CAPITULO IV


Razón natural de hallar el oro y quándo se hizo dello la primera estatua y medicinas del oro


El oro se halla en nuestro orbe, para que dexemos aora lo que se halla en la India, y lo que sacan las hormigas y grifos en tierra de los scithas. Entre nosotros se halla de tres maneras: o en las arenas de los ríos, como en el Tajo de España, en el Pado de Italia, en el Hebro de Tracia, en el Paetolo de Asia y en el Ganges de la India. Y no hay oro alguno más puro, porque, con la corriente de las aguas y ludir de las arenas, queda muy limpio y acendrado. De otra manera se cava en las minas de los pozos, o en las ruinas de los montes, y así pondremos el orden de uno y de otro. Los que buscan oro, ante rodas cosas quitan el ségulo:1 así se llama la señal que da indicio dello. La mina donde está esto y las arenas se lavan, y de aquello que haze asiento abaxo se toma conjetura, de suerte que algunas vezes con rara felicidad se halla luego en lo alto de la derra, casi en la superficie. Como sucedió poco ha en Dalmacia, en el imperio de Nerón, que cada día sacavan cincuenta libras, haviéndose ya hallado en lo alto de Jos céspedes. Y si aquella tierra está debaxo del oro, la llaman alutación. Pero los montes de España, secos y estériles y en Jos quales no se engendra otra cosa alguna, son forzados a ser fértiles con este bien. A lo que se caba de los pozos llaman canalicio y, otros, canalieose, y sácase pegado al cascajo o arena de mármol, no de aquella manera que en el Oriente resplandece en el saphiro y en el thebayco y en otras piedras preciosas, sino rodeando las migajas del mármol. Estas canales de venas van por el mármol y por los lados de los pozos, por una y por otra parte, y de aquí tomó el nombre, quedando pendiente la tierra y apuntalada con colunas de madera. Lo que se ha sacado cavando, se desmenuza, lava y quema, y se muele hasta hazerse polvo. Porque, lo que muelen en morteros, lo llaman apiláscude, y plata lo que sale del horno por sudor. El excremento que se arroja del vaso, en qualquiera metal se llama escoria. Esta, en el oro, se cueze otra vez y se muele. Los vasos o crisoles se hazen de tasconio. Esta es una tierra blanca semejante a arzilla, porque ninguna otra hay que sufra el soplo y fuego y la materia ardiente que contiene en sí. El tercer orden y modo de sacar el oro vencería las obras de los gigantes, porque, hechas cuevas por largos espacios, cavan los montes con luzes de candiles, y ellas mismas son la medida del trabajo y vigilias, y en muchos meses no se ve el día. A este modo de sacar el oro llaman arrugias, y súbitamente se suelen hundir las quiebras, que se hienden en un instante y cubren súbitamente los trabajadores dexándolos allí sepultados, de suerte que ya parece menos temerario buscar en lo profundo del mar las perlas, tanto más peligrosas hemos hecho las tierras. Por esta causa se dexan muchos arcos para sustentar los montes. Hazen comradición y cscorvo en el uno y orco modo de sacarlo; los peñascos de pedernales que se encuentran: estos rompen con fuego y vinagre. Pero muchas vezes porque en las cuevas el vapor y el humo ahoga, los quebrantan y rompen con martillos de hierro de ciento y cincuenta libras, haziéndolos cierra, y lo sacan en los ombros de día y de noche, enrregándolo unos a otros de mano en mano por aquellas tinieblas: solos los últimos veo la luz. Si la peña de pedernal parece ser muy larga, siguen la vena por el lado y con quietud hazen fosa al rededor. Pero en el pedernal se tiene por más fácil la obra. Porque hay una tierra de cierro género de arzilla2 mezclada con guijas (llámanla cándida) que es casi inexpugnable. Esta rompen con cuñas de hierro y con los mismos martillos: y entienden no haver cosa más dura, si no es que entre todas las cosas es durísima la hambre del oro. Acabada la obra, las cabezas de los arcos por lo último se abren y hienden, y dan señal de ruina. Y sólo la conoce aquel que es vigilante en la altura del monte. Este, con la voz y golpes, manda a los obreros que de presto se aparten y juntamente él buela huyendo. Quebrantado el