CAPITULO I


De la piedra preciosa de Polýcrates, tirano, y del rey Pirro, y qué escultores fueron excelentísimos y noblezas de artífices y quién fue el primero que tuvo en Roma dactiliotheca


Con estos principios comenzó la autoridad, levantada a tanto amor, que a Polýcrates Samio, severo tirano de las islas y riberas, le pareció ser harta purgación de su felicidad, la qul! él mismo confesava ser grande, con el daño recebido voluntariamente de una piedra preciosa, si hiziese cosas iguales con el movimiento voluble de la fortuna, y juzgava que sólo con el dolor desea pérdida se librava suficientemente de la embidia que le podían tener. Cansado pues con el ordinario contento, llevado con un navío en aleo mar, arrojó el anillo en sus aguas. Pero un grande pescado, nacido para el rey, tragándose el anillo en lugar de cebo, para que hiziese ostento de la engañadora fortuna, traído a la cozina, tornó a la mano del rey. Esta piedra preciosa es cierto haver sido sardónica, y la muestran en Roma, si lo creemos, en el templo de la Concordia, engastonada en un cuerno de oro y fue dádiva de Augusta y tiene casi el último Jugar entre otras muchas excelentes. Después deste anillo, tiene real fama aquella piedra preciosa de Pitrho, aquel que hizo guerra contra los romanos, porque se dize que ruvo un áchate1 en que se vían las nueve Musas y Apolo con su cíthara en la mano, no hecho por arce, pero discurriendo nacuralmeme las manchas, de tal manera que cada Musa tenía su propia insignia. Y después acá no se halla otra fama de excelentes joyas, que hayan celebrado los amores, fuera de las de Ismenia, tañedor, que usó de muchas muy resplandecientes, las quales acompañó la fábula de su vanidad, porque haviendo en Cipro puesto precio de seis denarios de oro por una esmeralda en que estava esculpida Amimone, los mandó luego contar. Y como le truxesen otras dos, haviendo desminuido el precio, dixo: Por Hércules, que me havéis curado mal, dando a entender que se havía quitado mucha estimación y valor a la joya. Este parece haver introduzido que todos los músicos hiziesen esta ostentación, como Dionisodoro, de su edad y su competidor, para que así pareciese su igual. El tercero entre los músicos en un mismo tiempo fue Nicómacho, el qual dizen haver tenido muchas piedras preciosas, pero escogidas sin conocimiento alguno. Estos exemplos he querido poner en el principio del libro contra aquellos que se precian desta ostentación, para que se conozca y vea claro que se hinchan con autoridad de trompeteros. La piedra preciosa de Polýcrates, que se muestra, está sin tocarse, entera. En tiempo de Ismenia, muchos años después, se ve que también havía costumbre de esculpir las esmeraldas. Confirma esta misma opinión un edicto de Alexandro Magno, con que vedó que ninguno le esculpiese en piedra preciosa, si no fuese Pitgóteles, excelentÍsimo sin duda en aquel arte. Después dé! fueron famosos Apolónides y Cronio y Dioscórides, el qual retrató muy semejante la imagen del emperador Augusto, con la qual sellavan después los otros emperadores. El dictador Sila selló siempre con un sello en que estava la prisión de Iugurta. Escriven algunos autores que aquel Intercatiense, a cuyo padre mató Scipión Aemiliano en desafío, selló con la figura de esta pelea, haviéndose divulgado un dicho gracioso de Stilon, pregonero, que dezía: ¿qué havía de hazer Intercatiense si su padre huviera muerto a Scipión? El emperador Augusto, en sus principios, selló con una sphinge, y ya havía hallado en los anillos de su madre dos tan semejantes que no se diferenciavan una de otra; con la una, estando él ausente por las guerras civiles, sellavan sus amigos las carcas y edictos, lo qual la razón de los tiempos pedía, que se diesen en su nombre. Y así los que las recebían usavan un agudo mote, que aquella sphinge llevava enigmas. También la rana de Mecenas, por las contribuciones y pechos de monedas, era de grande espanto. Después, Augusto, para evitar las blasfemias y denuestos que dezían de la sphinge, sellava con la imagen de Alexandro Magno. El primero que tuvo en Roma caxa de muchas piedras preciosas juntas (lo cual con nombre peregrino llaman dactiliotheca)2 fue Scauro, antenado de Sila. Y en mucho tiempo no huvo otra alguna, hasta que Pompeyo Magno dedicó en el Capitolio, entre otros dones, aquella que havía sido del rey Mirrídates, como lo afirman M. Varrón y otros autores de aquel tiempo, la qual hizo grande ventaja a la de Scauro. Con este exemplo, el dietador César consagró seis dactiliothecas en el templo de la madre Venus. Y Marcelo, hijo de Octavia, dedicó una en el templo Palatino de Apolo. Pero aquella vitoria de Pompeyo comenzó a inclinar los ánimos a las perlas, y piedras preciosas, como la de L. Scipión y Cn. Manlio a la plata labrada y a las vestiduras attálicas y mesas labradas con bronce, y como la de L. Mummio a los vasos corinthios y tablas pintadas.


EL INTERPRETE

1(Achate). Llamada vulgarmente ágata. 2(Dactiliotheca). Es caxa de anillos, porque dactilion significa anillos y theca, arca o caxa.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a