CAPÍTULO DECIMOSEXTO


De los reyes mexicanos [Nota 248]


El primero, pues, de los señores de los chichimeca249 que llegó a estas regiones se llamaba Totopeuh. El segundo, hijo suyo, Topil, que a los veinte años de su edad reinó otros cincuenta. Cuando éste murió quedaron sin jefe ciento diez años. Siguieron dos varones de los cuales Hoemac, con otros que siguieron su partido, conquistó a Tulla y después se fue a otras partes. Nahuiotzin [Nota 247] con sus compañeros se dirigió a la laguna; a éste sucedió Quauhtexpetlatl, a éste Ηοεςΐη, a éste Nohoalcatl, a éste Achitometl, a éste Quauhtonal, en el décimo año de cuyo reinado llegaron los mexicanos a Chapultepec. Siguió Magagin, a éste Queça, a éste Chalchiuhtona, a éste Quauhtlix, después Yoalatonac, después Ciuhtetl, en el tercer año de cuyo imperio penetraron los mexicanos en aquellas regiones que ahora ocupan. Siguió Xihoiltemoc, a éste Cuxcux y a éste Acamapichtli.250

En el sexto año de su imperio fue asesinado con sus hijos por Achitometl, pero Illancueitl, reina o nodriza del niño, huyó con el heredero Acamapichtzin a la ciudad de Coatlichan. Achitometl, después de que imperó doce años, se refugió en lugares montañosos para que no lo mataran los suyos. Debido a su fuga o a sus atrocidades, la ciudad culhuacanense fue enteramente destruida y en ella por falta de rey gobernaron esa región los atzcapotzalcenses, los quauhnahuaca, los chalca y los huexotzinca. Durante aquel tiempo Acamapic251 [SPR, II, 279-282] gobernó el imperio mexicano tranquilamente veintiún años. Después de éste, Hoitzihoill otros tantos, e hizo la guerra a los culhuacanenses. Siguió Chimalpopoca y reinó diez. Después Itzcoatzin, catorce, quien aliado a los tetzcoquenses y tlacopanerises venció a los atzcapoltzancenses y a los xochimilcenses. Después Hoehoe Motecçuma, treinta; llevó la guerra a los chalcenses, quauhnahuacenses y a los mazahoacanenses. En ese tiempo y por espacio de tres años prevaleció el hambre, obligados por cuya crueldad los mexicanos, tepanecas y culhuacanenses se dispersaron en varias regiones con el objeto de buscar cereales. En sexto lugar después de Acamapich, reinó Axayaca catorce años, en cuya época hubo guerra entre los tenuchtitlanenses y tlatelulcenses, quienes vencidos perdieron el imperio y se quedaron sin rey durante un intervalo de cuarenta y seis años. Aquel en cuyo tiempo concluyó ese imperio se llamaba Mocuhoitztli.252 El sobredicho Axayaca conquistó Tlacotepec, Callimaya, Metepec, Calliztlaoaca, Hecatepec, Teuhtenanco, Malinaltenanco, Tzinacantepac {sic.j, Coatepec, Cuitlapilco, Teuhxahoalco, Tocoalloya y Ocuilla. Τίςοgicatzin, octavo {sic, por séptimo}, tuvo a su cargo el poder cuatro años y no hizo la guerra a ninguna nación. Aoitzotl, noveno {sic, por octavo}, dieciocho, en cuya época se anegó la ciudad mexicana y casi fue sumergida, porque por mandato real fueron abiertas cinco fuentes en los términos de Cuyuacan y Hoitzilopochco cuyos nombres eran Acuecuecatl, Tlillotl, Hoitzilatl, Xochoaatl y Coaatl. Esto pasó cuatro años antes de su muerte y veintidós antes de la llegada de los españoles a estas playas. También en su época se eclipsó el sol a mediodía; por espacio de cerca de cinco horas se cubrió de tinieblas el cielo, y, como suele acontecer de noche, aparecieron los astros, no sin miedo de esas gentes que temían vehementísimamente (tal es su ignorancia) que habían de bajar del cielo los monstruos que llaman tzitzimis para devorar al género humano. El mismo rey conquistó las provincias de Tziuhcoac, Molanco, Tlapan, Chiapan, Xaltepec, Tzontlan, Xochtlan, Amextlan, Mapachtepec, Xoconochco, Ayutlan, Ma?atlan y Coyoacan. El noveno, Motecçuma, segundo de este nombre, retuvo el imperio diez y nueve años; en su época se desencadenó un hambre cruel durante tres años íntegros constantemente, no sin gran aridez de la tierra y esterilidad de todas las cosas y la lluvia fue muy deseada; por lo que los mexicanos se esparcieron por playas extranjeras. Hubo otros acontecimientos monstruosos, prenuncios de la llegada de los españoles y de que el imperio les sería transferido, como los mismos mexicanos lo creían, las cuales paso, porque o serán referidos en nuestra relación de la conquista o porque parecen increíbles, y no conviene a nuestro proyecto narrar tales cosas, sino las costumbres, ritos y hazañas que generalmente se conservan en la memoria de los que viven, porque ¿quién creerá en verdad que proirrumpieran [Nota 271] las vigas en voces humanas y se quejaran de las calamidades futuras y que la diosa Cihoacatl se presentase a muchos de noche, llorando y prorrumpiendo en estas palabras: “¡oh mísera de mí, qué pronto os desampararé, hijos carísimos!”? [SPR, II, 281] ¿Y que una mujer muerta253 resucitase después de cuatro días, no sin gran temor de los presentes, y refiriese a Motecçuma todo lo que había visto, y le predijera la mina de su imperio en breve, y que llegarían varones de naciones extranjeras que se apoderarían de estas regiones y traerían colonias? ¿Y que después viviera veinte años y pariera un hijo? Se dice que Motecçuma conquistó Ayotatepec, Cuezcoma, Iztlaoacan, Cozoman, Tecoma, Çacatepec, Tlachquiauhco, Yolloxonequilan, Atepec, Mictlan, Tlaapan, Nopalan, Yzcectlallopan, Quextlan, Quetzaltepec, Auchioatl, y Tatacalan. En la época del mismo apareció aquel cometa del que se dirá algo en la conquista de Nueva España, la que fue llevada a cabo por los españoles en el año del nacimiento de Cristo Óptimo Máximo M.D.xij.254 [SPR, II, 281 in fine.] El décimo rey que sucedió al difunto Motecçuma, Cuitlaoac, sólo reinó ochenta días, porque en aquel tiempo la epidemia llamada por los mexicanos cocoliztli asoló de tal manera esas provincias y se ensañó tanto, que apenas quedó quien enterrase los cadáveres y el lago de México hizo veces de sepultura. El undécimo se llamó Quauhtemoc y reinó cuatro años sobre los mexicanos, y fue el último en reinar255 porque en ese tiempo fue ganada la ciudad mexicana y otras provincias de esta Nueva España, a las cuales entonces llegaron aquellos doce frailes franciscanos que los primeros de todos enseñaron el Evangelio a estas gentes con gran cura y diligencia, con la santidad de su vida y pláticas públicas. Pero ya conviene hablar de los reyes de Tlatelolco.256









