CAPITULO IV


De los pintores romanos y quándo comenzó la estimación de la pintura y los que hizieron poner pintadas sus vitorias, y quándo fueron estimadas las pinturas estrangeras en Roma


También entre los romanos tuvo esta arte muy presto honra y reputación. Porque los Fabios, que era n de clarísima familia, tomaron desea arre sobrenombre de Picrores, y el primero y principal deste sobrenombre pintó por su mano el templo de la salud, año quatrociemos y cincuenta de la fundación de Roma, la qual pintura duró hasta nuestro tiempo y memoria, y fue abrasada con el templo en tiempo del imperio de Claudio. Después désta es celebrada la pintura de Pacuvio, poeta, en el templo de Hércules, que está en la plaza de los Bueyes. Este fue hijo de una hermana de Ennio, pero la fama de la Scena1 hizo que esta arte fuese mucho más ilustre en Roma. Aunque, después, acá no se ha visco exercitada de honestas manos, si no es que quisiese alguno contar entre los pintores a Turpilio, cavallero romano de Venecia, que es de nuestra edad, del qua! se veo hoy en Verona hermosas obras. Este pintó con la mano izquierda, lo qua! no se cuenca de ninguno otro a mes. Gloriávase de pintar en tablicas pequeñas, y poco ha que murió siendo muy viejo. Y Aterio Labeón, pretor, que murió también siendo procónsul de la provincia de Narbona.

Pero esta arte ha vía venido ya a tenerse por cosa de risa y vituperio. Y huvo un célebre consejo de varones principales acerca de la pintura que no se deve pasar en silencio. Qu. Pedio, nieto de Q. Pedio, que fue cónsul y alcanzó triunfo, fue dexado por heredero del dictador César, juntamente con Augusto, siendo naturalmente mudo. A éste, por consejo de Mesala, orador, de cuya familia era la abuela del muchacho, quiso le enseñasen a pintar, lo qual juntamente con él a provó también el emperador Augusto. Y haviendo aprovechado mucho en esta arte, murió muchad1o. Pero creció grandemente la estimación de la pintura, principalmente, en Roma (como yo enciendo ) desde Marco Valerio Máximo Mesala, el qual fue el primero que puso en el lado de la Curia Hostilia una rabia en que escava pintada la batalla con que havía vencido a los cartaginenses y a Hierón en Sicilia, año quatrocientos y noventa de la fundación de Roma. Hizo esto mismo L. Scipión y puso en el Capitolio una tabla de la vicoria que havía tenido en Asia. Y dizen que lo llevó mal su hermano Scipión Africano, ayrándose, y no sin razón, porque en aquella batalla havía quedado cautivo un hijo suyo. Semejante ofensa hizo a Scipión Emilia no L. Hoscilio Mancino, el qual fue el primero que entró por fuerza en Cartago, proponiendo en la plaza la pintura de su cerco y combares, asistiendo él mismo delante del pueblo, que lo estava mirando, y él declarando cada cosa, con la qua! cortesía y benignidad alcanzó en las primeras juntas o comicios el Consulado. Tuvo también la Scena, en las fiestas de Claudio Pulcro, gran admiración de pintura, porque engañados los cuervos con la imagen, bolaron a la semejanza de las tejas. Pero el primero que en Roma dio públicamente autoridad a tablas estrangeras fue L. Mummio, a quien dio sobrenombre de Achayo la vitoria de Achaya. Porque, estándose venciendo la presa, como el rey Athalo comprase en seis mil sextercios una tabla de Aríscides en que escava pintado Baco, admirado del precio sospechó haver en ella alguna virtud que él no sabía, y revocó la venta, quexándose mucho Arhalo, y púsola en el templo de Ceres, la qual entiendo haver sido la primera pintura estraogera que se publicó en Roma. Después, acá veo ser ordinario poner otras en la plaza. De aquí salió aquel gracioso mote de Craso, orador, tratando una causa delante de los juezes; como un testigo compelido a dezir hiziese fuerza y dixese: Dime Craso, ¿quál piensas que yo soy?, respondió: Tal, mostrándole un gallo, pintado malísimamente en una tabla, que acava la lengua. También estuvo en la plaza la pintura de un pastor viejo con un báculo, de la qual, siendo preguntado a un embaxador de los tudescos que en quanto estimara aquel pastor, respondió que no quisiera que se le dieran de valde, siendo vivo y verdadero. Pero grandísima reputación y autoridad dio en público a las tablas de pintura el dictador César, haviendo dedicado las figuras de Ayaze y de Medea delante del templo de la madre Venus. Después dél Marco Agripa, varón más propio para el campo y rústico trabajo que para los regalos. Dura hasta aora unat magnífica oración suya, y digna del mayor de los ciudadanos, lo qual hizo de todas las pinturas y estatuas que se havían de hazer públicas, lo qual fuera hecho más justamente que embiarlas descerradas a las alquerías. Pero con aquella áspera y dura condición compró dos pinturas de Ayax y Venus, de los Cizizenos, por doze mil sextercios. También en la paree más calurosa de las thermas o baños havía encerrado en mármoles pequeñas tablas de pintura, las quales poco ames, quando se reparavan, havían sido quitadas. Pero, sobre todos, el emperador Augusto puso en su plaza, en la parte más principal, dos tablas, que en la una está pintada la guerra y en la otra el triunfo. El mismo puso los Cástores y la viroria y otras pinturas en el templo de César, su padre, de las quales trataremos quando hagamos mención de los artífices. El mismo también encajó dos rabias de pintura en la pared de la audiencia, que consagrava en el comicio. La una tenía a Nemea sentada sobre un león, con una palma en la mano, y delante della estava un viejo con un bastón, sobre la cabeza del qual está pendiente una tabla de un carro con dos cavallos. Nicias escrivió haverla él quemado. Es cieno que usó desra palabra.2 En la Otra tabla hay una cosa admirable, que es un hijo, muchacho pequeño, ser muy semejante al padre viejo, salva la diferencia de la edad, y bolando sobre ellos una águila que tiene asido un dragón en las uñas. Filócraces afirmó ser ésta obra suya. Grandísima es la potencia desea arre, si alguno considera aun solamente esta tabla, pues por ocasión de Filócraces estima el Senado y pueblo romano cantos siglos a Glaución y a su hijo Aristipo, aunque fueron ignobilísimos. Puso también Tiberio César, emperador de ninguna suerte tratable, en el templo del mismo Augusto, las pinturas que después señalaremos.


EL INTERPRETE

1(La Scena). Teatro para hazer fiestas, como escrive Ulpiano, De his qui not. inf., lib. 11, por autoridad de Labeón. Huvo déstas varios géneros: unas se llamavan trágicas, en que havía colunas, palacios reales, estarnas, escudos y célebre aparato. Otras cómicas, con más moderada apariencia y adorno. Otras satíricas, con montes, arboledas y cuevas. Y otras havía versátiles, que se movían súbitamente con máquinas, mostrando con diferente pintura varias y admirables formas. Deste nombre usó Virgilio, pintando un puerco de Africa, en el libro 1 de la Eneida. 2(Usó desta palabra). Dando a encender que la havía vendido de valde.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a