CAPITULO VII


De los géneros de carbuncos y de ms vicios y experiencias, y de las piedras preciosas ardientes


El primer lugar tienen los carbuncos, llamados así de la semejanza que tienen a carbones encendidos, aunque ellos no sienten los fuegos, y por esto los llaman algunos apyrotes. Son géneros déstos los indianos y garamantos, a los quales llamaron también charchedonios, por la riqueza de la gran Carthago. Juntan a éstos los ethiópicos y alabándicos, los quales nacen en la piedra orthosia. Pero los que se perficionan son los de Alabandia. Fuera desto, en qualquiera género dellos se llaman machos los más resplandecientes y hembras los que relumbran más floxamente.1 También observan en los machos que hay unos de más claro y blanco resplandor y otros que le tienen más escuro y negro. Y algunos que puestos al sol resplandecen más y con mayor luz que los otros. Pero los mejores de todos son los que llaman amethistizontas, esto es, aquellos de quien sale por los estremos un resplandor violado de amethisto. luego, tras éstos se estiman los que llaman sirtitas, que resplandecen despidiendo en punta su esplendor y rayo, y esto se conoce donde quiera, principalmente con la repercusión del sol. Sátyro dize que los indianos no son claros y que muchas vezes son suzios, y siempre de resplandor muy escuro. Los ethiópicos, pingües y que no despiden luz, sino una llama rebuelta con humo. Calístrato dize que el resplandor del carbunco ha de ser blanco y, arrimado a la vista, nubloso y, si se levanta en alto, ardiente, y por esto dize que este carbunco es llamado de muchos carbunco blanco y los que de los indianos relumbran más floxamente, y con el color más lívido, se llaman lithizontas, y que los charchedonios son mucho menores y que también los indianos se cavan de peso de un sextario. Atchelao dize que los charchedonios son de aspecto más negro, pero con el fuego o sol o con el movimiento de la luz se despierta y sale más su luz que en los demás. Los mismos, estando a la sombra en los aposentos, parecen purpúreos y en lo descubierto al cielo parecen llamas de fuego y contra los rayos del sol parece echar centellas.2 Sellando con éstos las ceras se derriten, aunque estén a la sombra. Muchos escrivieron que los indianos son más blancos que los charchedonios, y que opuestos al contrario con inclinación pierden de su luz. También dizen que en los charchedonios machos arden dentro estrellas, y las embras derraman todo su resplandor fuera de sí. Los alabándicos dizen ser más negros y ásperos que todos los demás. Nacen también en Thracia del mismo color, y de ninguna suerte sienten el fuego. Teophrasto escrive que se hallan también en Orchomeno de Atchadia y en Chío. Aquéllos dizen ser más negros, de loquales se hazen también espejos. Y que los threcenios son varios, interpuestas manchas blancas; también los corinthos, inclinando de más pálidos a blancos. Boccho escrivió también que se traen de Masilia y de lisboa, con grande trabajo, abrasándose por la arzilla aquellos montes con el sol, y no hay cosa más dificultosa que diferenciar estos géneros. Tanta ocasión hay en ellos del arte, puestas cosas debaxo que los haga resplandecer.3 Dizen que los ethiopes, a los que son menos lustrosos, echados en vinagre por catorze días, los dan lustre y que otros tantos meses los dura el resplandor. Adultéranse muy parecidamente con vidrio, pero con una piedra de afilar se conocen, como otras piedras preciosas facticias, porque la materia suya es más blanda y frágil. También se conoce con la aserradura del centro y con el peso, que es menor el de los vidrios. Algunas vezes con unas pintillas, que relumbran a manera de plata. Hay también en Thesprocia una piedra preciosa, llamada anthracitis, que se saca cavada de tierra, semejante a brasas. Entiendo ser falso lo que algunos dixeron: que nacía en las riberas de Génova, si no es acaso que entonces nacían. También dizen que hay en éstas algunas ceñidas con una vena blanca. El color déstas es ígneo como el de las sobredichas, pero esles particular que, echadas en el fuego, se apaga su resplandor como si estuvieran muertas y al contrario, bañadas en agua, se encienden y resplandecen. Muy parecida a ésta es la sandastro, a la qual llaman algunos garamantite.4 Nace en la India en un lugar del mismo