CAPITULO IV


Remedios del perro y de los animales que no son domésticos, sino feroces, y de los que se toman de las aves y contra las mordeduras de los falangios


Por la misma causa cada año en castigo ahorcan perros entre el templo de la juventud y el de Sumano, fixados vivos en una horca hecha de árbol de saúco. Pero las costumbres de los antiguos me obligan a dezir muchas cosas deste animal. Estimavan en tanto los cachorrillos que mamavan, por acomodados para manjar, que también usavan dellos en los sacrificios en lugar de ofrenda para aplacar a los Dioses.1 Con el perrillo nacido por la mañana se haze sacrificio, y en las cenas de los Dioses también se pone la carne de los perrillos. Y haver sido célebres en las cenas ad iciales,2 se muestra en las comedias y fábulas de Planto. Tiénese por cierto no haver cosa mejor contra los tóxicos que la sangre del perro. También parece baver mostrado este animal al hombre a hazer bómitos. Y en sus lugares contaremos orcos usos tomados dé!, alabados admirablemente.

Aora iremos adelante con el orden estatuido. Tiénense por eficaces, contra las picaduras de las serpientes, el estiércol reciente de las ovejas cozido en vino y aplicado por linimento, y los ratones abiertos y puestos sobre la herida, la naturaleza de los qua les no es de menospreciar, principalmente por el consentimiento que tienen de las estrellas (como diximos), creciendo y menguando con la luz de la Luna el número de sus fibras. Escriven los magos que, dado el hígado de ratón en un higo a los puercos, siguen estos animales al que se le da, y que haze también el mismo efeto en el hombre, pero que resuelve su fuerza bevido un ciatho de azeice. De las comadrejas hay dos especies, una silvestre y Otra doméstica: diferéncianse en la grandeza. Los griegos llaman a las silvestres hicridas. La hiel déstas dizen ser eficaz contra los áspides y en otras cosas es veneno. Pero ésta que anda en nuestras casas, y pasa sus cachorrillos cada día (como escrive Cicerón) de una parte a otra, y muda el asiento y sitio, persigue las serpientes. Désta, añejada en sal, se da peso de un denario en tres ciathos de vino a los que han sido heridos dellas, o su quajar lleno de culantro y añejado y bevido en vino. Y el cachorrillo pequeñito de la misma comadreja es también más eficaz. Algunas cosas vergonzosas de dezir son encarecidas con tanta afirmación de sus autores, que no es justo pasarlas en silencio. Porque con aquella concordia o repugnancia de las cosas se engendran las medicinas, como la naturaleza de las chinches, animal suzísimo y que aun al nombrarle causa fastidio, se dize tener virtud contra las mordeduras de las serpientes y principalmente de los áspides, y también contra todos los venenos. Y pruévase con este argumento, porque dizen que las gallinas, el día que las huvieren comido, no las mata el áspid. Y que también las carnes deseas gallinas aprovechan mucho a los que han sido mordidos dél. Deseas cosas que escriven es la más humana untar las mordeduras de serpientes con sangre de galápago. También dizen que con su sahumerio se ahuyentan. Las sanguisuelas asidas en la boca y tragadas de los animales, echando en la bevida chinches dizen que las matan. Aunque algunos untan con éstas los ojos, trituradas con sal y con leche de muger, y las orejas mezclándolas con miel y azeire rosado. A las que son agrestes y que nacen en la malva, quemadas, mezclan con su ceniza azeite rosado y lo infunden en las orejas. Los demás remedios que escriven déstas para la bómica y para las quartanas, y para otras enfermedades, aunque mandan que se traguen en un huevo o encerradas en cera o en una hava, los tengo por falsos y juzgo que no se deve hazer caso dellos. Pero que sean medicina del lethargo, traen para ello razón, porque con ellas se vence la fuerza somnolienta de los áspides, dando siete en un ciatho de agua y, en los años pueriles, quarro. También las pusieron sobre la estangurria y fístula. De tal manera quiso aquella madre de todas las cosas, Naturaleza, no engendrar alguna sin grandes causas. Dizen más, que ligando dos al brazo izquierdo con lana hurtada a los pastores, resisten las calenturas nocturnas, y a las diurnas en un paño roxo. Pero el cientopiés es contrario déstas, y con su sahumerio las mata. Los áspides matan a los que hieren con entorpecimiento y sueño. De todas las serpientes, las heridas déstos son de todo punto insanables: pero si su veneno toca a la sangre o herida fresca, al momento mata, y más tarde tocando en llaga antigua. De otra manera, bevido en qualquiera cantidad que sea, no daña, porque no tiene fuerza consumidota y corruptiva: y así los animales muertos de su mordedura, comiéndolos, no son dañosos. Dudara de contar los remedios que se tornan deste animal si no supiera que Marco Varrón, a los ochenta y ocho años de su vida, escrivió curarse eficacísimamenre las picaduras de los áspides beviendo los heridos su misma orina. La sangre del basilisco, de quien huyen también las mismas serpientes, porque con su olor las mata, y que sólo con mirar al hombre se dize quitarle la vida, celebran los magos con admirables loas, porque se quaja como pez y queda de su color, y disuelto, puesto líquido, se haze más claro que el cinnabaris. Atribúyenle prósperos sucesos en las peticiones de los príncipes y magistrados, y de las rogativas hechas a los Dioses y remedios de las enfermedades y amuletos de los hechizos. Algunos lo llaman sangre de Saturno. El dragón no tiene veneno. Su cabeza puesta debaxo del umbral de la puerta, teniendo propicios con la adoración a los Dioses, prometen que hazen la casa venturosa y bien forrunada. Y que los que se untan con sus ojos añejados y triturados con miel no se espantan con las fantasmas de la noche, aun los que naturalmente son tímidos. Y que la gordura del corazón embuelta en pellejo de dorcades, ligado con nervios de ciervos al brazo, aprovecha para alcanzar vitoria de los juizios. El primer nudo o espondil del espinazo dizen facilitar la entrada para los príncipes. Sus dientes ligados a pies de cabras silvestres, con nervios de ciervos, hazer mansos a los señores y exorables a los magistrados. Pero sobre todas estas cosas es la composición con que las mentiras de los magos hazen a los hombres invictos. Y es la cola y cabeza del dragón con los pelos de la frente del león, y la médula del mismo, y la espuma del cavallo vencedor, y las uñas del perro, ligadas todas estas cosas en cuero de ciervo, y con nervios de ciervo y de dorcada alternadamente, poniendo unas vezes unos y otras, otros, las quales cosas no importa menos contradezirlas que haver mostrado contra las serpientes los remedios, porque éstas son venenos o hechizos de las enfermedades. Las cosas veneoadas huyen de la enjundia del dragón; también de la ponzoña de los ichneumones3 y de los que se han untado con la ceniza de su cuero desatada en vinagre. La cabeza de la vívora puesta sobre la mordedura, o la cabeza de otra que no sea la que hirió, aprovecha sin fin. Y también si alguno la sustenta en un báculo al vapor de agua hirviendo, dizen que preserva de daño. También si alguno, después de haverla quemado, hiziere linimento de su ceniza y se untare. Escrive Nigidio que por necesidad de naturaleza buelven las serpientes al que han herido. Los scitas abren y hazen partes de la cabeza de la vfvora por entre las orejas, para sacar della una piedrezilla, la qual dizen que traga recibiendo espanto. Otros usan de toda la cabeza. Házense de la vívora unas pastillas,4 llamadas de los griegos theriacas, quitando de cada parte quatro dedos, y sacadas las entrañas y todo lo lívido que está pegado a la espina y lo demás del cuerpo cozido en una cazuela con agua y eneldo, y quitadas las espinas y añadida harina floreada: y así hechas pastillas y secas a la sombra, usan dellas para muchos medicamentos, y conviene saber que se haze esto solamente de la vívora. Algunos de la que han purgado, como se ha dicho arriba, toman sola la enjundia y la cuezen con un sextario de azeite, hasta gastar la mitad y, quando es necesario, echando tres gotas desto en azeire, se untan para que huyan de los que se han untado rodas las bestias. Fuera desto es cosa cierta que contra las mordeduras de todas las serpientes, aunque sean insanables, puestas sobre ellas las entrañas de las mismas serpientes, reciben provecho. Y que aquellos que en algún tiempo huvieren bevido el hígado de vívora cozido, nunca después serán heridos de serpientes. La culebra no es venenosa si no es por un mes, instigada de la Luna. Pero cogida viva aprovecha, pistada en agua y fomentando así la mordedura. Fuera deseo se entiende haver en ella muchos remedios, como diremos, y por esta causa es dedicada a Esculapio. Demócriro haze désras algunas cosas monstruosas, para poder entender las vozes y palabras de las aves. Y de Epidauro fue traído a Roma en forma de culebra Esculapio, y vulgarmente se sustenta también en las casas, y si no se quemasen sus huevos con los fuegos, es tanta su fecundidad que no se podrían resistir. El más hermoso género de culebras que hay en el orbe de la tierra es el que vive en el agua; llámanse hidros5 y no son inferiores en el veneno a algunas de las serpientes. Guardado el hígado déstas es auxilio contra sus mordeduras. El alacrán6 triturado es contrario al veneno de las salamanquesas. También se haze de las salamanquesas un mal medicamento. Porque quando se ha muerto alguna ahogada en vino, cubre de granos y ampollas el rostro del que lo beve. Por esta causa la matan en ungüento oloroso, las que insidian la hermosura de las comblezas.7 El remedio para esto es una yema de huevo y miel y nitro. La hiel de las salamanquesas, triturada en agua, se dize que atrae y juma las comadrejas. Entre todos los animales venenosos es dañosísima la salamandra, porque los demás hieren a uno solo de por sí, pero no matan de una vez a muchos. Y no digo lo que afirman algunos, que las demás mueren acusadas de su delito, haviendo herido al hombre, y que no las admite más dentro de sí h tierra; pero la salamandra puede matar pueblos juntos, inadvertidos, porque, si ha subido a un árbol, inficiona toda la fruta con su veneno y a los que la comieren los mara con la fuerza y virtud que tiene de enfriar, sin diferenciarse cosa del acónito. Más, que si se coziese el pan con leña o piedra a quien ésta haya tocado, haze el mismo efeto y daño. O si cayese en un pozo, y esparcida su saliva en qualquiera parte del cuerpo, aunque sea en la última parte del pie, se cae el pelo y cabello de todo el cuerpo. Pero esta tal y tan grande fuerza de veneno la comen algunos animales sin recebir daño, como los puercos, domando su vigor aquella misma contrariedad de las cosas. Y es cosa verisímil que ante todas cosas se extingue su veneno de aquellos que se sustentan della. Las cosas que se cuentan de la bevida de las cantáridas o del lagarto tomado en el manjar, y las demás cosas que son contrarias, ya las diximos y las diremos en sus lugares. Las cosas que dizen los magos de las mismas contra los incendios, como dezir que solamente la salamandra de todos los animales apague el fuego, si fueran verdaderas ya lo huviera experimentado Roma. Sexrio escrive que si las quitan las partes internas y se guardan en miel, con los pies y cabeza, y las toman por alimento, se enciende el apetito venéreo, y niega que con ellas se apague el fuego.

De las aves, la primera de quien se recibe a uxilio contra las serpientes es el buytre, y también se ha notado que los buytres negros tienen menores fuerzas. Con el olor de sus plumas, si se queman, dizen que las ahuyentan. También dizen que los que tienen el corazón desea ave está n seguros del ímpetu, no sólo de las serpientes, sino también de las fieras y de los ladrones, y de la ira de los reyes. Con las carnes de los pollos de gallinas, abiertos de suerte que con su natural calor se apliquen sobre las mordeduras, doman los venenos de las serpientes, y también con su cerebro bevido en vino. Los parrhos quieren más poner sobre las llagas el cerebro de la gallina. También el caldo déstas, bevido, cura esrremadamente, y es admirable para otros muchos efetos. Las onzas y los leones no llegan ni tocan a los que se han untado con ello, principalmente si dentro se ha cozido juntamente ajo. Ablanda y mueve el vientre, y con más fuerza siendo de gallo viejo. Aprovecha también contra las calenturas largas, y para los miembros entorpecidos y trémulos, y para las enfermedades de los artejos y dolores de cabeza y lágrimas de los ojos, inflaciones y fastidios para el tenesmo o pujo, quando empieza; para el hígado, riñones y bexiga, contra las crudezas y suspiros y así hay preceptos de cómo se tiene de hazer. Es más eficaz