CAPÍTULO SEXTO


Del nitoteliztli


Acostumbraban unas maneras de bailar dignas de verse, llamadas por los mexicanos [Nota 72] nitoteliztli pero arreitos164 por los haitianos.

A pesar de que a veces concurrieran tres mil, a veces cuatro mil o más hombres, todos cantaban el mismo canto con la misma voz y con la misma danza y compás del cuerpo y de cada una de sus partes; variadas sin embargo en cada una de las mudanzas, respondiendo y concertando con los temas mismos en modo maravilloso; y no sólo se ejercitaban en el canto y en el baile, sino que representaban a manera de comedia o tragedia alguna imagen de sus hazañas. De lo que resulta que había muchas clases de bailes; a veces se cantaban las alabanzas del rey y a veces las de algún héroe o cacique y tal vez las del dios en cuyo honor se celebraba la fiesta y en otras se ensalzaban las victorias. De aquí que hayan nacido tan numerosos nombres como nenahuayzcuicatl,165 o sea canto de los abrazos; se llamaba así el baile que solía hacerse en la tarde que precedía a la fiesta de alguno de aquellos que aquella gente perdida adoraba y veneraba como dioses; la danza empezada al principio de la noche duraba hasta la mañana, al esplendor y luz de las teas y de las flamas de carbones ardientes y de leños encendidos. Tenía lugar al derredor de la plaza del templo mayor y cada varón abrazaba a una mujer poniéndole el brazo derecho al derredor del cuello. Pero el tlacuiloltepecayotl, o sea el canto de la pintura, se honraba con la presencia de los reyes que bailaban y danzaban y tenía también lugar junto a la plaza del templo mayor, como casi todos los otros bailes, en cada una de las cuatro fiestas del año, de las cuales las principales eran el Tlacaxipeoaliztli o fiesta de la [SPR, I, 123 s.] desolladura de hombres.166 Panquetzaliztli [SPR, I, 198] o fiesta de la estatua.167 ¿Qué diré del cuextecayotl en el cual imitaban el modo de bailar, el ornato y la apariencia de la gente huasteca, y representaban la guerra en que los vencieron, con sonido vario y tumulto marcial muy bien acomodado? El chichimecayotl en el cual recordaban los principios y origen de aquella gente. El xaponcuicatl, o canto de los festines, en el cual se cantaban las alabanzas del héroe que convidaba a cenar. El cococuícatl, o sea canto de la tórtola, se cantaba en las nupcias y en él se alababa a los que contraían matrimonio. El tlacahualizcuícatl, o sea canto de los viajeros, en el que se referían las labores de los que traían a los reyes los impuestos anuales acostumbrados. El in cuecuechuícatl, o sea canto en el cual eran celebrados promiscuamente varios héroes. El huexocincayotl, o sea canto de los de Huexocingo, en el que celebraban la victoria que habían alcanzado sobre ellos; se cantaba principalmente en el tiempo en que eran arrastrados para ser inmolados a los dioses. Además el otoncuícatl, cuitlatecayotl, michoacayotl, tlaxcaltecayotl, coyxcayotl, tlacahoilizcuícatl, cempoaltecayotl, temazcalcuícatl, amhoacayotl, cozcatecayotl, oztomecayotl, y otros donde se hacía mención honorífica de los trofeos y de las artes de esa gente, tal como lo indican los propios nombres. El canto era en su mayor parte grave y tardo y lo que se cantaba estaba en prosa. Los adornos consistían en varias pieles de animales, plumas y penachos de varios colores. Las clases de armas y de dardos, como arcos, lanzas, flechas y escudos, eran innumerables. Llevaban flores varias arregladas en collares o ramilletes. También gemas brillantes con las cuales se esforzaban en poner ante los ojos la imagen de aquellas gentes de las que solían imitar el traje, la manera de ser del cuerpo, el color de los vestidos y los cabellos y aquellas cosas que se incrustaban en las narices, orejas y otras partes del cuerpo. Los instrumentos musicales con los cuales además de las voces, del estrépito y de los silbidos acompañaban el canto era el hoehoetl168 y el teponaztli, género de tambor, [SPR, II, 297 y 314. Nota 150. SPR, II, 297, 312. Nota 155] flautas en su mayor parte de cañas, huesos cavados con muchas estrías y esferas huecas llenas de chinitas.169 De la mayor parte de estas cosas presentamos una fiel imagen para que sean conocidas y vistas por los españoles y por todas las otras naciones hasta donde pueda hacerse.170 171