nombre. Engéndrase también en Arabia, en la parte que mira a mediodía. La suma alabanza désta es que resplandezcan dentro como estrellas, transparentándose unas gotas de oro, y siempre en el centro, nunca en la superficie. Júntase a esto una religión contada de los que las miran, tomada de la cognación o correspondencia que tienen de las estrellas, porque casi siempre se muestran aquellas estrellas con el número y disposición de las Hiadas, y por esto las tuvieron y reverenciaron los chaldeos en sus ceremonias. Y aquí la viveza diferencia los machos, tiñendo con cierto vigor las cosas que ponen junto a ellas con su color. También se dize que las indianas escurecen la vista. Las hembras tienen más blanda llama, recreando más que encendiendo. Algunos hay que prefieren las arábigas a las indianas, y dizen que son semejantes al chrisolito humoso. Pero Ismenias niega poderse pulir el sandastro por ser muy blando. Y por esto están en grande error los que la llaman sandareso. Todos concuerdan en que quanto más llega al número de aquellas estrellas, canto más se le aumenta de precio. Trae algunas vezes error la semejanza dél nombre sandáser, que Nicanor la llamó sandaserion y otros sandaseron. Pero otros llamaron a ésta sandastron y a aquélla sandareson, y dizen que también nace en India y retiene el nombre del lugar; la que tiene color de manzana o de azeite verde, es reprovada de todos. Del mismo género de piedras ardientes es la que se llama lichnites, llamada así por la principal hermosura que tiene de las luzes encendidas. Nace junto a Orthosia y en toda Caria y en los lugares vezinos, pero aprovadísima en Indias, la qual dixeron algunos ser carbunco más remiso. La segunda semejante en bondad a ésta es la llamada ionis,5 de las sobredichas flores, y también hallo otras diferencias: una que resplande con color de púrpura; otra con color de grana, y calentadas con el sol o fricadas con los dedos atraen a sí las pajas y las hojas de las cartas. Esto mismo dizen que haze el charchedonio, aunque es mucho más vil que las sobredichas. Nace junto a los nasamonas en los montes (según dizen los habitadores de aquella tierra), de lluvia divina. Hállase a la reberveración de los rayos de la luna quando está muy llena. Antiguamente se Ilevava a Carthago. Archelao escrivió que nacían también en Egipto, junto a Thebas, frágiles, venosas y semejantes a unas brasas que se apagan y mueren. Hallo haverse hecho desea piedra y de la lichnite vasos para bever. Pero todos estos géneros de piedras resisten contumazmente a la escultura, y en los sellos retienen parte de la cera. Al contrario, es utilísima para estas cosas la sarda, la qual comunicó el nombre con la sardónica. Esta piedra es vulgar, y la primera vez fue hallada de los sardos. Pero loadísima junto a Babilonia quando se abrieron unas canteras y las hallaron pegadas al corazón de la piedra, y desea manera se dize que faltó en Persia su metal. Pero hállanse en otros muchos lugares, como en Paro y en Aso. En India se hallan de tres géneros: una roxa y otra que por su graseza se llama demia y la tercera que está pintada de venas de plata. Las indianas relumbran, las de Arabia son más gruesas. Hállanse también junto a Egipto, las quales están por encima pintadas de manchas de oro, y entre éstas las que son machos relumbran más vivamente. Las hembras son más gruesas y relumbran menos, y no huvo entre los antiguos piedra preciosa que fuese más comúnmente usada. Con ésta, es cierto que acerca de Menandro y Philemón se ensobervecen las fábulas. Y no hay alguna de las transparentes que pierdan más carde el resplandor, echada cosa húmeda sobre ellas, y más con azeite que con otro licor. Son reprovadas las que tienen color de miel, y mucho más las que le tienen de vasos de barro.


EL INTERPRETE

1(Relumbraban más floxamente). A los machos llamamos hoy rubíes, de los quales son excelentes los orientales. Las hembras se llaman espinelas, y estos dos son los principales. 2(Parece echar centellas). Esto es falso. 3(Que los haga resplandecer). Es cierto que, con la hoja que los ponen debaxo los lapidarios expertos, los mejoran. 4(Garamantite). Hoy granate. 5(Ionis). Dicha así porque su color es semejante a violeta negra; hoy la llamamos ametista oriental.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a