CAPÍTULO XlV


De las paredes hechas de tapias y de ladrillo y del modo de hazerlas


¿Qué diré de la tierra? ¿Por ventura, en Africa, y en España, no se hazen paredes de tierra, a las quales llaman formáceas, porque rodeadas con la forma que han de tener, con dos tablas por entrambos lados, se hinchen y embuten más verdaderamente que se componen y duran larguísimos tiempos contra las lluvias, vientos y fuegos, más firmes que qualquier cimiento? Hasta aora se ven en España las atalayas de Aníbal y torres de tierra puestas sobre las alturas de los montes. De aquí viene la naturaleza de los céspedes, que son la tierra con sus yervas y rayzes acomodados para los vallados y cercas de los reales, y para las presas o diques contra los ímpetus de los ríos. ¿Quién ignora que los zarcos de las paredes se embarran con lodo y que se componen con ladrillos crudos? Los ladrillos no han de ser de tierra arzillosa o arenosa, y mucho menos de tierra pedregosa, sino de cierra gredosa blanquecina o roxa o, si fuere de arzillosa, de la que sea firme. Házense bonísimos en el verano, porque en tiempo del solsticio, que en el medio del estío, quedan hendidos. Para los edificios no se apruevan sino de dos años. Y también es necesario que la tierra, sin cricurarse, aoces que se hagan se macere y remoge. Hay de ellos tres diferencias: uno llamado didoro, del qual usamos, y tiene pie y medio de largo y uno de ancho; otro se llama cetradoro, y el tercero pentadoro, porque los antiguos griegos Jlamavan al palmo “doron”, y por esto dizen “dora munera” o dádiva, porque se davan con la mano. De suerte que se nombran de quarto y de cinco palmos, según son; la misma es su anchura. En Grecia usan de los menores en las obras particulares y de los mayores en las públicas. En Pitana, ciudad de Asia, y en Masía y Calento, ciudades de la España ulterior, se hazen ladrillos que, escando secos, no se hunden en el agua, porque son de tierra como piedra pómez, utilísima quando se puede asentar debaxo. Los griegos, si no es donde se puede hazer de pedernal el edificio, dieron ventaja a las paredes hechas de ladrillo, porque son eternas si se labran a plomo perpendicularmente, y por esta se añaden en las obras públicas y casas reales. Así edificaron el muro de Athenas que mira hazia el monee Himecto y los templos del padre Júpiter y de Hércules, aunque los cercasen columnas y capiteles de piedra. Y en Tralli, el palacio del rey Attalo; el de Creso en los sardos, el qual hizieron congregación de senadores; el de Mausolo en Alicharnaso: los quales aún duran hasta aora. En Lacedemonia cortaron la obra de los aposentos que esravan en paredes de ladrillos, por la excelencia de su pintura, encerrándola en cercos y bastidores de madera, y así lo llevaron a Roma Murena y Varrón para adornar el comicio, siendo ediles; la qual obra, como por sí fuese admirable, trasladada admirava más. También en Italia son de ladrillos los muros de Arecio y de Mevanía. En Roma no se hazen tales edificios porque una pared de pie y medio no sufre más de un enmaderamiento, y está ordenado por ley que las comunes no se hagan más gruesas, ni el orden de las paredes de en medio lo sufre.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a