o) ce xochitl], todas las casas se reputaban por algunos infelices y por otros de fortuna ambigua. Los nacidos en este signo eran propensos a la chocarrería, pero si se mostraban contentos con la suerte y con el hado que les había concedido el cielo y se alegraban de haber nacido así, se creía que vivirían alegres y contentos, pero si fuesen iracundos y soberbios morirían al fin de [SPR, I, 318] cualquiera manera y desalentados de todo. Las mujeres nacían con propensión natural 320al arte de tejer pluma y serían ingeniosas si su signo natal les era caro y grato y si hacían penitencia en su obsequio. De lo contrario tenían por seguro que todo les sería adverso y que nacerían aficionadísimas a Venus en todos sus modos. Los señores se ejercitaban durante este signo en bailes y otras solemnidades de la misma clase.

El quinto signo llamado çetacatl [(5o) ce acatl] era sumamente adverso, puesto que a los que nacían bajo él los hacía soplones, chismosos [SPR, I, 319 (muy diferente)] y calumniadores, delatores y testigos falsos. Decían además que ese signo era de Quetzalcoatl y por eso los de noble estirpe nacidos en su tiempo hacían muchas fiestas.

El sexto, que llamaban çemizquitl, [(6o) SPR, I, 320] se consideraba amigo y familiar de Tetzcatlipoca, en cuyo honor se ofrecían muchas cosas privadamente en los altares y se hacían muchos sacrificios. Por esos días cada uno en casa mimaba y halagaba a sus cautivos.

Este signo era reputado como bueno en parte y en parte de mal agüero; creían que se concederían riquezas a los buenos [SPR, I, 321] y que los ingratos serían despojados de los bienes de fortuna. Ese día eran bondadosos con sus cautivos y poco severos y se abstenían de azotarlos aun cuando hubieran cometido crímenes graves, porque si se atrevían a portarse de otro modo incurrirían en castigo. Si acaso perdían su fortuna increpaban a Tetzcatlipoca y lo denostaban, [SPR, I, 322] llamándolo puto, porque los había abandonado y llenado de calamidades y repetían lo mismo cuando algún esclavo se huía de la casa. Si el cautivo era puesto en libertad y ellos reducidos a la esclavitud, creían que esto también era grato a Tetzcatlipoca.

[(7:) SPR, I, 324] El séptimo signo llamado Çequiahuitl se consideraba infausto y producía (según creían) hombres nigrománticos, venéficos, charlatanes y engañadores. La mayor parte de las casas de este signo eran de mal agüero, a pesar de que dos, la decimasegunda y la decimatercera, fueran consideradas universalmente de buen agüero en todos los signos; algunas también eran indiferentes, otras completamente malas [SPR, I, 327. SPR, I, 328.] de la manera que consta por la tabla misma (?). Era ominoso ese día tropezar con una piedra en el camino o caerse y también nacer en la casa octava. Las cuatro últimas casas de este signo se reputaban prósperas y se creía que los nacidos en ellas serían de buena índole y morigerados.

[(8) SPR, I, 329. ce malinalli.] El signo octavo se llama çemalinalti; lo consideraban adverso excepto en su segunda casa y en las cinco últimas.

[SPR, I, 331 (9o)] El noveno, dicho çe coatl, era considerado afortunado a no ser que el nacido bajo él no estuviera conforme con su felicidad y resistiera a ella. Este signo era propicio para los mercaderes, quienes acostumbraban advertir en un largo discurso al momento de la partida a los que se dirigían a algún lugar para comerciar o que por la misma razón recorrieran alguna vez varias regiones, lo que les convendría hacer; y [SPR, I, 337] si los viajeros observaban las recomendaciones y hacían varias ceremonias, los que [SPR, I, 336] se quedaban en casa hacían por ellos otras diversas. La sexta casa de este signo se reputaba adversa como todas las otras cásas de este número: se decía que los que [SPR, I, 338] nacían bajo ella serían malos, de mal carácter, detractores y falsos. La séptima casa estimábase de augurio próspero, así como todas las otras séptimas casas de los otros signos. La octava, como las otras octavas, siniestra. La nona infeliz, feliz la décima; la undécima y la duodécima en parte felices y en parte infelices; y sólo se podría [SPR, I, 339] resistir al infortunio eligiendo la decimatercera para el bautismo.

El décimo signo llamado ectepatli [(10o) SPR, I, 339. ce tecpatl] producía hombres famosos por su valor en la guerra, fuertes y felices, y mujeres varoniles e idóneas para aprender cualquier cosa, y afortunadas. Este signo era propio de Hoitzilopochtli y de Camaxtli y por consiguiente cuando comenzaba [1er. día.] hacían fiesta a Hoitzilopochtli y también durante los otros días, los cuales predecían prósperos.

El undécimo signo se llamaba ceoçomatli [(11o) SPR, I, 341: ce ozomatli] y los que nacían bajo él eran bien criados, obsequiosos y propensos a la amistad, risueños, amables y sumamente aficionados a la música y a las artes que se consideraban liberales (?). Se decía entre ellos que reinando este signo ciertas diosas bajarían a la tierra a sembrar enfermedades y a dañar a los que topaban y por esta razón todos se quedaban en casa durante ese tiempo; cuando también los titici o médicos [No está en Sahagún] presagiaban la muerte de cualesquiera enfermos aun cuando fueran presa de leve enfermedad. De este signo era infausta la segunda casa.

[(12o) SPR, I, 341] El segundo {por duodécimo} signo se llamaba çequetzpalli. Los que nacían bajo él tenían muy buena salud, eran nervudos, robustos y enjutos, y además ingeniosos e industriosos para buscar el sustento. La cuarta, quinta, sexta y novena casas se reputaban adversas en todos los signos; pero la segunda y la octava de fortuna ambigua.

[(13o) SPR, I, 343. ce ollin] El signo decimotercero, llamado çe olin, era también de indiferente fortuna, a saber,321 bueno para los bien educados y continentes, pero malo para los malos y malvados.

[(14o) SPR, I, 343] El signo decimocuarto, llamado çe itzquintil, era próspero y pecular del dios del fuego; en él los señores y los reyes hacían fiestas solemnes y los electos para gobernar las repúblicas celebraban la fiesta de [SPR, I, 345] su elección. Se hacían también entonces expediciones bélicas, y los criminales se castigaban con la muerte y los que habían sido hechos prisioneros por algún crimen atroz.

[(15o) SPR, I, 346] El decimoquinto signo, llamado çe calti, era considerado adverso y los hombres nacidos bajo él, ladrones, venéreos (?), jugadores, pródigos y a quienes estuviese [SPR, I, 347]reservado un final infeliz de vida y las mujeres perezosas, dormilonas e inútiles para hacer cualesquiera cosa bien.

[(16o) SPR, I, 348] El decimosexto signo, dicho çecozcaquauhtli, era próspero y dilataba la vida a los hombres nacidos bajo él, aun cuando algunos murieran pronto.

[(17o) SPR, I, 349] El decimoséptimo llamado geatl era infausto a los que nacían bajo él: porque si les tocaba la mitad de la vida feliz, se predecía que la otra mitad sería infeliz y se presagiaba que la mayor parte de ellos [SPR, I, 349] moriría infelizmente. Este signo era peculiar al dios del agua, a quien hacían fiesta [a la diosa Chalchiutlicue]los aguadores y los que acarreaban en chalupas agua para vender. [Nota 109]

[(18o) SPR, I, 350] El octavo {por decimoctavo}, llamado çehecatl, se consideraba infortunado y adverso y también el decimonono,322 llamado cequauhtli, [(19o) SPR, I, 353]porque los varones que nacían bajo él a pesar de ser fuertes y audaces eran sin embargo impudentes, de mala índole, locuaces y soberbios y las mujeres eran orgullosas, deslenguadas, impudentes, petulantes y lascivas. Se decía que bajo este signo descendían a la tierra diosas menores para dañar a los muchachos y a las muchachas [las menores de las Cuhuateteo] y que por lo tanto en ese tiempo no era seguro ir al baño o salir de casa.

[(20o) SPR, I, 360] Bajo çetochtli, último y vigésimo signo, nacían hombres parcos, ávidos de lucro, avaros e industriosos para aumentar la fortuna de familia y para comprar (?). A la [SPR, I, 354] recién parida la visitaban inmediatamente los vecinos y los parientes, pero antes de que entrasen a su domicilio frotaban las rodillas de los niños que habían traído [con ceniza] con ellos y las articulaciones de los otros miembros, teniendo por seguro que así nunca se las podrían dislocar. Durante un espacio de cuatro días no se debía de apagar el fuego en casa de la parida, no fuera que (según ellos creían) se alejara la próspera fortuna del niño. Temprano por la mañana lavaban a los niños y convidaban a comer a cuantos muchachos podían, difiriendo o adelantando el bautismo según la buena o mala fortuna del signo. Preparaban también una cena opípara para los viejos y las viejas y para los otros parientes [SPR, I, 363. SPR, II, 266. SPR, II, 274. SPR, I, 363] o amigos y arrullaban al niño nacido con varios discursos, pero de este asunto ya he dicho muchas cosas al principio de esta historia.

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Lám. 1.323

Una copia de esta tabla se halla, pero no idéntica, en Sahagún al final del lib. VII (SPR, II, 274).

Los signos del año que se ven en la primera tabla son cuatro que multiplicados [SPR, I, 360-364. SPR, I, 368 ss.] por trece hacen cincuenta y dos; este producto se llama “gavilla” o “período”, a cuyo final celebran una gran fiesta. La cuenta de los años está contenida en los nombres que están al margen izquierdo de la segunda tabla antes de los signos;324 después sigue la computación de los días, y se asignan trece a cada uno de los signos, u otras tantas casas, comenzando desde arriba y al principio, procediendo hasta el calce y volviendo otra vez al principio y siguiendo la cuenta en caracteres arábigos que no pasan del número trece. Es de advertir que todo signo que tiene al lado la unidad, ejerce su imperio sobre las trece casas siguientes con otros doce signos asignados de entre los veinte, de los cuales el primero ocupa la segunda casa, el segundo la tercera y así después hasta la decimotercera. Esto se hace veinte veces. Los veinte signos multiplicados por trece, completan el círculo de los doscientos sesenta días, concluido el cual hay que volver al principio.325 En el espacio de un periodo de cincuenta y dos años, se completan setenta y dos círculos; el tiempo de dos periodos lo llamaban cohuehuetiliztli,326 es decir, siglo o ciento y cuatro años. Esta cuenta al presente la desconocen enteramente los indios, los que no pueden decir ni dónde comenzó ni cuándo tenga fin, porque no sigue el orden del año. Sólo aquellos (si hay algunos) que la usan aún en estos días podrían dar razón, pero se niegan completamente a ello para no ser reprendidos porque persistan en su protervia y en sus falsos dogmas. Las casas mitigan la fuerza de los signos dominantes, principalmente si se difiere el bautismo para los más felices.

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Lám. 2.

Las cinco últimas columnas con números, en que las últimas cifras abajo son 7-1-3-2-9, es una adición del doctor Hernández para completar 360 díis, lo que reprueba José Fernando Ramírez.









317 Ergo primum signum erat cipactli,... habebatur faelix {por felix} (...) etsi cerium haherent improbum hominem cuiusvis fortunae etiam foelicissimae promissae a coelo facere iacturam. Esto parece indicar la creencia en el libro arbitrario y en la primera regla de la astrología judiciaria: “Los astros {en este caso, los signos} inclinan pero no obligan”. Cf. Sahagún, prólogo del lib. IV (SPR, I, 303): “Estos astrólogos o adivinos fundan su adivinanza en la influencia de las constelaciones y planetas, y por esta causa tolérase su adivinanza, y permítese en los reportónos que el vulgo usa, con tal condición que nadie piense que la influencia de la constelación hace más que inclinar a la sensualidad y que ningún poder tiene sobre el libre albedrío.” Y ver además, lib. IV, cap. I (SPR, I, 306): “Y más, decían que aunque en naciendo una criatura tuviese carácter bien afortunado, si no hacían penitencia, y si no se castigaba, y si no sufría los castigos que se le hacían y las palabras celosas y ásperas que se le daban, y si era de mala crianza, ni andaba en camino derecho, perdía todo cuanto había merecido por el buen signo en que nació. Él mismo se menospreciaba y se cegaba; aun si era amancebado perdería la buena fortuna que tenía, y así se empobrecería y no tendría qué comer, y beber, y tendría gran trabajo en toda su vida, porque él mismo buscó la mala ventura por su bellaquería, siendo desobediente y soberbio y descuidado, y en ninguna parte hallaría contento, y siempre tendría pobreza y mala aventura y todos le menospreciarían y todos le tendrían en nada, y nadie le tendría por amigo y andaría solo y nadie le querría bien, y en todo lugar le querrían mal y todos le maldecirían y sería odioso a todos y le mirarían con malos ojos, por ser público pecador, y todos le maldecirían por ser soberbio y vagabundo, y por andar perdido y desobediente a lo que se le mandaba y aconsejaba, y porque no curaba de la buena crianza”.

318 Grafía stía que tomo por sententia y traduzco por “opinión”.

319 En el texto: limborariae que no se halla, por limbolariae, tejedora de franjas, pasamanera. Sahagún (SPR, I, 309) trae “labranderas”.

320 Entre líneas grafía ña que interpreto naturaliter sin estar completamente seguro, pero encaja muy bien en el sentido.

321 Grafía s: scilicet. Véase Millares Carlo, op. cit., vol. I, p. 120.

322 Octavum {por Octavum decimum} çehecatl {por ce ehécatt} infortmatum habebatur atque adversum, necnon undevigesimum vocatum ce quauhtli. Sahagún en SPR, I, 353, al principio del cap. XXXIII del lib. II, dice: “El decimonoveno se llama ce quauhtli, decían que este signo no era mal afortunado...” pero por lo que sigue creo que “no” es errata. Véase Kingsborough, lib. IV, cap. XXXIII (vol. VII, p. 149): “Decían que este signo era mal afortunado”. Bustamante, Ibid. (vol. I, p. 329): “decían que era mal afortunado”.

323 No sé por qué el doctor He.rnández ha traducido técpatl, que es pedernal, por excussorium ferramentum, que propiamente quiere decir herramienta para tamizar o cribar. Puede ser que haya perdido de vista este significado particular y haya querido referirse a algún significado de excutio como arrancar, echar fuera, pues parece que este pedernal era el que usaban para sacrificar, según dice Sahagún, ap. lib. VI ( SPR, I, 363) : “Al segundo carácter llamaban ce Mcpatl, que quiere decir un pedernal hecho a manera de hierro de lanza, teñido la mitad de él con sangre ... “ Lib. II, cap. II (SPR, I, 86): “ ... y venía luego el sacerdote que le había de matar y dábale con ambas manos, con una piedra de pedernal, hecha a manera de hierro de lanza, por los pechos …”

324 Ratio annorum continetur in literis quae sunt in margine siniestra 2o tabellae ante signa... Las literis {nombres}, están en la tabla de Sahagún en el apéndice al lib. IV (SPR, I, 369) y son los cuatro nombres de los años: acatl, técpatl, calli y tochtli, pero Sahagún no los menciona en su descripción de la tabla. En cambio el doctor Hernández los menciona, pero su tabla no los trae.

