CAPITULO XIV


Del hierro y de sus mineros y diferencias


Próximamente se deven mostrar los metales de hierro, bonísimo y malísimo instrumento de la vida. Porque con éste abrimos y hendemos la tierra, sembramos las plantas, ponemos los jardines y, podando cada año las vides, las hazemos rejuvenecer. Con esto fabricamos las casas, cortamos las piedras, y para otras innumerables cosas usamos del hierro. Pero del mismo usamos para las guerras, muertes, latrocinios, no solamente desde cerca, pero arrojado desde lexos con la mano y con instrumento que buela, unas vezes despedido con máchinas, otras con astas y a vezes con emplumadas saetas; la qual juzgo ser la más fraudulenta maldad del humano ingenio, pues, para que llegase al hombre con mayor velozidad y ligereza la muerte, la hizimos ave y dimos plumas al hierro. Por lo qua! esta culpa se deve atribuir al hombre y no a la Naturaleza. Con algunas experiencias se ha provado que el hierro puede ser inocente. En la convención y contrato que hizo Porsena con el pueblo romano, después de haver expelido los reyes, hallamos que expresamente nombraron que ninguno usase del hierro si no fuese en la agricultura y, como escrivieron antiquísimos autores, no es cosa segura escrivir con pluma de hierro. En el tercero consulado del Magno Pompeyo, se hizo un edicto en el tumulto de la muerte de Clodio, el qua!prohibía que no se pudiesen tener armas algunas en Roma. Pero la misma vida nunca ha dexado de honrar también al hierro. Aristónidas, artífice, queriendo declarar el furor de Athamante, el qual, haviendo despeñado a Learcho su hijo, estava delante arrepentido del hecho, mezcló hierro y cobre, para que, con su moho reluziendo por el resplandor de cobre, se declarase el rubor de la vergüenza. Esta estatua está hoy en Thebas. También está en la misma ciudad un Hércules de hierro, el qual hizo Alcón, induzido con la paciencia de los trabajos de aquel Dios. También vemos en Roma tazas de hierro dedicadas en el templo del vengador Marte. Opónese la misma benignidad de Naturaleza, que saca del mismo hierro su castigo con el orín y moho, y con la misma providencia no haze cosa más mortal entre todas las cosas que aquello que es dañosísimo a la mortalidad.

Mineras de hierro casi se hallan por todas partes. Porque también lo engendra una isla de Italia llamada Elva. Y conócese facilísimamente con el manifiesto color de la tierra. Pero tiénese el mismo orden de cozer las venas. Solamente en Capadocia hay duda si el agua o la tierra haze el hierro, porque mojada la tierra con cierto río, y no de otra manera, sale hierro de las hornazas.

Es muy numerosa la diferencia del hierro. La primera consiste en la calidad de la tierra y del ayre. Porque en algunas partes se cría blanco, y muy vezino a plomo; en otras frágil y carcomido, del qual se ha de huir para uso de ruedas y para hazer clavos, para lo qua! es buena la primera especie. Otro agrada sólo en cosas breves y en armaduras de los pies. Otro se enmohece muy presto, y todas aquellas masas se llaman escrituras, lo qual no hay en otros metales, y púsoseles este nombre a stringenda acie (que es debatir y adelgazar las puntas o cortes de instrumentos de hierro).1 También hay grande diferencia de hornazas. Porque en unas se cueze el cuesco o médula del hierro para endurecer el corte. En otras de otra manera para condensar los ayunques y las bocas de los martillos. Pero la mayor diferencia está en el agua, en la qual se zabulle estando el hierro hecho ascua. Esta agua, siendo en unas partes y en otras mejor, ennobleció algunos lugares con la fama del hierro, como a Bilbilin2 y a Turriasón,3 en España, y a Como en Italia. Aunque en estos lugares no hay mineras de hierro. Pero, de todas las especies de hierro, es aventajado el hierro sérico. Esto embían los seras con sus vestiduras y pieles. En segundo lugar se da la ventaja al párthico. Y ningunas otras especies de hierro se labran solas para hazer firmes cortes; con los otros es cierto que se mezcla. En nuestra tierra es más blanda su juma. En algunas partes procede su bondad de la vena, como en Noruega; en otras de la manifactura o labor, y en Sulmón del agua, como ya diximos. Porque cierto es que difieren, para dar filos a la herramienta, las afiladeras vañadas con azeite o con agua, y con azeite se haze más sutil el corre. Y es cosa admirable que, conociéndose la vena, se derrite y liqúa el hierro a manera de agua, y después se quiebra hecho esponjas. Las herramientas más sutiles, hay costumbre de templarlas metiéndolas, quando están encendidas, a que se apaguen en azeite, porque metidas en agua no se endurezcan de suerte que fácilmente salten y se quiebren. La sangre humana toma venganza del hierro, porque tocado con ella se enmohece con más presteza.

De la piedra imán trataremos en su lugar, y de la amistad y concordia que tiene con el hierro. Sola esta materia recibe y toma fuerzas de aquella piedra, y la retiene largo tiempo, asiendo un hierro a otro, de suerte que se ve algunas vezes una cadena de anillos: y el vulgo ignorante lo llama hierro vivo. Y las heridas hechas con tal hierro se hazen más ásperas y peligrosas. Esta piedra nace también en Cantabria, pero no aquella piedra imán verdadera con aspereza continuada, sino con esparcido ampollamiemo. Así lo llaman. No sé si sea tan útil para fundir el vidrio, hasta aora no lo ha experimentado alguno. Pero de la misma manera inficiona la punta del hierro que la piedra imán. Dinócrates, architecto de Alexandría, havía comenzado a embobedar con la misma piedra el templo de Arsinoes, para que pareciese estar pendiente en el ayre su estatua labrada de hierro. Pero sobrevino la muerte suya y de Ptolomeo, el qual havía mandado a su hermana que se hiziese. La vena del hierro es más larga que la de todos los metales. A la parte marítima de Cantabria, que es vañada del mar Occéano, hay un monte de grandísima altura,4 y parece cosa increíble que todo es desea materia, como diximos tratando del circuito del Occéano.


EL INTERPRETE

1(De instrumentos de hierro). Esto es, el azero. 2(Bilbilin). Hoy Calatayud. 3(Turriasón). Hoy Tarazona. 4(Hay un monte de grandísima altura). Montañas de Vizcaya.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a