CAPITULO X


De aves engañadas por la pintura y qué es lo más dificultoso en la pintura


Este Parasio dizen que vino a competencia con Ceuxis, y como Ceuxis truxese ubas pintadas tan al natural y con tan buen suceso que, puestas en público en la Scena, bolaron las aves a picar en ellas, él truxo un lienzo pintado, el qual parecía tan verdadero que Ceuxis, hinchado con el juizio de las aves, comenzó a pedir que levantase el lienzo y mostrase la pintura, y entendido su error, le concedió la viroria con hidalga y noble vergüenza, porque él havía engañado a las aves, pero Parasio le havía engañado a él siendo artífice. Dízese que después pintó Ceuxis un muchacho que llevaba ubas y, baxando balando a ellas las aves, procedió con la misma nobleza y modestia, ayrado contra la obra, y dixo: Mejor pinté las ubas que el muchacho, porque si éste le acabara con perfección, las aves le havían de temer. Hizo también obras de barro, las quales solas quedaron en Ambracia, quando Fulvio Nobilior pasó de allí a Roma las Musas. De mano de Ceuxis está, en Roma, Helena en los pórticos de Filipo. Y en el templo de la Concordia está Marsias atado.

Parasio, nacido en Epheso, hizo también muchas obras. El fue el primero que dio simmetría y proporción a la pintura, y gracia y donayre a los rostros, sutileza y compostura a los cabellos, hermosura a la boca y fue el que, confesándolo así todos los artífices, se aventajó en las líneas últimas de las figuras. Esta es en la pintura la suma sutileza. Porque pintar los cuerpos y los medios de las cosas es cierto ser grande obra, pero en ésta han alcanzado muchos fama. Mas hazer los estremos de los cuerpos y cerrar el modo de la pintura, de suerte que, relevada, parezca acabarse allí, es cosa que raras vezes se halla en los que usan el arre. Porque la misma estremidad se tiene de abrazar a sí, y acabar, de tal suerte que prometa otras cosas detrás de sí y que muestre también lo que oculta y cubre. Esta gloria le concedieron Anrígono y Xenócrates, los quales escrivieron de la pimura, y esto no sólo confesándolo, sino publicándolo. Otras muchas muestras se hallan en tablas de dibuxos y en pergaminos suyos, de los quales dizen que se aprovechan los artífices. Pero comparado a sí mismo parece menor en mostrar los medios de los cuerpos. También pintó al Demonio de los athenienses, con un ingenioso artificio. Porque le quería mostrar vario, ayrado, injusto, inconstante, y juntamente exorable, demente, misericordioso, excelso, glorioso, humilde, feroz y fugitivo, y todo esto en un mismo tiempo. Este pintó también a Thesea,1 que estuvo en el Capitolio de Roma, y a Novarcho con sus corazas. Y en una tabla que está en Rhodas a Meleagro, Hércules y Perseo. Esta fue allí tres vezes encendida con rayos y nunca se ofendió la pintura, con lo qual se aumenta la maravilla. Pintó también a Archigalo, la qual pintura estimó mucho el emperador Tiberio. Y, según escrive Decío Eculeo, haviéndola comprado en sesenta sextercios, la puso dentro de su aposento. Pintó también a Cresa, que criava un niño, y al niño en sus brazos, y Philisco y Baco, puesta delante dellos la virtud, y dos niños, en los quales se muestra la seguridad y simplicidad de su edad. También un sacerdote con un niño junto a él, que tenía en las manos una naveta de incienso y una corona. Hay también dos pinturas suyas nobilísimas, dos hoplites:2 el uno corriendo de tal suerte en su contienda que parecía que sudava; otro que dexava las armas y se mosteava anhelando. Son loados también, en la misma tabla, Eneas y Cástor y Pólux. También Télepho, Achiles, Agamenón y Ulixes. Fecundo artífice, pero ninguno más insolente ni arrogante en la gloria de su arte. Porque él usurpó para sí arrogantes nombres, llamándose Abrodieto3 y, con otras palabras, príncipe del arte, y el que la havía consumado y dado perfección. Y, sobre todo, dezía ser decendiente de Apolo y que al Hércules que está en Lindi le havía pintado tal qual muchas vezes le hav.ía visto estando en la quietud del sueño. Pero siendo vencido de Thimantes4 en Samo, con muchos votos en Ayaz.e y en el juizio de las armas, con nombre de héroe, dezía que sufría mal ser vencido otra vez de un hombre indigno. Pintó también, en tablillas menores, figuras lascivas, rehaziéndose con aquel género de pintura y deshonesto juego.

Porque Thimantes fue hombre de grande ingenio. Es de su mano Iphigenia, celebrada con grandes loas de los oradores. La qual, estando junto a las aras para haver de morir y haviendo pintado a todas las personas que allí estavan muy tristes, principalmente los rostros de senadores y patricios, puesta en ellos toda la muestra de sentimiento y tristeza posible, cubrió el rostro de su mismo padre, en el qual no podía mostrar suficientemente el dolor. Hay también otros exemplos de su ingenio, como un cíclope durmiendo, pintado en una tabla pequeña, del qua!, deseando declarar allí su grandeza, pintó junco a él unos sátiros los quales le medían el dedo grueso con un bastón. Y en todas sus obras siempre se entiende más que lo que está pintado, y aunque el arte es grande y excelente, pero el ingenio sobrepuja al arte. Pintó también un héroe de obra acabadísima, en que mostró toda el arte de pintar hombres: la qual obra está aora en Roma, en el templo de la paz.

En este mismo tiempo enseñó Euxénidas a Arístide, preclaro artífice. Eupompo a Pámphilo, preceptor de Apeles. De Eupompo es la pintura de un vencedor en el certamen de la lucha que tiene una palma en la mano. Fue tanta la autoridad déste que dividió la pintura en tres géneros, que antes dé! havían sido dos: heládico y el que llamavan asiático. Por éste que era sicionio, dividido el heládico se hizieron tres: iónico, sicionio y ático. Es pintura de mano de Pámphilo la cognación5 y la guerra cometida a Phliume, y la vitoria de los athenienses; también Ulixes en la nave. Este era natural de Macedonia, pero fue el primer pintor erudito en rodas letras, principalmente en arismética y geometría, sin las quales negava poderse perficionar el arte. A ninguno enseñó por menos precio que de un talento en diez años, la qua! paga le dieron Apeles y Melanthio. Y, por autoridad déste, se ordenó primero en Sición y después en coda Grecia que los muchachos nobles ante todas cosas aprendiesen la diagráphica, esto es, la pintura en dibuxo, y que aquella arte se recibiese en el primer grado de las liberales. Cierto es haver tenido siempre esta honra que la exercitasen los nobles y después los hombres honestos, y se mandó con perpetuo edicto que no se pudiese enseñar a esclavos. Por esta causa, ni en esta arte ni en la esculrura no se celebran obras de alguno que haya sido esclavo.

Florecieron también en la Olimpiada ciento y siete Echión y Therímacho. De Echión hay nobles pinturas, que son un Baco y la tragedia y comedia; Semíramis que de esclava alcanzava a tener el reyno; una vieja que traía una lámpara, y una recién casada con notable honestidad y vergüenza. Pero a todos quantos nacieron antes y a todos quantos se siguieron después sobrepujó y hizo grande ventaja Apeles, el qual de tal suerte se levantó en la pintura en tiempo de la Olimpiada ciento y doze, que sólo él casi hizo más cosas de provecho que todos los demás, componiendo también libros que contienen su dotrina. Fue excelente la hermosura y gracia de su pintura, aunque en su misma edad huvo muy grandes pintores. De las obras de los quales, admirándose él, alabándolas todas, dezía que las faltava una cierta Venus, a la qual llaman los griegos chárita7 y que todas las demás cosas las havían alcanzado, pero ésta solo él la tenía, y ninguno le igualava. Usurpó también para sí otra gloria y fue que, estando en ansia admirándose de ver una obra de Protógenes, de inmenso trabajo y cuidado, dixo que todas aquellas cosas eran iguales a las suyas o mejores. Pero que en una cosa le hazía él ventaja, y era en que Protógenes no sabía levantar la mano de la tabla, dando con esto un memorable precepto, que muchas vezes daña la demasiada diligencia. Pero no tuvo menos de simplicidad que de arte, porque cedía y dava la ventaja a Amphión en la disposición y a Asclepiodoro en las medidas. Esto es, quánto una cosa deve estar aparcada de otra. Sabida cosa es lo que sucedió entre él y Protógenes. Este vivía en Rhodas, y como Apeles navegase allá deseoso de ver sus obras, porque sólo le conocía por fama, fue luego a su oficina y obrador. Estava ausente Frotógenes, pero halló una tabla muy ancha aderezada para pintar en ella, y con ella una vieja que la guardava. Esta dixo que esrava fuera Protógeoes, y preguntó quién diría, quando viniese, que le havía buscado. Dixo Apeles: Quien hizo ésta, y tomando un pinzel tiró una línea de color con grandísima sutileza por la tabla. Venido Procógenes, díxole la vieja lo que havía pasado. Dizen que el artífice, considerada la sutileza de la línea, dixo luego ser Apeles el que havía venido, porque no podía otro hazer obra tan perfecta. Y tomando otro color, echó otra línea más delgada sobre aquella misma y, yéndose de casa, mandó que, si aquel hombre tornase, se la enseñase, diziéndole eras esto que aquel era a quien buscaba. Sucedió así, porque tornó Apeles. Pero avergonzándose de ser vencido, con otro tercero color hendió las líneas, no dexando lugar alguno a mayor sutileza, y viendo Protógenes y confesando ser vencido, caminó balando al puerro buscando al huésped. Y gustaron de que aquella tabla quedase a los venideros para admiración de todos, y principalmente de los artífices. Es cierto haverse consumido esta tabla con el primer incendio de la casa de César en el Palacio. Haviéndola yo visto antes deseadamente, no teniendo en tan espaciosa anchura otra cosa alguna sino aquellas líneas que huyan de la vista, que entre otras excelentes obras de muchos artífices parecía osa vazía, y por esto atraía a sí los ojos y era más noble que rodas las demás obras. Tuvo Apeles costumbre todo el tiempo de su vida no dexar pasar día, por ocupado que estuviese, en que no exercitase el arce, aunque no fuese sino echando una línea, lo qual después dél vino a ser proverbio.8 El mismo, en acabando de perficionar sus obras, las ponía en parte pública a los que pasavao, y él, escondido detrás de la tabla, considerava las faltas que la ponían, prefiriendo por más diligente juez al vulgo que a sí mismo. Y dizen que fue reprehendido de un zapatero, porque en un pantuflo havía puesto menos ligaduras o correas por la parte de adentro. Este mismo, otro día, sobervio por ver enmendado lo que el día antes havía reprehendido, comenzó a poner defetos acerca de la pierna. Y él, indignado, mirando al que se los ponía, le dixo: Que el zapatero no juzgase arriba de los zapatos.9 Lo qual también vino a ser proverbio. Fue también muy alegre y gracioso, por lo qual era más agradable a Alexaadro Magno, viniendo muchas vezes de ordinario a su oficina: porque, como diximos, vedó por edicto que ninguno otro pintase su retrato. Pero, hablando en el obrador muchas cosas del arte sin saberlas, con donayre le persuadía el silencio, diziendo que los muchachos que molían los colores se reyan. Tanta autoridad tenía su razón con el rey, siendo por otra parte ayrado y colérico, aunque Alexandro le hizo honra con un clarísimo exemplo. Porque haviendo mandado que retratase Apeles a una de sus concubinas, la que más amava, llamada Campaspe, desnuda por admiración de su hermosura, sintiendo que el mismo Apeles estava cautivo con igual amor, se la dio haziéndole gracia della. Grande fue en el ánimo y mayor en el imperio que tenía de sí, y no fue menor con este hecho que con qualquiera de sus virorias, porque se venció a sí mismo, y no solamente dio su cama, sino su afecto y amor al artÍfice. Ni le movió el respeto de la que amava, para que aquella que havía sido del rey lo fuese aora de un pintor. Algunos dizen que la Venus Anadiomena fue pintada por aquel original. Era Apeles apazible también con sus competidores, y él fue el primero que dio reputación en Rhodas a Prorógenes. Hazíase poca estimación de sus cosas, como sucede muchas vezes de las de casa, porque preguntándole Apeles quánto quería por unas obras que havía hecho, dixo una cosa poca; pero Apeles pidió cincuenta talemos y publicó una fama, que él las comprava para venderlas por suyas. Esto movió a los de Rhodas a conocer a su ardfice, y así, después, no dio sus pinturas sino aumentando el precio. Pintó retratos de semejanza tao parecida que Apión Gramático escrivió una cosa que dicha parece iocreyble, y fue: Que uno, el qual juzgava por señales del rostro de los hombres (a los quales llaman methopóscopos), por las deseos retratos havía dicho los años de la venidera muerte o de la pasada. No havía tenido gracia estando en servicio de Alexandro, coa Ptolomeo, y en tiempo que éste reynava fue arrojado por la fuerza de una tempestad a Alexandría, y con disimulado engaño de sus émulos, combidado por un bufón del rey, vino a la cena del mismo rey, y indignado contra él Ptolomeo y mostrándole los criados que tenían cargo de llamar a los que él combidava, para que dixese de quál de aquéllos havía sido combidado, tomando de presto un carbón del fuego le retrató en la pared, y conoció el rey el rostro del truhán, así como le comenzó. Pintó también la figura del rey Antígono,10 ciego de un ojo, imaginando primero el orden para encubrir su defeto: porque le puso de lado, para que aquello que faltava al cuerpo, ames pareciese que faltava a la pintura. Y solamente mostró aquella parte del rostro que podía mostrar toda entera. Hay también entre sus obras imágenes de personas soplando, pero quáles sean las más excelentes no se podrá dezir con facilidad. Una Venus que salía del mar dedicó el emperador Augusto, en el templo de César, su padre, la qual se llama Anadiomenes. Siendo esta obra, mientras se loa, vencida con versos griegos, pero ilustrada. Haviéodose la parte inferior desea pintura maltratado y perdido, no se pudo hallar quien la reparase. Pero esta injuria resultó en gloria de su artífice. Envegeciose esta tabla y acabose con la carcoma, y Nerón en su principado puso otra en su lugar de mano de Dorotheo. Apelles havía comenzado otra Venus para los de la isla de Coo, que también sobrepujara aquella primera suya. Tuvo embidia dé! la muerte, haviendo acabado parte della, y no se halló quien sucediese en la obra conforme estava comenzada. Pintó también a Alexaodro Magno, que tenía un rayo en la mano, en el templo de Diana Ephesia, y diéronle por ella veinte talentos de oro. Parece estar eminentes los dedos, y que el rayo está fuera de la tabla. Pero, los que esco leyeren, acuérdense que todas estas cosas fueron hechas con quatro colores. El precio y paga de sus manos por esta tabla le recibió en moneda de oro, por medida y no por cuenta. Pintó también la pompa de Megabizo, sacerdote de la Diana Ephesia. A Clito en un cavallo apresurándose para la guerra, y dándole el que le lleva las armas, la zelada que él le pedía. Quántas vezes haya pintado a Alexandro y a Philipo, es cosa superflua contarlo. Admíranse los samios viendo a Abrón de su mano, y los rhodios de la pintura de Menandro, rey de Caria. También pintó a Aoceo y en Alexandría, a Gorgostene, tragedio. En Roma a Cáscor y Pólux, con la vicoria y con Alexandro Magno. También la imagen de la guerra, ligadas las manos atrás, y Alexandro triumphando en su carro. Y entrambas estas dos tablas el emperador Augusto, con moderada simplicidad, las h:lVÍa puesto en los sitios más principales de su plaza. El emperador Claudio estimó en más quitar de una y otra el rostro de Alexandro, y poner en su lugar el del emperador Augusto. Entiéndese que sea de su misma mano, en el templo de Antonia, el Hércules opuesto de frente, para que (lo que es dificultosísimo) se vea en la pintura más verdaderamente mostrar el rostro que prometerle. Pintó también un héroe desnudo, y con aquella pintura provocó a la misma naturaleza. Hay también un cavallo de su mano, y fue pintado en competencia y dexado el juizio de los hombres a los mudos animales quadrúpedes, porque, sintiendo que sus contrarios prevalecían al rededor con sus pláticas, mostró los cavallos de cada uno a las yeguas y solamente viendo el cavallo de Apeles relincharon,11 y siempre después aquella esperiencia haze ostentación del arte. Hizo también a Neoptolemo a cavallo contra los persas. A Archelao con su muger y su hija. A Antígono con su coraza, yendo a cavallo. Los más diestros y peritos del arte prefieren, a todas las obras que hizo, una pintura del mismo rey, puesto a cavallo, y una Diana acompañada de un coro de vírgines que hazían sacrificio, en las quales los versos de Homero que descriven esto mismo muestran haver vencido. Pintó también las cosas que no se pueden pintar: truenos, relámpagos y rayos, que por otro nombre se llaman Bromé, Astrapé y Ceraunóbolon. Sus invenciones en el arte también aprovecharon a otros. Una cosa ninguno se la pudo imitar: que acabada la obra la untava con una tinta tan delgada que ella misma, con la repercusión, realzava los claros de los colores y los gnardava y defendía del polvo y de inmundicias, y finalmente parecía venirse a las manos de quien lo mirava. Pero esto también lo hazía con grande razón, porque la claridad de los colores no ofendiese la agudeza de la vista, como mirando desde lexos por una piedra especular, y ocultamente la misma tinta diese a los colores demasiadamente floridos alguna escuridad.

Igual a Apelles fue Arístides Thebano. Este fue el primero de todos los que pintó el ánimo y declaró todos los sentidos, a los quales llaman los griegos eche; también las perturbaciones. Pero fue algo más duro en el colorir. Es de su mano un niño asido a la teta de la madre que se está muriendo de una herida siendo tomada la ciudad. Y parece sentir la madre y temer que muerra no chupe el niño la sangre con la leche. La qual tabla havía hecho llevar Alexandro Magno a Pella,12 su patria. El mismo pintó la guerra con los persas, y esravan juntos en aquella tabla cien hombres, y havía concertado con Mnasón, tirano de los elatenses, que de cada figura le havía de dar diez minas. Pintó también carros de quatro cavallos corriendo. Y uno que rogava, que parecía tener voz, y algunos cazadores con la caza, y a Leoncion, pintor, y a Anapouómene que moría por amores del hermano. También al dios Baco y Ariadne, que se vieron puestos en Roma en el templo de Ceres. Un tragedo y un muchacho, en el de Apollo: la gracia de la qual pintura pereció por la imprudencia de un pintor, al qual M. Junio, pretor, havía mandado que la cubriese el día de las fiestas de Apollo. También fue puesta en el templo de la fe, en el Capitolio, la imagen de un viejo con una lira, enseñando a tañer a un muchacho. También pintó un enfermo que es loado sin término. En la qual arte valió tanto que se dize haver comprado el rey Attalo una pintura suya en cien talentos.

En el mismo tiempo, como se ha dicho, floreció juntamente con él Protógenes. Fue su patria natural Caunio,13 gente sujeta a los de Rhodas. Fue al principio grandísima su pobreza y el deseo de ser grande artífice, igual a ella. Y así hizo pocas obras. Quién fuese su maestro, no se puede saber de cierto. Algunos dizen que se ocupó en pintar naves hasta edad de cinquenta años, y ser prueva desto que, pintando en Athenas el Propileo —en un lugar celebradísimo del templo de Minerva, a donde hizo el noble Paralo y a Hemiónida, a la qual llaman algunos Nausicaa— añadió algunas pequeñas naves largas, en aquellas cosas que llaman los pintores pateegas, para que se mostrase de qué principios havían llegado sus obras a la cumbre de ostentación y grandeza. De todas sus pinturas se da la palma y ventaja a la de Iáliso, la qual está en Roma, dedicada en el templo de la paz. Mientras que pintó esta figura, dizen que no comió otra cosa sino altramuzes remojados, porque juntamente sustentasen el hambre y la sed, para que no se entorpeciese el sentido con el demasiado gusto de la comida. A esta pintura la dio quatro vezes colores por defensa de las injurias del tiempo y de la vejez y que, faltando el color de encima, quedase el de abaxo. En esta tabla hay un perro hecho admirablemente, como aquel que juntamente fue pintado del caso y del arte. Juzgava no poder mostrar en él, con la pintura, la espuma que echava anhelando, haviendo en todas las demás partes (lo que era dificultosísimo) satisféchose a sí mismo. Desplacíale el mismo arte, no podía desminuirla y parecíale demasiada y apartarse más lexos de la verdad, y que aquella espuma era pintada y no nacía de la boca. Ansioso, con fatiga del ánimo, como quisiese que en la pintura fuese verdadero y no semejante a verdad, muchas vezes lo havía limpiado y mudado el pinzel, no satisfaziéndole de alguna manera. Ultimamente, enfadado del arte, según se entendió, dio con la esponja del color en aquella parte que no le agradava, y ella puso los colores que havía quitado tantas vezes de la suerte que deseava su cuydado: y así hizo la fortuna en la pintura lo natural. Con este exemplo, dizen que le sucedió otro semejante caso a Nealce, arrojando la esponja de los colores de la misma suerte en la espuma de la boca de un cavallo, quando pintava el freno que le retenía. Así la mostraron, en el perro, Protógenes y la fortuna. Por este Iáliso, pudiendo el rey Demetrio ganar la ciudad de Rhodas solamente por aquella parre en que estava, porque no se quemase la tabla, no quiso ponerla fuego, y, perdonando a la pintura, huyó la ocasión de la victoria. Esrava emonces Prorógenes en un huerto suyo, fuera de la ciudad, y éste esrava en los reales de Demerrio, y au nque esrorvado con la guerra no dexó de todo punto de continuar sus obras comenzadas. Pero llamado del rey y preguntado con qué seguridad estava fuera de los muros, respondió que por saber que tenía él la guerra con los de Rhodas y no con las arres. Así el rey puso para su defensa guarnición de soldados, holgándose de poder guardar las manos que ya él havía perdonado; y por no llamarle y apartarle muchas vezes de su obra, el enemigo venía a verle de buena gana; y dexados los votos y deseos de su victoria, entre las armas y golpes de las murallas estava viendo pintar al artífice. Y a la tabla que pintó en este tiempo sigue esta fama: que Protógenes la pintó debaxo de la espada. Esta pintura es un sátiro al qual llaman Anapouómeno, y porque no faltase cosa alguna a la seguridad de aquel tiempo, tenía unas flautas en la mano. Hizo también a Cydippe, a Tlepolemo y a Philisco, escriptor de tragedias, meditando, y un athleta, y al rey Antígono y un retrato de la madre de Aristóteles Philósopho: el qua! persuadía que pintase también las obras de Alexandro Magno por eternidad de sus cosas. El ímpetu del ánimo y un cierto apetito del arce le movieron más a hazer estas cosas. Ultimamente pintó a Alexandro y a Pana.14 Hizo también medallas de bronce, como diximos.

En el mismo tiempo fue Asclepiodoro, del qual se admira va Apelles en la proporción. A éste dio Mnasón, tirano, por doze Dioses que pintó, trecientas minas por cada uno. Y el mismo dio a Theonnesto cien minas por cada héroe. Con éstos se deve contar Nicómacho, hijo y dicípulo de Aristodemo. Este pintó el rapto de Proserpina: la qua! tabla se puso en el Capirolio, en el templo de Minerva, sobre la capilla pequeña de la juventud. Y otra que está en el mismo Capitolio, la qual havía puesto Planco, capitán general. Esta era la victoria que subía en alto un carro con quatro cavallas. Este fue el primero que añadió, a la figura de Ulixes, sombrero. Pintó también a Apollo y a Diana, y a la madre de los dioses sentada en un león; también unas hermosas doncellas celebradoras de las fiestas de Bacho, que las arrebatavan unos sátiros; también a Scyla, la qua! está aora en Roma, en el templo de la paz. Y no huvo otro alguno más veloz en su arre. Porque cuentan que, haviendo concertado Arístrato, tirano de los sicionios, que pintase un monumento que él hazía al poeta Teleste, y puesto condición que le havía de dar acabado para cierto día determinado, viniendo pocos días antes, estava airado el tirano con enojo y ánimo de castigarle: pero en aquellos pocos días le acabó con presteza y con admirable arte. Tuvo discípulos a Arístide, su hermano, y a Arisrocle, su hijo, y a Philogeno Eretrio, del qual hay una tabla que no es inferior a alguna de los demás; pintada para el rey Casandro, contenía la guerra de Alexandro con Darío. Este mismo pintó la lascivia en una tabla, en la qual están comiendo tres silenos con regocijo y risa. Este, siguiendo la presteza de su maestro, halló también algunas vías más breves y campendiosas para la pintura. Cuéntase también con éstos Nicóphanes, pintor elegante y curioso, de tal suerte que pinrava las obras antiguas por la eternidad de las cosas con impetuoso ánimo, y a quien pocos se pueden comparar. Tuvo el adorno y gravedad del arte. Mucho dista de Zeuxis y de Apelles su dicípulo Perseo, que fue desee tiempo, el qual escrivió desta arte. De Arístides Thebano fueron didpulos y hijos Nicero y Arísripo, de mano del qual es el sátiro coronado con la copa. Dicípulos déste fueron Antórides y Euphránor, de los quales hablaremos luego, porque es justo juntar con éstos los que de menor pintura fueron célebres en el pinzel.