249 Hay que comparar las series de los señores mexicanos y de sus conquistas con las de otros autores, entre ellos El libro de los soles y don Pablo Nazareo. En Sahagún no encuentro el nombre de ningún señor mexicano anterior a Acamapitzin.

250 Cf. don Pablo Nazareo, III, trad. p. 15. Genealogía de D. Juan Axayaca, donde entre Cuxcux (Coxcuxtli) y Acamapichtli inserta a Cuautzin.

251 Desde aquí hasta el fin de este capítulo está traducido casi palabra por palabra el cap. I del libro VIII de Sahagún (SPR, II, pp. 279-282) hasta Quauhtémoc, pero el doctor Hernández omite los gobernadores del tiempo de los españoles.

Respecto al pacífico reinado de Acamapich, en lo que coincide Sahagún y el doctor Hernández, cf. don Pablo Nazareo, III, p. 11 trad.: “I. A saber: El señor Acamapichtli, etc.”, donde se ve que sometió cuatro plazas fuertes. Véase también El libro de los soles.

252 En p. 130: “Moquihuiztli”. Sahagún: “Moquihuixtli’ (SPR, II, 280-283); “Moquiuix” (Ib. 340). Acerca de su muerte, véase la nota 258.

253 ¿Será ésta la princesa Papantzin? Sahagún (SPR, II, 281) tampoco menciona su nombre.

254 En el texto: M.D.xij y así ha transcrito Jesús Gómez. Pero aparte del error claro de poner la conquista en 1512, Sahagún, de donde está tomado, dice 1519 (SPR, II, 281 in fine); considero el número del texto error del copista.

255 Aquí hay cuatro líneas testadas por el autor que Jesús Gómez omite y yo también y que dicen: hoc evenit quatuor annos ante eius mortem, duobusque et viginti ante adventum hispanorum, in has oras, defecit quoque hius regis aetate sol circa meridiem: “esto sucedió cuatro años antes de su muerte y veintidós antes de la llegada de los españoles a estas orillas. También en la época de este rey se eclipsó el sol cerca del mediodía”. Esto pertenece al reinado de Ahuizotl y con pequeñas variantes se encuentra en p. 128, col. 2.

256 Véase notas 244 y 245. El cap. 16 terminaba en la palabra docuerunt a continuación de la cual se agregó posteriormente iam vero dicendum videtur y en el título del cap. 17, “De regibus tlateluci”, Caput. 17 se tachó y al principio de la primera línea del capítulo 17 añadió la palabra Ergo.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS