CAPITULO II


Honra de imágenes


Con la pintura de las imágenes duravan por largo tiempo las figuras al natural muy semejantes, lo qual de todo punto dexó de usarse, porque ya se ponen los escudos de cobre y los rostros de plata. Múdanse las cabezas de las estatuas, con incógnitas diferencias de figuras, mudando también la gustosa y vulgar anrigüedad de versos. De tal suerte, codos quieren más que se mire la materia que el ser conocida su figura. Y entre estas cosas hazen cubiertas para las tablas y pinturas antiguas y honran las figuras agenas, no juzgando que está la honra sino solamente en el precio, para que el heredero las quiebre y el lazo del ladrón las quite, y así, no viviendo la figura y retrato de alguno, dexan no sus imágenes, sino imágenes del dinero. Estos mismos adornan las palestras y lugares donde se untan con imágenes de athletas, y traen por los aposentos el rostro de Epicuro y le llevan al rededor consigo. Sacrifican a su nacimiento el vigésimo día de la Luna y guardan en todos los meses las ferias, a las quales llaman icadas, y principalmente aquellos que, aun viviendo, no quieren ser conocidos. Así, es cierto, la negligencia destruyó las artes: y porque no hay imágenes de los ánimos, se menosprecian también las de los cuerpos. De otra manera, acerca de los amiguos, en los patios estava n estas cosas para que fuesen viseas, no estatuas de artífices estrangeros ni de bronce o mármol, sino retratados en cera se ponían los rostros cada uno en su caxa, para que huviese imágenes que acompañasen las honras funerales y mortuorios de la familia, y siempre en muriendo alguno estava presente todo el pueblo o personas que havía havido en algún tiempo de aquel linage, y los epitafios de sus nombres, honras y hechos discurrían con líneas al rededor de las imágines pintadas, y los caxones se llenavan de libros y de memorias de las cosas hechas en el Magistrado.

Otras imágenes de valerosos ánimos estavan fuera de los zaguanes, cerca de las puertas, con los despojos de los enemigos fixados junco a ellas, las quales no podía quitar, aunque se vendiese la casa, el que la comprava, y así criunfavan también las mismas casas, aunque se mudasen los dueños, y esto era un grande estímulo, reprovando los edificios que el señor que no havía visto la guerra entrase en ageno triunfo. Está presente hoy la indignación de Mesala, orador, que prohibió que no se juntase a su familia la imagen agena de los Levinos. Por otra semejante causa, Mesala el viejo escrivió aquellos libros de linages, porque como pasase por el patio de Scipión Africano y viese en él la de Salucios (que éste havía sido su sobrenombre) por adopción tesramencal, iva cundiendo noca con deshonor en el nombre de los Scipiones Africanos. Pero séame lícito dezir, con licencia de los Mes: las, que mentir imágenes de personas ilustres, puesta la suya entre ellas, era algún amor de las virtudes. Y cosa mucho más honesta y honrosa, que merecer que ninguno desease las suyas. No se deve pasar en silencio una nueva invención, porque no solamente en las librerías se dedican, de oro y de plata y cobre, figuras de aquellos cuyas inmortales almas hablan allí en los mismos lugares con sus obras, pero aun aquellas que no son, se fingen y conciben y pareo deseos los rostros no retratados, como sucede en Homero. En lo qual (según yo entiendo) no hay apariencia alguna de felicidad mayor que siempre desear todos saber quál haya sido alguno. Asinio Polión inventó esto en Roma, el qua! fue el primero que, dedicando librerla, hizo cosa pública los ingenios de los hombres. No podré dezir, fácilmente, si los reyes de Alexandría y de Pérgamo fueron los primeros que comenzaron muy a porfía a instituir y juntar librerías. Pero que antiguamente se deleytasen mucho con amor de las imágenes, son testigos aquel ártico amigo de Cicerón, que escrivió dellas un libro, y Marco Varrón, el qual con benignísima invención engirió en la fecundidad de sus libros no solamente los nombres de serecienros hombres ilustres, sino de alguna manera sus imágenes, no sufriendo que las figuras se perdiesen o que la antigüedad del tiempo tuviese fuerza contra los hombres, siendo por la invención desea dádiva embidioso también a los dioses, porque no solamente dio inmortalidad pero los embió a todas las tierras, para que pudiesen estar presentes y encerrarse en rodas partes.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a