CAPITULO XI


De la superflua demasía, y templada modestia en vasos y camas de plata, y quándo se hizieron fuentes o platos muy grandes y suntuosos


La maravillosa inconstancia del humano ingenio varía los vasos de plata, no aprovando por largo tiempo alguna suerte de oficina, porque unas vezes buscamos los vasos furnianos, otras los clodianos, otras los gracianos (que es cierto haver adoptado las tiendas a las mesas), otras vezes buscamos los vasos anagliptos, cinzelados con aspereza al rededor de las pinturas de líneas. Ya también ponemos las mesas con repositorios para los platos, y para sustentar los manjares escavamos los lados, y es de importancia lo mucho que ha destruido la lima. Calvo, orador, se duele y quexa de que los vasos de cozina se hagan de plata, pero nosotros hemos inventado el esculpir, cinzeladas de plata, las carrozas y, en nuestra edad, Popea, muger del emperador erón, hazía poner herraduras de oro a sus más estimados jumentos. Africano el menor dexó a su heredero treinta y dos libras de plata, y el mismo, quando triunfó de los cartaginenses, truxo a Roma quacro mil y quatrocientas y setenta mil libras: esro tuvo de plata roda Cartago, aquella émula del Imperio, y roda aquella plata está aora en aparato de las mesas. Después, haviendo vencido y destruido a Numancia, el mismo Africano dio en el triunfo a los soldados diez y siete mil libras. ¡Oh varones dignos de aquel capitán, Jos quales tuvieron esto por suficiente! Alobrógico, su hermano, fue el primero que tuvo mil libras. Pero Livio Druso, siendo tribuno de la plebe, tuvo onze mil. Y ya se tiene por fábula contar que un viejo, haviendo triunfado, fue notado de los censores porque tenía cinco libras. A Cato Aelio, hallándole los embaxadores de los aerolos en su consulado que estava comiendo en vasijas y platos de barro, le embiaron baxilla de plata y no la quiso recebir: y dizen no haver tenido hasta que murió cosa de plata, sino solos dos vasos para bever que Lucio Paulo su suegro le dio por su virtud, haviendo vencido al rey Perseo. Hallamos haver dicho los embaxadores de los cartaginenses que ningunos de los hombres vivían más benignamente entre sí que los romanos, porque con un mismo vaso de plata havían cenado todos. Pero es cierto que Pompeyo Paulino, hijo de un cavalleco romano a relatense, fue echado de su patria por tener en el exército doze libras de plata, y sabemos haverse opuesto contra ferocísimas gentes. Pero ya ha mucho tiempo que se usa cubrir de plata todas las camas o lechos de las mugeres, y algunas salas donde ponen las mesas para fiestas de bodas, que llaman triclinias. A las quales se cuenta que Carvilio Polio, cavallero romano, fue el primero que puso en ellas plata, no para cubrirlas o para hazerlas de forma o figura deliaca, sino púnica, y el mismo las hizo también de oro. Y no mucho después imitaron los lechos deliacos de plata. Todo lo qual limpió la guerra civil de Sila. Porque muy poco antes deseo se hizieron estas cosas y fuentes o platos de cien libras de peso, de las quales havía entonces en Roma más de quinientas, y por ellas fueron muchos desterrados, con engaño de los que las deseavan. Avergüéncense las historias, las quales imputaron las guerras civiles a estos vicios. Más fuerte fue nuestra edad. En el imperio de Claudio, un criado suyo drusilano, llamado Rotundo, dispensador de la España Citerior, tuvo una fuente de cincuenta libras, y para fabricarla se edificó primero la oficina, y sus compañeros tenían ocho de cincuenta libras y, pregunto, ¿hazíanse para que las llevasen muchos de sus criados o por los que cenavan en ellas? Cornelio Nepos escrive que antes de la viroria de Sila havía en Roma solamente dos triclinios de plata, y Fenestela, que murió el último año del imperio de Tiberio, dize que en su tiempo se comenzó a usar el añadir plata en los repositorios o aparadores, y poco adelante se usó hazer encima bóvedas o artesones. Pero poco antes dél dize que eran los triclinios de madera, redondos y mazizos, y que no eran mucho mayores que las mesas. Y que, siendo él muchacho, se comenzaron a hazer quadradas y encajadas o cubiertas de acre o de cedro. Después se añadió plata en los ángulos y unas líneas por las junturas. Pero que siendo mozo se llamavan campanas, balanzas y platos, a los quales llamavan los antigu os mágidas.1 Y no solamente era grande la cantidad de plata para uso de la vida, sino que casi era mayor el precio de labrarlo. Y esto era ya muy antiguo, para que perdonemos a los de nuestros tiempos. Cayo Graco tuvo unos delphines que costaron a cinco mil sextercios la libra. Y Lucio Craso, orador, compró dos tazas esculpidas de mano de un artífice llamado Mentor, en cien mil sex tercios, pero él confesó que nunca se a trevió a usar dellos por vergüenza. Y sábese por cosa cierta que tuvo el mismo vasos comprados a seis mil sextercios cada libra. La Asia, quando fue vencida la primera vez, embió la demasía y superfluidad a Italia. Porque Lucio Scipión, en su triunfo, truxo qua trocicntas y cincuenta mil libras de plata labrada con cinzel y cien mil libras de vasos de oro, año de la fundación de Roma quinientos y sesenta y cinco. La misma Asia, ya sugeta, afligió mucho más gravemente las costumbres y mucho más inútil fue la herencia de aquella viroria siendo muerto el rey Atalo, porque entonces se perdió en Roma la vergüenza de comprar en almonedas de rey, año de seiscientos y veinte y seis de la fundación de Roma, y en los cincuenta y seis años medios fue enseñada y amaestrada la ciudad, no solamente a admirarse de la riqueza y opulencia de los estrangeros, sino también a amarla. También fue de grandísima consideración y momento para arruinar las buenas costumbres. La viroria de Achaya, la qua! sucedió en este mismo tiempo, año seiscientos y ocho de la fundación de Roma, cruxo las estatuas y tablas pintadas, porque no faltase cosa alguna. Juntamente con esto nació la luxuria, siendo destruida Carthago, queriéndolo así los hados, para que abrazasen los vicios y fuese lícito pecar, y de aquí pareciese bien a alguno de los viejos. Cayo Mario, después de la vitoria que tuvo contra los cimbros, se dize que bevía con cántaros a exemplo del padre Baco. Este fue aquel arador de Arpinas y soldado de esquadra, emperador.


EL INTERPRETE

1(Mágidas). Otros leen “parópsidas”.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a