CAPÍTULO DECIMOSEGUNDO


De los meses decimocuarto y decimoquinto


Al decimocuarto mes lo llamaban Quecholli [SPR, I, 104], durante el cual hacían sacrificios al dios Mizcoatl y preparaban flechas y dardos para la guerra. Degollaban no pocos esclavos en honor de este dios y mientras hacían las flechas, lo cual solía durar más o menos cinco días, no se eximían de sacarse sangre de las orejas para untar las sienes de los dioses, porque afirmaban que eso servía para obtener de ellos rica y feliz cacería de venados. A los que omitían hacer esto los despojaban de sus mantas. A nadie le estaba permitido el acceso a su mujer durante esos días, ni a los viejos beber el vino del maguey que llaman pulque [pulcre]. Después de que habían hecho las flechas grandes durante los cuatro días anteriores, se dedicaban con toda atención a hacer otras más pequeñas y las ataban de cuatro en cuatro a otras tantas teas, y así juntas en pequeños manípulos, las ponían sobre las sepulturas de los muertos, consagradas a los dioses manes, con dos tamales para cada manípulo y después de que se quedaban sobre los sepulcros un día entero, cuando llegaba la noche las quemaban. Durante estas fiestas invocaban a los muertos con varias ceremonias. En el décimo día de este mes, los mexicanos y los tlatelolcos iban al monte Cacatepec, el cual afirmaban ser padre de todos los otros, y cuando habían llegado hacían jacales de paja y hogueras y no hacían nada más ese día. Pero al siguiente, una vez que habían desayunado, se dirigían a los bosques y formando cuerno o hemiciclo, rodeaban animales de innumerables géneros, ciervos, liebres, coyotes y muchísimos por el estilo y yendo poco a poco los unos al encuentro de los otros, súbitamente hacían ímpetu en contra de la presa y casi sin ningún trabajo gozaban de numerosa captura. Concluida la cacería, mataban a los cautivos y a los esclavos en el templo de Tlamaltzinco [Tlamatzinco], adonde los llevaban atados de pies y manos escaleras arriba como carneros o ciervos u otros cuadrúpedos mansos305 para matarlos en los altares. Y después no sin varias ceremonias peregrinas, mataban otro varón y otra hembra quienes decían ser imágenes de Mizcoatl y su mujer; eso se hacía en otro templo llamado Mizconteopan [Mixcoateupan].

Al decimoquinto mes lo llamaban Panquetzaliztli, en el cual hacían sacrificios al dios de la guerra llamado Vtzilopochtli y los sacerdotes de los dioses se abstenían de comida cuatro días antes de la fiesta y se atormentaban con otros no mediocres sacrificios cruentos306 y traían ramas durante lo más cerrado de la noche de los bosques y hacían otras cosas semejantes, las cuales no se podían llevar a cabo sin gran esfuerzo y trabajo. En el segundo día de ese mes, se entregaban a bailar y a cantar versos a la gloria y honor de Hoitzilopochtli; en los patios de las casas bailaban igualmente hombres y mujeres, comenzando cuando caía la tarde y concluyendo ya cerrada la noche; estas solemnidades duraban veinte días. El día noveno, a los cautivos que habían de matar, preparados con muchas maneras de ritos y ceremonias, decorados con diversos colores y pigmentos y adornados con muchísimos papiros, los introducían en ciertos bailes en los cuales, teniendo los varones abrazadas a las mujeres y yendo por parejas acostumbraban danzar en círculos [SPR, I, 106]. En el día decimosexto del mismo, comenzaban los señores de esclavos o cautivos a abstenerse de comida y en el decimonoveno cantaban y bailaban y dándose mutuamente las manos, los hombres quedaban enlazados a las mujeres y giraban y culebreaban todos por el patio del templo. Entretanto algunos viejos cantaban y pulsaban los instrumentos acostumbrados por esa gente. Después de celebradas varias ceremonias y ritos diversos y peregrinos, bajaba del templo de Hoitzilopochtli un sacerdote vestido como el dios Paínal e inmolaba cuatro esclavos en el local del juego de pelota, que estaba en el templo de Teutlachtli [Teolachtli], y partido de allí rodeaba la ciudad toda en su carrera y en lugares establecidos mataba algunos esclavos. Después pugnaban divididos en dos facciones, no sin la muerte de algunos. Y al fin con muchas ceremonias, de nuevo mataban algunos cautivos junto al templo de Hoitzilopochtli con otro no pequeño grupo de esclavos y celebraban la muerte de cada uno de ellos pulsando los instrumentos patrios. Muertos ya todos resonaban por todas partes los bailes, los convites y los cantos hasta que concluía el tiempo asignado a la solemnidad.









305 aut alia mitia quadrupedia. En vez de mitia Jesús Gómez lee milia, pero creo que no hay duda que es mitia, acusativo plural neutro de mitis, e.

306 ... et aliis non mediocribus sese distorquebant Crua’atibas (?). Creo que mi traducción da el sentido pero, ¿qué es crua’atibus? ¿Cruantibus? No es palabra latina, pero M. d’Arnis, op. cit., col. 640, trae, “Cruantare. Sanguinare, sanguinem reddere, dégoûter de sang”. Dudo que sea esto, pero quién sabe.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS