CAPITULO XV


Medicinas mezcladas


Dizen que con los huevos de las hormigas, triturados con moscas, se ponen negras las cejas. Y si agradare que los ojos de los niños que han de nacer sean negros, dizen que se ha de dar a la preñada a comer un ratón silvestre. Y para que no encanezcan los cabellos, que aprovecha untados con ceniza de gusanos de la tierra1 mezclada con azeyte. Para los niños que padecen con la leche quajada, es remedio el quajo de cordero bevido en agua. O si sucediere daño en el estómago con la leche quajada, se disuelve dado el quajo en vinagre. Para el dentecer, es utilísimo el cerebro de oveja. Con los huesos que se hallan en el estiércol de perro, trayéndolos ligados al cuerpo, se guarece la adustión de los niños que llaman siriasis, y las ramizes o hernias con la

mordedura del lagarto verde, llegándole quando está durmiendo. Después, atado a una caña, se pone colgado al humo, y dizen que, juntamente quando el lagarto espira, queda sano el infante. La saliva de los caracoles, puesta en los ojos de los niños, corrige las pestañas y las engendra. A los herniosos o potrosos, la ceniza de caracoles con incienso y jugo de la clara del huevo, aplicada en linimento por treinta días, los sana. Hállanse en los cuernecillos de los caracoles unas durezas arenosas; trayendo éstas ligadas a sí los niños los facilitan el dentecer. La ceniza de los caracoles, mezclada con cera, impide que no se salga el suelo. Pero conviene mezclar con la ceniza el humor que saliere de la cabeza de vívora punzándola con una aguja. El cerebro de la vívora, ligado al pellejuelo, ayuda a dentecer. Para lo mismo aprovechan los dientes mayores de las serpientes. El estiércol del cuervo, ligado embuelto en lana, cura la tos de los niños. Algunas cosas apenas se pueden contar de veras sin risa, pero no se pueden dexar de dezir, por estar dichas y escritas.2 Mandan curar la hernia o potra del niño con un lagarto verde. Este ha de ser macho, Jo qua!se conoce por una caverna que tiene debaxo de la cola. Y hase de hazer esto, que muerda la parte donde está el mal, por oro o plata o púrpura.3 Después se pone ligado en un vaso nuevo y e cuelga al humo. Detiénese la orina de los niños con ratones cozidos, dándoselos en la comida. Los cuernos grandes dentados de escaravajos4 ligados a los niños, tienen naturaleza de amuletos contra los hechizos. En la cabeza del buey dizen haver una piedrecilla, la qual escupe si teme la muerte. Pero siéndole coreada la cabeza de repente, sacada ésra y ligada a los niños, aprovecha admirablemente al dentecer. También, para el mismo efeto, mandar traer ligado el cerebro del mismo animal y la piedrecilla del limaz o el huesecillo que se halla en la espalda. También ayuda magníficamente el cerebro de oveja, untando con él las encías, como a las orejas la enjundia de ansar aplicada con zumo de alvahaca. Hay unos gusanillos ásperos y lanudos en las yervas espinosas.5 Estos, ligados al cuerpo, curan al momento a los niños, si tienen pegada alguna cosa del alimento en el estómago. El oesipo con un poco de mirra, desatado en dos ciathos de vino, causa sueño, o con enjundia de ansar y vino de mirto; y el cuquillo ave, ligado al cuerpo en un pellejo de liebre. El pico de la garza, ligado a la frente en piel de asno. Piensan que este pico por sí es del mismo efeto bañado con vino. Al contrario, quita el sueño la cabeza del murciélago seca y aligada. Muerto un lagarto en orina de varón, refrena el apetito venéreo de aquel que la beviere. Porque los magos dizen ser éste animal de los medicamentos amatorios. También el estiércol de caracoles y el de palomas, bevido con azeyte y vino, refrena el mismo deseo. Las partes derechas del pulmón de buytre, ligadas en piel de grulla, mueven en los hombres el deseo de Venus. También si beven cinco yemas de huevos de palomas, mezclando con ellas peso de un denario de enjundia de puerco y miel. Los gorriones comidos, o sus huevos. El testículo derecho del gallo, aligado en pellejo de carnero. La ceniza de la ibis con enjundia de ansar y azeyte irino, aplicado en linimento, si la muger ha concebido, detiene el parto. Al contrario dizen que se refrena la Venus con los testículos del gallo peleador, hechos linimento con enjundia de ansar y aligados en piel de carnero. También con los de qualquier gallo de gallinas, si los ponen debaxo de la cama con sangre de gallo. Las cerdas de la cola de la mula, si se arrancan jumas, hazen a las mugeres concebir contra su voluntad, atadas y rebueltas entre sí en el acto. El que echare su orina sobre la orina del perro, dizen que se haze más perezoso y tardo para la Venus. Cosa es maravillosa lo que se dize de la ceniza del estelión (si es verdadero) que, embuelta en un paño de lino, teniéndola en la mano izquierda, estimula y provoca a la Venus y, pasándola a la mano derecha, la impide. También la sangre del murciélago, recogida en un flueco de lana y puesto debaxo de la cabeza de las mugeres, las mueve a luxuria, o la lengua del ansar tomada en manjar, o en bevida. La membrana de la vejez de las culebras, bevida en tres días, quita de todo el cuerpo la enfermedad de piojos. También el suero sacado el queso, bevido con un poco de sal. Si mezclan con el quajo el cerebro de la comadreja, afirman que no se corromperán los quesos con la vejez, ni serán tocados de los ratones. La ceniza de la misma comadreja, si se da en una puche a los pollos de gallinas y de palomas, dizen estar seguros de las comadrejas. Los torcijones y dolores de orina que padecen los jumentos, ligándoles un murciélago se quitan, y, si tiene gusanos en las tripas, trayendo tres vezes al rededor de las partes genitales un palomo bravo. Cosa admirable que, dejado yr el palomo, se muere y el jumento queda Juego libre. Los huevos de la lechuza, dados por tres días en vino a los que se emborrachan, hazen que lo aborrezcan. El pulmón de ovejas, comido asado, preserva la borrachez. La ceniza del pico de golondrina, molido con mirra y esparcida en el vino que se ha de bever, estarán seguros los que lo bevieren de embriagarse. Esto halló Horo, rey de los asirios.

Fuera desto, hay cosas notables de los animales pertenecientes a este libro. Dizen que en Sardinia hay una ave semejante a la grulla, llamada gromphena, desconocida ya también (según imagino) de los mismos sardos. En la misma Provincia hay el ophio, semejante solamente en el pelo a los ciervos, y no nace en otra parte. Los mismos autores nombraron al sirulugo, pero ni escrivieron qué animal sea ni adónde nace. Yo no dudo que le haya havida, haviendo mostrado también medicamentos hechos dél. Marco Cicerón escrive que se llaman byturos unos animales, los quales en Campania roen las vides.


EL INTERPRETE

1(Ceniza de gusanos de la tierra). La ceniza o carbón de las lombrices tiñe admirablemente las canas. 2(Por estar dichas y escritas). De aquí se colige bien el poco crédito que Plinio dio a cosas vanas, teniéndolas por burla y risa, y que las escrive por haverlas hallado escritas, para notarlas por falsas. 3(Por oro o plata o púrpura). Otros leen “por oro o plata o electro”. 4(Escaravajos). Llamado ciervo volador por la similitud de sus cuernos. 5(En las yervas espinosas). Como en las cardenchas. Dalechamp dixo en sus anotaciones haverse de leer: Si quid alimenti exeat, y no baereat, pero yo siento lo contrario.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a