Cantares y bailes

Lib. II. Cap. 60

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164Areitos”, en el original: “Arreitos”. Sahagúa, SPR, II, 312, 318: “areito”. Si se compara la descripción del doctor Hernández que sigue con la de Sahagún (SPR, I, 37, última mitad de la página) se verá que tiene muchos puntos semejantes. Pero el doctor llama a los bailes nitoteliztli y Sahagún, loc. cit., macehualiztli.

165 He reunido en una sola nota más abajo (171) todo lo relativo a los bailes y cantares comparado con lo que trae Sahagún.

166 Sahagún: “Tlacaxipehualiztli”. Muchas menciones; es nombre de mes. Véase especialmente lIb. II, capítulos XXI y XXII (SPR, I, 123 s.). Se llama “desollamiento de hombres”.

167 seu signi festum. Traduzco signi por “de la estatua” fundado en Sahagún (SPR, I, 198 q.v.) en cuya obra se encuentra muchas veces la palabra, que es el nombre de un mes.

168 Sahagún: Huehuetl. Véase SPR, II, 314 in fine. Ib. 297, fin capítulo IX.

169 orbes referti lapillis. Sahagún (SPR, II, 312): “...y unas sonajas que se llaman ayacachtli, y tetzilacatl, y omichicauaztli ”No sé cuál de éstas sea la descrita por el doctor Hernández. Ibid. 297: “sonajas de oro” (fin cap. IX).

170 Aquí tenemos sin duda una vez más el anuncio de dibujos como el 104. No sé dónde podrán encontrarse y sería una gran lástima que se hubieran perdido. Véase notas 104, 226, 262.

171 He listado abajo, Lista A, los 21 bailes o cantares mencionados en el cap. VI del lIb. II de De antiquitatibus Novae Hispaniae del doctor Francisco Hernández, con la anotación, en su caso, de los lugares en que se mencionan en la edición Pedro Robredo de Sahagún (SPR), tanto en el texto como en la introducción del señor Jiménez Moreno y sus notas; en el Códice Matritense del Real Palacio (Cod. Matrit.) y en el Códice Cantares mexicanos de la Biblioteca Nacional (CMBN).

En la segunda lista, Lista B, he anotado los cantares que he encontrado en SPR, tanto en el texto como en la Introducción y sus notas, de don Wigberto Jiménez Moreno, y que no menciona el doctor Hernández. Ésta incluye 17 nombres, pero no pretende estar completa. Esta lista demuestra que el doctor Hernández no tomó todos los cantares que trae Sahagún.

Respecto a los cantares de la “Relación” del Apéndice al lIb. II de Sahagún (SPR, I, 244 ss.), traducidos y anotados por Seler en el tomo V, SPR, no he encontrado ninguno que exactamente corresponda a los del doctor Hernández. No hay más que un caso en el que el cantar citado en ambos lugares pueda ser el mismo: el del otoncuícatl, V, 106, y otro en que el cantar de SPR, I, V, 185, se pueda dar como referencia, el del Yyacatecutli icuic que puede ilustrar el tlacahualizcuícatl del doctor Hernández, porque ambos son cantares de viajeros. Ambos casos han quedado anotados.

Es de notarse que Sahagún a las danzas o bailes los llama macehualiztli (SPR, I, 37). Véase ahí la descripción de ellos y notar en lo que coincide con el doctor Hernández.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS