CAPÍTULO NOVENO


De las mujeres y concubinas de Moteçcuma


Muchos eran los palacios reales Moteçcuma, emperador de los mexicanos, [CM,I,229.] dentro y fuera de la ciudad en la época en que los españoles penetraron en estas comarcas. En algunos de ellos había sido educado; otros los habitaba cuando ya poseía la dignidad real, por ostentación y grandeza. El palacio en que más se deleitaba, llamado Tépac, era soberbio; abiertas a la plaza y a las vías públicas tenía veinte puertas, sobre las que estaba esculpida un águila destrozando un tigre con las uñas, que era la insignia real, pintada también en las banderas. Se extendía por tres patios amplísimos y hermosos, principalmente uno de ellos, al cual una fuente de agua dulce hacía más ameno; y tenía el palacio cien atrios y cien baños. Los pavimentos de las salas eran de madera muy firme y muy hermosa, de abeto, de cedro, de ciprés, de pino y de palma. Las paredes brillaban con jaspe, mármol, pórfido y con una piedra reluciente negra y blanca surcada de líneas rojas. En las habitaciones lucían imágenes y figuras pintadas y en los pisos había esteras y tapetes, y alfombras de algodón, de pluma y entretejidas también de pelo de liebre.43 Los lechos se hacían de numerosas mantas superpuestas. A muy pocos hombres, y éstos designados para estos menesteres, se les permitía pasar la noche en esas casas reservadas tan sólo a las mujeres, de las cuales, mil o más habitaban en ellas o, según dicen otros, tres mil, si se cuentan las esclavas y las criadas. Porque Moteçcuma para su uso44 tomaba de entre [Nota 40] las hijas de los señores aquellas que le placían más, y las otras eran repartidas y concedidas como mujeres a los señores, [Nota 40] a sus criados y a sus amigos. Por lo que dicen que aconteciera alguna vez que fueran encontradas ciento cincuenta de las concubinas de Moteçcuma embarazadas al mismo tiempo; las cuales por persuasión de los demonios, y puesto que a los hijos no pertenecería la herencia, en gran parte se esforzaban en abortar; a pesar de que algunas viejas añosas hicieran las veces de guardias eunucos y tuvieran a su cuidado, por encargo del rey, la castidad de las mujeres y la seguridad de los fetos.








43 {Y otros lugares}: R. de Miguel dice: “especie de liebre”; el Oxford Dict.: “a sort of rabbit.” Salvá: “nombre del conejo montés y del armadillo”. Alemany, Dic. enciclopédico, 1936: “Dícese de los animales que tienen patas vellosas”. Por línea 14, folio 85, se ve que para el doctor Hernández, dasipus, ódis, es el conejo: dasipodis, tochtli patria lingua vocati, die genitum. Ver en líneas 9 y 10, folio 124 v, la diferencia entre dasipus, conejo, y lepus, liebre.

44 Original in usum usum: Jesús Gómez, “in usum? {sic} musum usum”; lo cursivo, de letra del señor Troncoso. Creo que debe leerse in usum suum.

TOMO VI.

ESCRITOS VARIOS