PROEMIO


Aora se dirán los metales y las riquezas y precios de las cosas, buscándolas el cuidado de los hombres de muchas maneras dentro de las entrañas de la tierra; porque en unas partes para las riquezas se cava, buscando la vida de los hombres el oro, la plata, electro1 y cobre. En otras partes, para deleites, las piedras preciosas, y para las paredes y dedos varios colores.2 En otras partes, para la temeridad, el hierro y azero, más agradable que el oro entre las guerras y muertes. Perseguimos todas sus venas y vivimos sobre la tierra, que está debaxo cavada, admirándonos que algunas vezes se abra o que se estremezca, como si esto también no se pudiese manifestar con indignación de la sagrada madre. Vamos entrando por sus entrañas, y buscamos las riquezas en las sillas de los dioses infernales, como si fuese poco benigna y fértil por la parte que la pisamos. Entre estas cosas lo mínimo se busca por razón de los remedios, porque ¿quién hay que cave tanto por causa de la medicina? Aunque también da estas cosas en su superficie, como aquella que de ninguna manera es avara o corta, sino fácil en todas las cosas que aprovechan. Pero aquellas cosas que la tierra ocultó y encerró en lo profundo, aquellas que no nacen, aquéllas nos aprietan y fatigan, aquéllas nos llevan a los infiernos. Para que balando repentinamente el entendimiento a las cnsas vanas, repute quál vendrá después a ser el fin, queriendo en todos los siglos vaziar la tierra hasta que la penetre la avaricia. ¿Quán inocente, quán bienaventurada, y también quán delicada y senzilla fuera la vida, si no deseara otra alguna cosa, sino las que están sobre la tierra, y brevemente sólo aquello que tiene consigo? Sácase cavando el oro, y junto a él la crisocola,3 para que guardando el nombre del oro parezca más preciosa. Poco era haver hallado una peste para la vida, si no estuviera también en precio el excremento del oro. Buscava plata la avaricia, y tuvo por bueno haver hallado entre tanto el minio o azarcón, y pensó qué uso tendría esta tierra coxa. ¡Oh, ingenios prodigiosos, de quántas maneras aumentamos los precios de las cosas! Juntose el arte de la pintura, y cinzelando y dorando encarecimos el oro y la plata. Aprendió el hombre a provocar la naturaleza, y los irritamientos de los vicios aumentaron el arte. Ayudó esculpir luxurias en las tazas y bever por deshonestidades. Después se tuvieron en poco estas cosas y comenzaron a despreciarse, y huvo demasía de oro y plata. Cavamos de la misma tierra las murrhinas4 y cristales para vasos, a los quales diese precio la misma fragilidad. Esta es la prueva de las riquezas; ésta se tiene por verdadera gloria de abundancia y grandeza, tener lo que en un momento puede rodo perecer, y no fue esto harro sino que bevemos con multirud de piedras preciosas y cubrimos los cálizes de esmeraldas; y por causa de la embriaguez, ayuda tener y señorear la India y ya el oro es cosa accesoria.


EL INTERPRETE

1(Electro). Metal diferente del electro que mana de las peñas en el mar Germánico, como betún y, congelado, se haze piedra, llamada ámbar, carabe o succino. 2(Varios colores). Como de jaspes, pórfiros, cornerinas, ágatas y turquesas, o de bermellón o minio y otros minerales; pinturas para las paredes y adorno para los dedos, en matizadas sortijas. 3(La crisocola). Se haze de un jugo limoso que corre por las venas del oro y se condensa y endurece allí como piedra. 4(Las murrhinas). Piedras preciosas. Déstas trata largamente Plinio en el lib. 37, cap. 2. Deltas hizo relación Marcial en el lib. 13, diziendo: Surrentina bibis? nec murrhina picta nec aurum posce: dabunt calices haec tibi vina suos.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a