325 Nota de don José Fernando Ramírez, op. cit., pp. 371-375 (véase la nota 197):

“5a Habiendo hecho un cotejo escrupuloso del cap. 15 intitulado ‘De astrologia indorum’, con el lib. 49 de la Historia de Sahagún que trata la misma materia, hallo que es un extracto sumamente compendioso de éste, pues redujo a cinco fojas la materia que en su ms. ocupa diez y seis y media de letra bien menuda. Nótese allí más claramente la variante de que hablé en la nota anterior {p. 158} respecto al último signo, que en Sahagún se dice ser Cexochitl, y en Hernández, Cetochtli. Esta es la verdadera lectura y de ella puede deducirse rectamente que escribía teniendo a la vista el original de Sahagún, pues no había de sacar esa variante de su propio caudal. Concluye su extracto con una figura circular compuesta de 14 círculos concéntricos que dejan entre sí 13 claros en que colocó otros tantos guarismos, siendo probablemente una reproducción de la que Sahagún estampó al fin del libro 7^; bien que se note alguna diferencia en los accidentes. Al frente se pone un croquis de ella, indicando solamente los círculos. {Véase p. 163.}

“A continuación de la foja anterior y ocupando la 119 vuelta y parte de la 120 verso {p. 165} hay una tabla de los caracteres que corresponde a la que menciona Sahagún al fin del apéndice al lib. 4° de su Historia y que falta en su ms. Está formada de los 20 caracteres, colocados en línea perpendicular, llevando al frente la numeración trecenal que le corresponde, todos encerrados en cuadrículas. Su sistema es exactamente el mismo con que yo la suplí y agregué a su ejemplar de Sahagún, con la diferencia de que Hernández la continuó sin necesidad, hasta completar los trescientos sesenta días del año, lo cual puede poner en confusión al que no conozca la materia. La tabla termina naturalmente en la 13? casilla de numerales, y el autor indicó este término, prolongando por la parte de abajo, la línea de separación.

“Lo que es sumamente reparable en esta Tabla son las variantes que presenta en los nombres de los caracteres, sin que sea posible conjeturar su motivo. He aquí los que allí figuran. Tengan presente que están todos colocados en una sola columna vertical. Los copio a la letra:

1

cipactli

6

mors

11

ocomatli

16

cocaquautli

2

hecatl

7

maçatl

12

flama

17

olin

3

calli

8

tochtli

13

acatl

18

tecpatli

4

cuetzpalli

9

nauío

14

ocelotl

19

quauhuhtli

5

coatl

10

itzcuitli

15

quauh-tochtli

20

xochitl

“En esta nomenclatura hay descuidos de ortografía y errores graves. Debe rectificarse en la manera siguiente:

2. Ehecatl.

6. Mors, es simplemente la traducción de la palabra miquiztli, nombre propio del signo.

9. El de éste es atl, que significa agua. Quizá por error leyó Hernández acalli, que los españoles tradujeron por navío.

10. Léase itzcuintli.

11. Léase oçomatli.

12. El nombre propio de este signo es malinalli, que lo es de una planta algo retorcida, por lo que también lo traducen algunos retorcedura. En manera alguna le corresponde la traducción de flama.

15. Aquí se mezclan dos nombres diversos: el de cuauhtli, que es el propio y significa águila, y el de tochtli {conejo}, nombre del signo 8°.

16. Léase cozcaquauhtli.

18. Léase tecpatl.

19. Aquí hay un error muy grave, pues según se ha visto quauhtli es el nombre del signo 159. El de éste es quiahuitl, que significa lluvia. Antes había cometido un error semejante por descuido de pluma, escribiendo quauitl. Esta palabra significa madera, palo”.

326 tempus duarum periodorum vocabant cohuehuetiliztli, hoc est saeculum, centumve, et quatuor annos. Parece que el doctor Hernández padeció un error y que debió escribir cehuehuetiliztli. En efecto la palabra de nuestro texto no la encuentro en ninguna parte, pero Rémi Siméon, op. cit., dice “Ueuetiliztli. s. v. Viellesse; ce ueuetiliztli, un grand âge, une viellesse entière, c’es-à-dire une période de cent quatre ans (Sah.) R. ueueti.”

A pesar de que da como referencia a Sahagún, no encuentro en fray Bernardino la palabra. En el Molina de 1571 en la parte primera encuentro: “Siglo, espacio de cien años. Macuilpoalxiuhtiliztli.”

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS