CAPITULO X


Del superfluo dinero y de aquellos que tuvieron grandes riquezas, y quándo el pueblo romano esparció la primera vez moneda


No havía entre los antiguos más número de hasta cien mil y, así, hasta aora también se multiplican éstos, como diziendo diez vezes cien mil o más. Esto hizo la rema y la moneda batida, y así se llama también hasta aora, la renta, ces aliemem o dinero ageno. Después fueron llamados divites o ricos los que tenían remas, porque sabida cosa es que el primero que recibió este nombre desvelaba y cozía a sus deudores. Marco Craso, que era de la misma gente, negava ser rico el que con la rema de cada año no pudiese sustentar una legión. Este poseyó en sus campos dos mil sextercios y fue el más rico romano después de Sila. Y no le satisfizo esto, sino que tuvo hambre de codo el oro de los parthos. Y cierto para haver ocupado nombre de bonísimo (porque ayuda a perseguir esta insaciable codicia de rener) a muchos conocimos después mucho más ricos, haviendo sido primero esclavos. Y entre ellos, en tiempo del principado de Claudio, huvo tres juntos, que fueron Pallante, Calisto y Narciso. Y dexados éstos porque hasta aora gozan de sus riquezas, siendo cónsules Cayo Asinio Gallo y Cayo Marcio Censorino, a veinte y siete de enero, Cayo Cecilio Claudio Isidoro declaró, por su testamento, que havía perdido con la guerra civil muchas cosas, con todo eso dexava quatro mil y ciento y diez y seis esclavos y tres mil y seiscientas yuntas de bueyes y dozientas y cincuenta y siete mil cabezas de otros ganados y seiscientos mil sextercios de contado. Y mandó que en su mortuorio y obsequias se gastasen onze mil sextercios. Pero amontonen riquezas sin número, ¿qué parte tendrán las de Ptolomeo? El qual escrive Varrón que, haziendo Pompeyo guerra junto a Judea, sustentó a su costa ocho mil hombres de a cavallo y tuvo mil combidados, y Jos puso otros tantos vasos para bever de oro, y mudavan los vasos con los manjares. Y qué parte son estas riquezas (y no hablo aora de reyes) con las de Pithio de Bitinia, el qual dio al rey Darío un plátano de oro y aquella noble vid, y dio de comer a todo el exército de Xerxes, que era de setecientos y ochenta y ocho mil hombres, y prometió darlos la paga y pan para cinco meses, porque de cinco hijos siquiera le concediesen uno para su vejez. Compare también alguno a este mismo con el rey Creso (¡oh mal grande!) ¿qué locura es desear en la vida aquello, que o ha sucedido tenerlo también los esclavos o que el deseo aun no ha hallado fin en los reyes? El pueblo romano comenzó a esparcir moneda siendo cónsules Spurio Postumio y Quinto Marcio; tanta abundancia havía de dineros que los dio a Lucio Scipión, de los quales hizo fiestas y espectáculos. Porque haver dado algunos sextantes de cobre para las exequias a Agripa Menenio, esto no diré haver sido dádiva de largueza, sino de honra y necesidad por la pobreza de Agripa.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a