CAPÍTULO VIGESIMOCTAVO


Del uso de qué cosas conocidas en el antiguo continente carecían los mexicanos en el tiempo que se rindieron a nuestras armas


Todavía no conocían pesas ni medidas. Carecían de moneda metálica y usaban el [CM, III, 362.] trueque o la semilla del cacaoatl. No conocían [Nota 139] tampoco el uso del fierro, en cuyo lugar bastaban tan sólo la madera, la piedra [CM, III, 363] y a veces el bronce; carecían también de candelas y de lámparas cuyas veces hacían las teas; además, de navíos de todo género, si exceptúas las llamadas canoas, es decir, troncos excavados a manera de esquifes largos.140 También de nuestro vino, aun cuando no carecieran de otros muchos diversos, muy sabrosos al gusto y que se suben a la cabeza con vehemencia. Carecían además de codos los diferentes caballos y jumentos. De escritura excepto de las figuras de las diversas cosas que los griegos llaman jeroglíficos; con éstas significaban los sentimientos del ánimo a los ausentes. Carecían del conocimiento de casi toda disciplina de vestidos cómodos, zapatos, calzoncillos, cáligas, gorros, túnicas y cualquiera otra materia con que se pudiera cubrir el cuerpo, excepto mantos, de los cuales ni a todos les estaba permitido usar. De las armas arrojadizas de acero, e armas defensivas, espadas y cuchillos, 141 tipos (?), máquinas bélicas, puertas, ventanas, carne de buey, de carnero y cabras de las nuestras; de jabalí y de puerco y de casi todos nuestros [Nota 137] frutos y legumbres. También de leyes justas y de estatutos útiles para gobernar bien y regir la república y de gran parte de las artes necesarias, y lo que era más miserable, del conocimiento y del culto del verdadero Dios y de la doctrina y observancia de la verdadera religión, y de otras no pocas cosas de este mismo orden, que a nadie puedan parecer innecesarias para pasar feliz y sin culpa la vida del alma y del cuerpo. Esas cosas tal vez faltan no por culpa de esta región feracísima (según juzgo en verdad) de todas las cosas buenas, como ya lo hemos experimentado, sino por la desidia de ellos, que después de tantos siglos de la creación del mundo, han permanecido en tanta rusticidad.








140 si canoas vocatas excipias, hoc est, ligna quaedam in cimbarum longarum modum excavata. No sé por qué introduciría el doctor Hernández la palabra longarum. Cymba o cumba (no cimba) es un esquife o barco pequeño, que puede manejar un solo hombre, como la de Caronte: Et ferruginea subvectat corpora cumba (Æneida, VI, 303).

Navis longa significa galera, buque de guerra, en oposición a navis oneraria que significa transporte. No veo cómo el adj. longa se puede aplicar a cymba. Si el doctor Hernández no mencionara en este pasaje para ser exceptuadas únicamente las canoas, tal vez se podía creer que distingue entre ellas y las chalupas “moaoxilas” {monoxylas} citadas en el cap. XXI (p. 88, cols. 1 y 2) por ser las canoas más grandes, pero esto no es seguro..

141 El original latino dice culcitris pero esto quiere decir colchas y como no encaja en esta enumeración creo que es error por cultris que significa cuchillos. Por si esto necesita verificarse, véase cultris en línea 3, fol. 94.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS