CAPITULO I


Quál fue la primera recomendación de metales de oro y del origen de los anillos de oro y del modo que usavan del oro los antiguos y del orden de caballería y del privilegio de los anillos


Quisiera Dios que de todo punto se pudiera quitar del mundo el oro/ sagrada hambre como celebradísimos autores dixeron, desautorizado con desprecios de todos los mejores y más sabios hombres del mundo y hallado para daño y ruina de la humana vida. Quánto más feliz era aquel tiempo, quando las mesmas cosas se trocavan entre sí unas por otras, como se puede creer a Homero que se hazía en tiempo de los troyanos. Porque así (según enciendo) fueron inventados los trats y comercios por respeto del alimento; unos dize que compravan con cueros de bueyes, otros con hierro, y cosas de poca estima. Aunque el mismo, admirado del oro, puso estimación a las cosas, de manera que dixo haver trocado Glauco las armas de oro de cien bueyes,2 con las armas de nueve bueyes de Diomedes. De la qua! costumbre la condenación de las leyes antiguas también en Roma consta de pecunia. Malísimo deliro hizo contra la vida el primero que puso anillo en los dedos, pero no se dize quién fue el que lo hizo: porque yo tengo por fabulosas todas las cosas que se cuentan de Prometheo, aunque también a éste dio la antigüedad anillo de hierro y aquél quiso dar a entender ser vínculo y no ornamento. Pero ¿quién no confesará ser más fabuloso el anillo de Midas, con el qual el que le traía no era visto de alguno? Grande autoridad dieron a las manos, y principalmente a la yzquierda, con el oro, y no a la gente romana, la qua! tenía costumbre de traer el anillo hecho de hierro en señal de militar virtud. De los reyes romanos no fácilmente podré dezir lo cierto. La estatua de Rómulo en el Capitolio no tiéne alguno, ni otra alguna fuera de la de Numa y de Servio Tulio, ni tampoco la de L. Bruto. Esto me admira más en los Tarquinas, los quales tuvieron su origen de Grecia, de donde vino este uso de los anillos, aunque hasta aora los usan en Lacedemonia de hierro. Pero hállase que Prisco Tarquinio fue el primero que dio a su hijo, por haver, siendo muchacho, muerto al enemigo, una ampolla de oro,3 y desde él duró la costumbre de dar aquella ampolla y ornamento, para que los hijos de los que huviesen merecido andar a cavallo tuviesen aquella insignia, {y} los demás un cabestrillo. Y por esto me admiro que esté la estatua deste Tarquina sin anillo. Aunque también veo que se duda del mismo nombre. Los griegos se le dieron de los dedos4 y los antiguos entre nuestros latinos le llamavan úngulo; después los griegos y los nuestros le llamaron symbolo. Pero es cosa manifiesta que, en mucho tiempo, aun el Senado romano no los tuvo de oro, porque solamente a aquellos que havían de yr por embaxadores a naciones estrangeras se les clavan públicamente anillos; y creo que era porque así eran tenidos por honradísimos de los estrangeros, y no havía costumbre de traerlos otros, sino aquellos que por esta causa los havían recebido públicamente, y así triunfavan en el vulgo: y siendo la corona hetrusca, la qua!sustentavan detrás del que triunfava, de oro, pero el anillo que llevava en el dedo era de hierro, siendo por ventura igual el del que triunfava y el del siervo que le sustemava la corona. Así triunfó de Iugurta Cayo Mario, y dízese que no se puso anillo de oro hasta el tercero consulado. También aquellos que por legación o embaxada havían recebido anillos de oro, solamente usavan dellos en público, pero dentro de casa sólo usavan de los de hierro. Por lo qua! hasta aora se embía a la esposa anillo de hierro, y éste sin piedra preciosa. Ni en tiempo de las guerras de Troya veo haverse usado anillos: porque nunca Homero hizo dellos mención, haviéndola hecho de los codicilos o librillos de memoria que embiavan por cartas, y de las vestiduras hechas con arte y de los vasos de oro y de plata, y éstos juntos añudados. Pero nota que no la haze de anillo. También dize que echavan suertes los capitanes contra el desafío y provocación de los enemigos, no con anillos. También pone la fábrica de los dioses, las hevilletas de las cimas y otras cosas del ornamento de las mugeres, como se hizieron al principio para las orejas, sin hazer mención de los anillos. Y qualquiera que fue el primer inventor, lo fue tardamenre y púsolos en las manos yzquierdas, y escondidas; y si la honra estuviera segura, con la derecha hiziera ostentación; y si en esto pudo imaginar también algún impedimento con el uso de asir y exercicar la mano derecha, contra él está el argumento, pues mayor impedimento havrá en la yzquierda con que se ase el escudo. Dize también Homero que enlazavan oro en los cabellos de los hombres, y por esto no sé si el primer uso comenzó de las mugeres. Roma, es cosa cierta que mucho tiempo no tuvo oro, sino muy poco. Y quando haviendo tomado los franceses la dudad se compró la paz, no pudieron juntar sino mil pesos de oro. Y no ignoro haver faltado dos mil pesos de oro, en el tercer consulado de Pompeyo, en el templo de Júpiter Capitalino, que los havía puesto allí a guardar Camilo: y por esto entienden muchos que les fueron dados dos mil pesos. Pero lo que se les añadió fue presa de los franceses, y que ellos lo quitaron a los templos en la parte de la dudad tomada y saqueada. Que los franceses tuviesen costumbre de pelear con oro, Torquato da testimonio dello. Parece, pues, que el oro de los franceses y el de los templos fue otro tanto, y no más, lo qua! fue entendido de los agoreros, haviendo dado doblado Capitalino. Pero esto conviene también advertir de paso, porque tornamos a tratar de los anillos, que la guarda o sacristán de aquel templo fue cogido en hurto y, quebrada en la boca la piedra preciosa de un anillo, al momento espiró; y así feneció el indicio. Fueron, pues, quando más solos dos mil pesos de oro los que tenía Roma quando fue tomada, año trecientos y sesenta y quacro, havieodo ya escritas en el censo ciento y cincuenta y dos mil y quinientas y ochenta cabezas de hombres libres. En la misma ciudad, trecientos y siete años después, lo que Cayo Mario, hijo de Mario, llevó a Praeoeste5 del incendio del Templo Capitolino y de codos los demás templos fue treze mil pesos, los quales debaxo de aquel tírolo los tornó a traer Silla en su triunfo, y siete mil de plata. El mismo de codo lo demás de la vitoria havía llevado el día antes quinze mil pesos de oro y ciento y quinze mil de plata. Pero antes de Cneo Flavio, hijo de Aonio, no se halla que huviese sido más frequente el uso de los anillos. Este, pues, publicados los días fasros,6 los quales pedía cada día el pueblo con grande instancia, a pocos de los hombres principales alcanzó tanta gracia acerca del vulgo, aunque era hijo de padre libertino y escrivano de Apio Cecio, por cuya exhortación havía exceptado y señalado aquellos días, consultando de ordinario con sagaz ingenio, que al fin fue promulgado, que fuese creado edil curul con Q. Aoicio Prenestino, que pocos años antes havía sido enemigo del pueblo; haviendo precedido C. Petilio y Domicio, cuyos padres fueron cónsules. Y fuele añadido a Flavio que juntamente fuese tribuno de la plebe. Con el qual hecho se encendió el Senado con tan grande indignación que se halla escrito en los antiquísimos Anales que arrojaron de los dedos los anillos. Engáñanse muchos, que entienden haver hecho esto mismo los del orden de cavallería, porque también se ha añadido esto: pero pusiéronse los jaezes de cavallos, por los quales se aumentó el nombre de los cavalleros. También se haze relación, en los Anales, que los nobles dexaron los anillos, y no todo el Senado. Esto sucedió siendo cónsules P. Sempronio Longo y L. Sulpicio. Flavio hizo voto de edificar templo a la concordia, si podía reconciliar los órdenes de cavallería con el pueblo. Y como para esto no se señalase dinero de la República, hizo un pequeñuelo templo de metal con las penas aplicadas para esto de las condenaciones de los tratantes, en el sitio llamado Grecostasi, que entonces estava sobre el Comicio, y puso, tallado en una plancha de metal, que aquel templo se havía edificado ciento y quatro años después que el Capitalino y, así, fue hecho quatrocientos y quarenta y ocho años después de edificada la ciudad, y ésta es la primera muestra que hay de los anillos. Pero de que se usasen comúnmente se halla otra señal en la segunda guerra carthaginense, porque de otra suerte no pudiera Aníbal embiar a Carthago tres celemines de anillos. También entre {Scipión} y Druso comenzaron las enemistades de un anillo que se vendía en almoneda: de donde rovo origen y principio la guerra social y la ruina de las cosas, y aun entonces no todos los senadores traían anillos de oro; porque muchos de quien nuestros abuelos tenían memoria y murieron siendo pretores, los traían hasta en su vejez de hierro, como escrive Feoestella de Calfurnio y de Manilio, el qua!havía sido legado de C. Mario en la guerra iugurthina, y muchos escriven lo mismo de aquel L. Fusidio, a quien escribió Scauro su vida. En la familia de los Quincios tuvieron costumbre que ni las mugeres truxesen oro: y la mayor parte de las gentes y de los hombres, aun de aquellos que viven debaxo de nuestro imperio, que no tienen hasta hoy anillos algunos. El Oriente y el Egipto no sella lo que escriven aun aora, sólo se contentan con las letras. De muchas maneras mudó esto (como todas las demás cosas la superflua demasía),7 añadiendo piedras preciosas de exquisito resplandor, cargando los dedos con rico y hazendado censo, como diremos en el libro de las piedras preciosas: y después esculpiendo varias figuras, para que en unas partes se estimase el arte y en arras la materia. Después pensó ser mal hecho violar otras piedras preciosas y, porque no entendiese alguno que las ponía en los anillos para sellar, las ponían enteras. Y algunas aun no las cubrieron con oro por la parte que se encubren con el dedo, y hizieron el oro más vil que mil diferencias de piedras.

Pero, al contrario, muchos no admiten piedras preciosas en los anillos y sellan con el mismo oro. Esto se halló en tiempo del principado del emperador Claudia. También los esclavos ciñen ya el hierro con el oro y otras cosas solas por sí las adornan con puro oro. Y el origen desea licencia con el mismo nombre se declara haverse instimido en Samotracia. Primero havía sido costumbre traer anillo sólo en el dedo que está junto al mínimo. Así lo vemos en las estatuas de Numa y de Servio Tullía. Después los pusieron en el que está cercano al pólice, y también se ve en las estatuas de los dioses. Después le dieron también al mínimo. En Francia y en Bretaña dizen que se usava traerle en el dedo de enmedio. Ahora sólo éste queda libre y todos los demás se cargan dellos y aun también particularmente los artejos con otros menores. Hay algunos que ponen tres jumas en el dedo mínimo y otros ponen en éste sólo uno con que sellan lo que han de sellar. Guárdasé aquél como cosa rara y como indigna de que se injurie con el uso, se saca como de un santuario. Y tener uno en el dedo mínimo, es indicio y ostentación de tener en lo encubierto más preciosas preseas. Otros hazen ya ostentación de su peso. Algunos tienen por fatiga traer más de uno. Otros los llenan de pasta para que sean más ligeros, porque cayéndose entienden estar más seguras las piedras preciosas. Otros encierran venenos debaxo de las piedras preciosas, como Demóstenes, uno de los mayores oradores de Grecia, y tienen ani!los por causa de la muerte; y finalmente por la mayor parte se hazen los anillos para maldades.8 ¡Qué vida fue aquella de los antiguos, y qué inocencia quando ninguna cosa se sellava! Pero aora los manjares y la bevida se libran de la rapiña con el anillo. Esto aprovechó para la muchedumbre de esclavos y criados, y para la mucha gente de fuera de casa, y también por causa de los siervos ha de haver quien los llame por su nombre. De otra manera se usava entre los antiguos, porque los marcipores o lucipores,9 criados de los señores, como eran solos, tenían el sustento en común y junto. Y no era necesario que de los criados se guardase nada en la casa. Aora se compran las viandas que se han de robar, y también quien las robe, y no basta haver sellado las mismas cerraduras, porque a los que están agravados del sueño, o a los que se mueren, los quitan los anillos, y no se sabe en qué tiempo comenzó a haver mayor cuidado y custodia desee instrumento. Pero parece que en los estrangeros podemos entender la autoridad desto acerca de Polýcrates, tirano de Samo, al qual haviéndosele caído en el mar aquel anillo que él amava tanto, se le tornaron a traer en un pez que cogieron: este fue muerto cerca del año dozientos y treinta de la edificación de nuestra ciudad. Su más célebre uso comenzó con el contrato, prueva esto h costumbre del vulgo, porque hasta aora en las promesas se da el anillo. Costumbre traída y continuada desde aquel tiempo, en el qual aun no era más presro y veloz el dar señal o arra:10 de suerte que llanamente podemos afirmar haver comenzado primero entre nosotros los dineros y después los anillos. De los dineros trataremos poco después. Los anillos hizieron distinción entre otro orden y los plebeyos, que eran los que comenzavan a ser célebres, como la túnica diferenciava a solo el Senado de los que traían anillos, aunque esto fue tarde, porque hallamos que todos vulgarmente usavan de la púrpura en vestiduras largas, hasta los pregoneros, como fue el padre de L. Aelio Stilón que por esto le dieron por sobrenombre Preconino. Pero verdaderamente los anillos hizieron un orden medio, que fue tercero entre el Senado y la plebe, el qua! nombre clavan antes los cavallos militares y aora le dan los juezes del dinero. Y no ha mucho tiempo que fue esto, porque ordenando las decurias el emperador Augusto, la mayor parte de los juezes traía los anillos de hierro, y éstos no se llamavan cavalleros, sino juezes. Y el nombre de cavalleros estava en las vandas y compañías de cavallos públicos. Y también no huvo primero quatro decurias de juezes, y apenas se hallavan mil en cada decuria, porque aún no se havían recebido las Provincias a esta merced y beneficio. Y hase guardado hasta el día de hoy que ninguno de los nuevos ciudadanos fuese juez.


EL INTERPRETE

1(Quitar del mundo el oro). {Como dice el Jurisconsulto}, lib. 19, § penúltimo. Nonnunquam aurum gemmis, et margaritis cedere, {observa Jacques} Cujas, lib. 10, cap. 18. 2(Bueyes). Estava en Athenas la moneda señalada con imágines o figuras de bueyes y, así, a las mismas monedas llamavan bueyes y Pausanias, entre los lacedemones, dize que la casa de Polydoro la compraron de su muger con bueyes. 3(Una ampolla de oro). Tenía esta ampolla forma de corazón y traíanla colgando en el pecho, vide Macrobio. 4(De los dedos). Llamáronle dactilon, que significa dedo, comando el nombre del lugar que ocupa; después le llamaron sýmbolo, por ser señal o sýmbolo de nobleza. 5( Praeneste). Vulgo Palestrina.

6(Días fastos). Días de las fiestas y en los que se podía pedir justicia. 7(La superflua demasía). Yguales y aun superiores son las demasías presentes con las pasadas de los romanos, {pero} temo que no sean como en ellos causa de total ruina. 8(Hazeo los anillos para maldades). Otros leen “se hazen maldades de las riquezas con los anillos”. 9(Marcipores o lucipores). Como si dixerao, el muchacho de Marcío o de lucio, o publipor, de Publio, esto era criado o page. 10(Arra). Era lo que se dava en señal del contrato.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a