CAPITULO XXI


De quatro géneros de aetites y del calimo y samio y arabo y pómices


Las piedras aetites o del águila, como lo muestra el nombre, tienen grande fama. Hállanse en los nidos de las águilas, como diximos en el libro dézimo.1 Dizen que se hallan dos: macho y hembra, y que sin éstas no paren las águilas, y que por esto solamente paren dos. Hay destas piedras quatro géneros: la que se cría en Africa es pequeña y tierna, y dentro de sí tiene como en el vientre una arenilla delgada y blanca, y la misma piedra es quebradiza, la qual entienden ser del sexo femíneo. Pero el macho que nace en Arabia es duro, semejante a agalla y algo rubio, y tiene en el vientre otra piedra dura. La tercera se halla en Cypro, del color de aquellas que nacen en Africa pero más ancha y dilatada, porque las demás son de figura más redonda. Tiene en el vientre una agradable arena y piedrezillas, pero ella es blanda, de suerte que aun con los dedos se quiebra. La quarta especie se llama taphiusa, nace junto a Leucade, en Taphiusa, el qual lugar está como van navegando a la mano derecha, desde ésta a Leucade. Hállase, en los ríos, blanca y redonda. Esta tiene en el vientre una piedra que se llama calimo, y no hay cosa más blanda. Todas las piedras aetites, ligadas en pieles de animales sacrificados a las mugeres preñadas, o a los animales quadrúpedes que lo están, detienen los partos y no se han de quitar sino quando paren, porque de otra suerte se sale la madre, y si no las quitan de las que están para parir de ninguna manera pueden. Hay también, en la misma isla, la piedra samio, adonde loamos la tierra por ser útil para pulir y dar lustre al oro. También es provechosa en medicina, mezclada con leche, para las llagas de los ojos, de la manera que se ha dicho arriba, contra las lagrimaciones antiguas. También, bevida, aprovecha contra los males del estómago. Mitiga las vertígines y restituye a su ser los entendimientos alterados y movidos. Algunos entienden darse útilmente para las enfermedades de gotacoral y para las dificultades de orina. También se mezcla con los ungüentos ácopos. Pruévase con el peso y blancura. Dizen que con ésta atada se contienen firmes las bulvas y los partos. La piedra arabo, semejante al marfil, quemada se acomoda para medicamentos de los dientes. Particularmente, sana las almorranas con la pelusa de los lienzos y puestos encima unos lienzezicos.

No tampoco se ha de quedar por dezir la naturaleza de las piedras pómez. Llámanse también así unas piedras carcomidas y huecas, que se ponen pendientes en los edificios a quien llaman museos, para formar con arte la figura de cavernosas cuevas. Pero estas pómices que se usan para alisar los cuerpos de las mugeres, y ya también de los hombres, y (como escrive Catulo) para los libros, son loadísimas en Mello, Scyro y en las islas Eolias. Su prueva consiste en la blancura y en tener poquísimo peso y en que sean muy espongiosas y secas y fáciles de moler, y no arenosas quando refriegan con ellas. Su virtud en medicina es extenuar, secar, quemándolas tres vezes solamente con brasa de carbón y apagándolas otras tantas con vino blanco. Después se lavan como la cadmia y secas se guardan en sitio y lugar que de ninguna manera sea húmedo. Usase de su polvo principalmente en los medicamentos para los ojos: limpia y purga blandamente sus llagas y llena y enmienda las cicatrizes. Algunos, después de haverlas quemado la tercera vez, haviéndose enfriado sin apagarlas, quieren más molerlas con vino. También se añaden a los emplastos para las llagas de las cabezas y de las partes vergonzosas. Házense déstas utilísimos polvos para limpiar los dientes. Teophrasto escrive que los bevedores, para bever en competencia, tornan antes de comenzar a bever sus polvos y, si no se llenan mucho de vino, tienen peligro, porque tienen tan grande fuerza de enfriar que el mosto dexa de hervir echada en él piedra pómez.


EL INTERPRETE

1(En el libro dézimo). Lib. 10, cap. 3, y lib. 31, cap. 25. Dioscórides, lib. 5, cap. 118, y Mathiolo, en el mismo.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a