CAPITULO XIII


De los labirinthos egipcio, lemnio y itálico


Hagamos también relación de los labirinthos, obra prodigiosísima del humano ingenio, pero (como se puede entender) no falsa, porque dura hasta hoy en Egipto, en la prefectura de Heracleopolite, el primero que se hizo, tres mil y seiscientos años, según dizen, antes del rey Petésuco o Títhoe. Aunque Herodoto dize que toda la obra es de reyes, y las cosas más nuevas de Psammético. Las causas de hazerle cuentan de muchas maneras. Demóteles dize haver sido palacio real de Mothérudes. Licias dize que fue sepulcro de Méride. Otros muchos afirman que es edificio consagrado para el Sol, y no hay duda haver tomado de aquí Dédalo el modelo y traza de aquel labirintho que hizo en Creta, pero solamente imitó la centésima parte dél, la qual contiene inexplicables rebueltas de caminos y de entradas y salidas, no (como vemos en los suelos de las casas o burladores campestres para juego de muchachos) que en breve distancia se contienen muchos millares de pasos que andar, pero con muchas puertas y entradas para engañar los caminos y para tornar a los mismos engaños. Este fue el segundo labiriotho, después del egipcio. El tercero fue en Lemno. El quarto en Italia, todos de piedra labrada cubiertos de bóvedas. El egipcio (de lo qual cierto me admiro) escava adornado a la entrada de colunas de mármol y de otras piedras labradas, las quales no pudiesen deshazer largos siglos, aunque ayudasen los de Heracleópolis, que ofendieron admirablemente esta obra que les era odiosa. No es posible contar la traza y postura de su fábrica, y cada parte por sí, porque está dividido en regiones y en seis prefecturas (llamadas nomos), atribuidos sus nombres a otras tantas grandes casas. Fuera desto, contiene los templos de todos los dioses de Egipto, y sobre éstos encerró quinze Némeses en pequeños templos, muchas pirámides de quarenta brazas de alto, que con su cepa sustentan seis muros. Cansados ya de andar los que entran, llegan a aquel inexplicable error de caminos, pero primero entran a unos cenáculos y salas muy altas, y se suben unos pórticos todos con noventa gradas. Dentro hay colunas de piedra pórfiro, simulacros de dioses, estatuas de reyes y figuras monstruosas. De algunas casas es tal el sitio, que abriendo las puertas suenan dentro terribles truenos. Pero por la mayor parte es el paso por tinieblas. Hay Juego, fuera del muro del labirintho, otras máchinas de edificios, que llaman Pteron. Desde allí, pasadas unas cuevas, hay casas debaxo de tierra. Uno solo que se llamó Circammon, eunuco del rey Nectabo, quinientos años antes de Alexandro Magno, reparó allí algunas cosas, aunque pocas. También se cuenta esto: que sustentó y fortificó la obra con vigas de espino cozidas en azeite, hasta levantar los arcos de piedras quadradas. Baste haver dicho esto de los labirinthos de Egipto y de Creta. El lemnio fue semejante a ellos, pero sólo en ciento y quarenta colunas que tenía fue más admirable, de las quales pendían los cubos en la oficina, librados de tal suerte que, rebolviéndolos un muchacho, subían y baxaban alrededor. Los architectos que le hizieron fueron Zmilo y Rholo y Theodoro, natural de aquella tierra. Y duran hasta aora algunas reliquias y muestras dél, no haviendo rastro ni señal alguna del de Creta ni del de Italia. Porque también conviene dezir déste, el qual hizo Pórsena, rey de Toscana. para sepulcro suyo, y juntamente para que la vanidad de los reyes estrangeros fuese sobrepujada de los italianos. Pero como la fabulosidad exceda todas las cosas, usaremos de las palabras del mismo M. Varrón en su exposición. Fue sepultado (dize) abaxo de la ciudad de Clusio, en el qual lugar dexó un monumento de piedra quadrada, de trecientos pies de ancho por cada lado y quinientos de alto, y dentro de la basa quadrada un labirintho inextricable y enmarañado, en el qual si entrare alguno sin un ovillo de hilo no podrá hallar la salida; sobre aquel quadrado están cinco pirámides, quatro en los ángulos y una en medio, por lo más baxo de setenta y cinco pies de ancho cada una y altas ciento y cincuenta, y van ensangostándose de manera que tienen en lo alto por remate un orbe o globo de metal y un sombrero puesto sobre cada uno, del qua! están pendientes, asidas en cadenas, unas campanillas que movidas con el ayre se oye muy lexos su sonido, como antiguamente estuvo hecho en Dódona. Y sobre aquellos globos están quatro pirámides, que cada una tiene cien pies de alto, sobre las quales puesto un suelo plano están cinco pirámides, que Varrón se avergonzó de añadir su altura. Las fábulas toscanas cuentan que tenían otra tanta, como toda la obra hasta ellas. De tal suerte buscó gloria y fama la desatinada locura, con gasto que a ninguno havía de ser provechoso, y fatigó las fuerzas del reyno sólo para que fuese mayor la loa del artífice.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a