De los quales fue Pireyco, que en el arre es inferior a pocos. No sé si de propósito se destruyó a sí mismo, porque siguiendo cosas humildes, alcanzó suma gloria de la humildad. Este pintó barberías y zapacerías y asnos y manjares y cosas semejantes, por esto le dieron por sobrenombre Rhyparógrapbo; en estas cosas fue de consumado gusto. Y es cierto que se vendieron en mayor precio que pinturas grandes de muchos.

Al contrario, dize Varrón que en tiempo de los antiguos la tabla de Serapión cubría codos los edificios Menianos. Este pintó muy bien las perspectivas de las Scenas o salones para fiestas, pero no pudo pintar hombres. Al contrario, Dionisia no pintó otra cosa sino hombres. Por esto fue llamado por sobrenombre Antropógrapho. También Calicles hizo cosas pequeñas; también Calaces en tablillas de comedias: uno y otro Antíphilo, porque pintó a la noble Hesiona, y a Alexaodro y Phiüpo, con Minerva, que están en la escuela en los pórticos de Octavio, y, en los de Philipo, Bacho, Alexandro niño, Hippólito espantado de un toro que havía soltado, y, en el pórtico de Pompeyo, Cadmo y Europa. El mismo con nombre alegre y de juego, pintó a Grillo con hábito ridículo. De donde este género de pintura se llama grillos. Este, haviendo nacido en Egipto, aprendió de Cresidemo. No es bien pasar en silencio el pintor del templo de Ardea, principalmente haviéndole honrado la ciudad poniéndole allí un epitafio que está en la misma pinmra con estos versos: “Dignos lugares con pinturas dignas / ornó el etolio Marco Ludio Elota, / y el templo de la grande reyna Juno / muger de Júpiter, a quien por su arte loa / Ardea al presente y siempre ha de loarle.” Estos versos están escritos con letras antiguas latinas. Tampoco se deve callar a Ludio, que fue en tiempo de Augusto, el qual fue el primero que inventó la amenísima pintura de las paredes, pintando en ellas lugares, pórticos, jardines, selvas, collados, valles, picinas, canales de agua, ríos, riberas, de la manera que cada uno las deseava y allí varias formas de los que andavan por tierra o de los que navegavan por el mar y de otros que ivan caminando a los lugares en jumentos o en carros. Allí unos pescando, allí otros siguiendo la bolatería, otros la caza, otros vendimiando. Hay en sus pinturas nobles villas, a las quales se entra por lagunas, y mugeres que llevando carga encima de los hombros van mostrando temor de caer, y, fuera desto, otras muchas sutilezas graciosas y gustosos entretenimientos. El mismo inventó pintar descubiertas ciudades marítimas, de bellísima vista y poquísima costa. Pero ninguna gloria se da a estos artífices, sino a aquellos que pintaron tablas, y por esto es más venerable la antigüedad. Porque no adornavan los antiguos las paredes solamente para sus dueños, ni las casas que se havían de quedar en un mismo lugar y que no se podían librar de los incendios. Prorógenes estava contento con una casilla en su huerto. En los aposentos de Apelles no havía pintura alguna, porque aún no se usava pintar todas las paredes. Toda su arte se aposentava en las ciudades y el pintar era una cosa común de las tierras.

También Arelio fue celebrado en Roma, poco ames del emperador Augusto, si no huviera con un insigne vicio corrompido el arte; siempre andava abrasado con amor de alguna muger y por esto pintava diosas, pero con retratos de sus amigas, y así en sus pinturas se contavan sus mancebas. Fue también, poco tiempo ha, Amulio pintor grave y severo, y muy galán de hazienda humilde. Déste era Minerva, que mirava al que la mirava desde qualquiera parte que se mirase. Pintava pocas horas del día y esto también con gravedad, porque siempre estava con ropa larga, aunque estuviese sobre máchinas. Su casa fue cárcel dorada del arte, y por esta causa no se hallan otras obras de su mano. Después dél tuvieron reputación Cornelio Pino y Accio Prisco, los quales pintaron el templo del honor y de la virtud al emperador Vespasiano Augusto, que le reedificó. Pero más se asimiló Prisco a los antiguos.


EL INTERPRETE

1(Thesea). Otros leen Rhea. 2(Hoplites). Hombres con armas que entravan en las contiendas: Turnebo. 3(Abrodieto). Blando, sutil, espléndido, lege Eliano, Natur. hist., lib. 9, cap. 11; Atheneo, lib. 7, pág. 269. 4(Thimantes). Floreció Thimantes, según escrive el Volaterráneo, en la Olimpiada noventa y cinco. 5(La cognación). El pueblo atheniense estava dividido en doze tribus y cada tribu en tres curias o cognaciones.

6(La diagráphica). Pintura de dibuxo y puerta del arte. 7(Chárica). Nosotros la llamamos donayre y gracia. 8(Vino a ser proverbio). Nullus dies sine linea. 9(Arriba de los zapatos). Ne sutor supra crepidam. 10(Del rey Antígono). Protógenes ganó la gracia del rey Antioco por haverle retratado al natural, encubriendo su defeco con pintarle de lado, y la perdieron Diocles y Scopa, el uno porque le aduló, mintiendo, poniéndole con dos ojos, y el otro porque le pintó como estava, sin el uno.

11(Relincharon). También el cavallo de Alexandro relinchó viendo su retrato hecho de mano de Apeles. Aeliano, Nat. histor., lib. 2. 12(Pella). Ciudad de Macedonia, en la ribera del mar Egeo. 13(Caunio). Pueblo marítimo de Caria, tan enfermo que todos los habitadores andan pálidos y sin color de vivos. Y así, Stratónico, gracioso músico, dixo: De una naturaleza son en Caunio los hombres y las hojas de los árboles. Y, enojándose los caunos porque notava de enferma a su ciudad, respondió con más donayre: Yo no puedo dezir que es enferma la ciudad donde andan los muertos. {De} Iliada, 6. 14(Pana). Pancasta la llama Aeliano, Hist., lib. 12, cap. 34.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a