monte, cae por sí mismo, con tao grande estruendo que no se puede significar con el encendimiento humano, y con un viento increíble. Esperan los vencedores la ruina de naturaleza. Pero aun hasta allí no hay oro, ni sabían que lo huviese quando cavavan. Y para vencer tamos peligros fue harta causa esperar lo que deseavan. Hay después otro igual trabajo, o de mayor cosca. Y es traer, para lavar esta ruina, ríos de las alturas de los montes y muchas vezes cien millas de distancia. Y creo que se llaman arroyos, de aquella obra de arroyar, y cierto que éste es grande trabajo. Conviene nivelar bien la corriente, para que se goze quando se eche el agua: tráese pues de partes altísimas. Los valles y intervalos de quiebras se juntan con canales puestos sobre puentes. En otras partes se rompen vivas peñas por donde no hay camino, y cavadas, hazen en ellas asiento para las vigas. Aquel que las pica está colgado con sogas, de suerte que el que lo ve desde lexos piensa ser alguna feroz especie de aves. Estos, por la mayor parte estando pendientes colgados en el ayre, nivelan y fixan y señalan las líneas para el camino. De suerte que no hay Jugar donde pueda fixar el hombre las plantas. Pero colgados en el ayre los obreros, como demonios, pruevan con las manos la tierra para conocer su vicio. A este género de tierra llaman urión, y así guían sus conductos por pedernales y piedras, y huyen del urión. En lo alto y cabeza del despeñadero de adonde ha de caer el agua, en las cejas de los montes se cavan unas piscinas o estanques de dozientos pies de ancho hazia todas partes y de diez en hondo, y en éstos dexan cinco desaguaderos quadrados casi de a tres pies, y en escando lleno el estanque, quitadas las compuertas conque estava cerrado, sale con tao grande ímpetu la corriente que trabuca y se lleva las piedras. Después, aun en lo llano, queda otro trabajo. Cavan fosas en que vaya a parar el agua, a las quales llaman agogas. Estas las hazen con gradas. Hay una mata fruticosa, llamada úlex, semejante a romero, áspera y que retiene el oro. Cierran los lados con tablas y cuelgan por los despeñaderos estas matas, y desea manera corre la canal desde la tierra al mar. Por estas causas aprovechó España, en el primer género, aquellas que se sacan con inmenso trabajo, para que no se ocupen con pozos, se riegan desta manera. El oro buscado con arrugia no se cueze si no luego es perfeto y acendrado, y así se hallan masas dello, y también en los pozos, las quales exceden de diez libras. Los españoles las llaman palacras, y otros palacranas: los mismos a lo que es menudo llaman báluce. El úlex, después de seco, se quema y su ceniza se lava poniendo debaxo un césped de yerva, para que allí se siente el oro. Desea manera dixeron algunos que clavan cada año las Asturias y Galicia y Portugal veinte mil libras de oro, pero que las Asturias produzen la mayor parte. Y en ninguna paree del mundo, por tantos siglos, ha havido esta fertilidad de oro. A Italia, por orden de los padres antiguos, la fue vedado, como diximos, que no se sacase, que de orca manera ninguna tierra havía más fecunda de metales. Y hay una ley Censoria de aquellos que tenían facultad de sacar el oro, la qual prohibía que en el término de Berceli no pudiesen traer los arrendadores más de cinco mil obreros. Hay también otro orden de hazer oro de oropimente, que se cava en Siria para los pintores en lo alto de la cierra, de color de oro, pero fácil de quebrar como piedras especulares. La esperanza havía movido al emperador Cayo, el qual era codiciosísimo de oro, por lo qua! mandó cozer grao cantidad, y es cierto que hizo excelente oro, pero de tan poco peso que senda haver pérdida, havieodo rentado esto por avaricia, aunque se diesen en trueco catorce libras de oropimente. Después nunca fue intentado de otro alguno. En qualquier oro hay alguna placa, aunque con diferente cantidad: en uno la décima, en otro la novena y en otro la otava parte. Solamente en un metal de Francia,3 que le llaman albricarense, se halla que tiene la trigésima sexta parre, y por esto se aventaja a todos los demás.

Adonde quiera que tiene la quinta parte de plata se llama electro.4 Esto se halla en las hoyas y canales. También se haze electro con artificio, añadiendo plata. Pero si excede la qu inta parte no resiste a los martillos. Y con autoridad de Homero tiene también el electro autoridad, el qual escrive que el Palacio Real de Menelao relumbrava con oro, electro, plata y marfil. Lindos, ciudad de la isla de Rodas, tiene un templo de Minerva, en el qua! dedicó Helena un cáliz de electro. Y añade su historia que era del tamaño de uno de sus pechos. La naturaleza del electro es resplandecer más claramente a las luzes de las candelas que la plata. Lo que es natural, también da señales del veneno, porque discurren en los cálices o vasos unos arcos semejantes a los de las nubes con un estruendo de fuego, y así lo manifiestan con dos señales.

La primera estatua de oro, toda maziza, dizen que se puso en el templo de Anarayde,5 antes que se hiziese otra alguna de otro metal de aquella manera, y a ésta llamaron holosphyraron, que en la descripción del mundo significamos con este nombre ser de un dios muy venerado de aquellas gentes. Y fueles robada en la guerra de Antonio contra los parthos. Cuéntase un dicho agudo de uno de los soldados viejos de Bolonia, el qual havía dado de cenar al emperador Augusto; como preguntasen si acaso era verdad que aquel que primero havía violado aquella estatua havía espirado, perdidos los ojos y los miembros, respondió: Es verdad que Augusto cena de una pierna suya y yo soy ese mismo, y todo quamo le doy es de aquel robo. Gorgias Leontino fue el primero de los hombres que se hizo estatua a sí mismo,6 de oro mazizo, en un templo de Delfos, en tiempo de la Olimpiada setenta. Tan grande era la ganancia de enseñar el arte de orar.

El oro de muchas maneras aprovecha en los remedios medicinales. Aplícase a los heridos y a los niños, para que dañen menos los venenos y hechizos que los dieren. También tiene él mismo virtud maléfica, puesto sobre las crías de las gallinas y ganados ovejunos. El remedio es lavarlo después de quitado, y roziar con el agua a los que quisieres curar. Quémase también con un grano de sal, echando tres tanto peso de oro, y después otra vez con dos partes de sal y una de una piedra que llaman schiston. Desta suerte dexa el veneno a las cosas que se queman con ello en un vaso de barro y queda el oro puro y sin corrupción. Lo demás de la ceniza, guardado en un vaso de barro y hecho linimento con agua, sana los empeynes del rostro. Conviene lavarlo con lomemo.7 Sana también las fístulas y las que llaman almorranas. Y si se añade espuma de nitro, cura las llagas podridas y de mal olor. Pero, cozido en miel con melamhio y aplicado en linimento al ombligo, mueve blandamente el vientre. Y Marco Varrón escrive que con ello se cura n las berrugas.


EL INTERPRETE

1(El ségulo). Es una tierra que está encima de la vena del oro, con cuyo color se conoce. 2(Cierto género de arzilla). Esta se saca en Aran juez en grandes piezas y, curada al sol, no hay bronce como ella para las fábricas. El rey don Felipe Segundo hizo aserrar algunas y, como tiene tantos guijarrillos de diferentes colores asidos con aquella arzilla, parecía jaspe vario. 3(En un metal de Francia). Otros leen “en un Jugar de Fra ncia”. 4(Electro). Tiene la quinta parte de plata y las quatro de oro; diéronlo este nombre por el resplandor que tiene, semejante al succino o carabe, llamado también electro, como se dixo tratando del ámbar. 5(El templo de Anatayde). Strabón dize que este templo estuvo en un puerto llamado Cela y que fue edificado por Semíramis y muy reverenciado de los armenios, libro 12. Pero unos dizen que Ana tayde fue Diana y otros que Venus. 6(Hizo estatua a sí mismo). Muchos dizen que no se la puso él a sí mismo sino roda Grecia. Rhodiginio, lib. 11, cap. 25; Valerio, lib. 8, cap. último; Cicerón, De oratore, lib. 3; Atheneo, ex Hermippo, lib. 11. 7(Lomemo). Es cierto color de pintores.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a