CAPITULO Xll


De las pirámides de Egipto y de la sphinge


Dígase también de paso alguna cosa de las pirámides del mismo Egipto, ociosa y necia ostentación del dinero de los reyes. Y muchos dizen que la causa de haverlas hecho fue por no dexar sus tesoros a los sucesores o a los émulos que con cautelas y engaños los procuravan, o porque la gente plebeya no estuviese ociosa. Acerca deseo fue grande la vanidad de aquellos hombres y perseveran hoy señales de muchas pirámides comenzadas. Una está en la prefectura de Arsinoe y dos en tierra de Memphis, no lexos del labirinto, del qua! trataremos después. Otras tantas están donde fue el lago de Méride, esto es, una gran fosa. Pero Egipto, entre las cosas maravillosas y memorables, cuenta las cimas y estremos capiteles destas pirámides, que se dize ser altísimos.

Las otras tres, que llenaron el mundo de su fama, es cierto que desde todas partes son vistas de los navegantes, están situadas en una paree de Africa, en un monte pedregoso y estéril, entre la ciudad de Memphis y el pueblo que diximos llamarse Delta, distantes del Nilo menos de quatro mil pasos y seis de Memphis, junto a una aldea a quien llaman Busiri, en el qua! están acostumbrados a subir en ellas trepando. Delante déstas está la sphinge, que es más admirable y parece una deidad silvestre de los habitadores de aquella tierra. Los quales entienden estar sepultado en ella el rey Amasis, y quieren que parezca haver sido traída allí. Es labrada de natural piedra y lisa. El ámbito de la cabeza deste monstruo, por la frente, contiene ciento y dos pies, y la longitud ciento y quarenta y tres. La altura, desde el vientre hasta lo último en la cabeza, sesenta y dos. Pero la pirámide es altísima, hecha de piedras de Arabia. Dízese que trecientos y sesenta y seis mil hombres tardaron en hacerla veinte años. Y las otras tres fueron hechas en setenta y ocho y quatro meses. Los que escrivieron destas pirámides son Herodoto, Evhémero, Duris Samio, Aristágoras, Dionisio, Artemidoro, Alexandro Polyhístor, Buthórides, Antístenes, Demetrio, Demóteles y Apión, y entre todos ellos no consta quién fueron los que las hizieron. Siendo con justísimo suceso puestos en olvido los autores de tanta vanidad. Algunos déstos escrivieron que gastaron los que las labravan, sólo en rábanos y ajos y cebollas, mil y ochocientos talemos. La mayor ocupa ocho yugadas de tierra y los quatro ángulos están con iguales distancias, y hay por cada lado ochocientos y ochenta y tres pies. La anchura por lo alto tiene veinte y cinco pies. Cada distancia de la otra, por los quatro ángulos iguales, tiene setecientos y treinta y siete pies. La tercera es menor que las sobredichas, pero mucho más vistosa, levantada de piedras ethiópicas, de trescientos y quarenta y tres pies entre los ángulos. No hay allí señales algunas de edificios. Alrededor no hay otra cosa sino pura arena, que parece lentejas, como es en la mayor paree de Africa. Entre otras dudas, es grandísima ¿cómo subían en tan grande altura los materiales para el edificio? Unos dizen que, creciendo la obra, ivan amontonando alrededor nitro y sal, y después de acabada, con la irrigación del río, se deshizo y quedó la obra descubierta. Otros dizen que hazieodo puentes de ladrillos de barro y, acabada la obra, los distribuyeron en casas particulares. Porque emienden que no podía llegar allí a regar el Nilo, por estar mucho más baxo. Dentro de la pirámide mayor está un pozo de ochenta y seis codos, y entienden que con aquél admiten las aguas del río. Tales Milesio halló el conocer la altura destas pirámides y de otras semejantes, midiendo la sombra en la hora que suele ser igual al cuerpo que la haze. Estos son los milagros de las pirámides, y es el mayor, porque no se admire alguno de las obras de los reyes, que la menor déstas, pero la más loada y bellísima, fue hecha a costa de Rhodope, meretriz. Esta sirvió primero en una misma casa con Hisopo, philósofo de fábulas, y asi admira más que haya adquirido tantas riquezas con la meretricia grangería. Celébrase también otra torre hecha del rey en la isla de Pharo, teniendo el puerto de Alexandría, la qua! dizen que le costó ochocientos talentos y, porque no dexemos cosa por dezir, con grande ánimo del rey Ptolomeo, que permitió a Sóstrato Gnidio, architecto de su fábrica, que pusiese en ella su nombre. El uso y provecho desta torre es tener encendidos fuegos, para que los que navegan en la obscuridad de la noche conozcan los vados y la entrada del puerto, como ya en otros muchos lugares hay semejantes torres en que resplandecen fuegos, como en Púzol y Rávena. El peligro que hay en el relumbrar del fuego es no entiendan ser estrella, porque desde lexos las llamas parecen serlo. Este mismo archicecto, se dize que fue el primero que hizo en Gnido colgadizo para pasearse.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a