siendo cozido con berza marina o cibio o alcaparra o apio o yerva mercurial o polipodio o eneldo, y cuézese utilísimamente en tres congios de agua, hasta quedar en tres héminas, con las yervas sobredichas, y dexado enfriar al ayre, darlo por la mañana, antecediendo primero bómiro. No dexaré de dezir una cosa admirable, aunque no perteneciente a medicina. Si mezclan los miembros de las galli nas con el oro, quando se derrite, consumen el oro en sí mismos, y así esto es el veneno del oro. Y poniendo un círculo o gargantilla hecha de sarmiento al cuello de los mismos gallos, no cantan. La carne fresca arrancada de las palomas y de las golondrinas es también auxilio contra las serpientes, y los pies del búho quemados con la yerva plumbágine.8 Tampoco dexaré de poner en esta ave un exemplo de la mágica vanidad: porque fuera de las demás por tentosas mentiras, dizen que puesto su corazón sobre la teta izquierda de la muger que está durmiendo, haze que pronuncie y descubra todos sus secretos. Fuera deseo dizen que, llevado el m ismo corazón a la batalla o pelea, se hazen más ferozes y f uertes, y del huevo de la misma ave muestran remedios para el cabello. Pero, pregunto, ¿quién ha podido ver en algún tiempo huevo de búho, si haver visto a la misma ave es cosa prodigiosa? Y ¿quién lo ha podido experimentar, principalmente en el cabello? También prometen que con la sangre del pollo del búho se encrespa el cabello. Deste género de mentiras se puede entender qué sean las cosas que escriven del murciélago, diziendo que si le llevaren vivo alrededor de una casa tres vezes, y por una ventana se fixare buelta la cabeza a la pared, es amuleto. Particularmente para las ovejas, traído otras tantas vezes alrededor de sus apriscos y colgado de los pies hazia arriba sobre la entrada. También alaban, entre los principales remedios contra las mordeduras de las serpientes, su sangre mezclada con cardo. El falangio9 no es conocido en Italia y hay dél muchas especies: uno semejante a la hormiga, pero mucho mayor, con la cabeza roxa y todo lo demás del cuerpo negro, esparcidas por él unas pintas blancas, contrapuestas unas a otras. Las picaduras déste son más dolorosas que las de la abispa. Vive más de ordinario junto a los hornos y molinos. El remedio suyo es mostrar, al que ha sido heri.do dé!, otro de su misma especie, y para esto se guardan quando se hallan muerros. Y las cortezas déstos, trituradas y bevidas, curan las mismas mordeduras y los hijuelos de las comadrejas, como diximos arriba. También llaman los griegos falangio a una especie de arañas, pero diferéncianlos con nombre de lobos. Otro tercero género o especie hay con el mismo nombre de falangio, que es una araña lanuda, con grandísima cabeza, y, cortada ésta, dizen que se hallan dentro dos gusanillos y que ligados a las mugeres en pellejo de ciervo, ames de salir el Sol, haze que no conciban, como dexó escriro Cecilio en sus Comentarios. Aquella virtud dura un año, la qual sola he querido dezir de todas las medicinas que impiden la concepción. Porque la fecundidad de algunas, llenas de hijos, tiene necesidad desta licencia. Llámase también rhagio, otro semejante a un granillo negro de uba, con pequeñísima boca debajo del vientre, los pies corrísimos, como imperfectos. El dolor que causa después de haver mordido es como de alacrán, y la orina semejante a telarañas regidas. El mismo pareciera ser el asterion, si no se diferenciara con unas listas blancas. Con la mordedura déste se debilitan las piernas. Es peor que uno y otro el verde con lana negra, el qual causa vaguidos caliginosos y bómiros como con telas de arañas. También aún es peor el que sólo se diferencia del crabrón o abejón en las alas. Este pone tábido y consumido al que pica. El mirmecio es semejante en la cabeza a la hormiga, tiene el vientre negro, variado con pintas blancas, atormenta con el mismo dolor que las abispas. Los terrachnaros tienen dos especies, el peor tiene la cabeza dividida por medio con una línea blanca, y otra atravesada. Este haze que se hinche la boca. Pero el que tiene color de ceniza, y que por la parte posterior blanquea, es más lento. Otro que es del mismo color, y que tiende anchísimas telas en las paredes para las moscas, de ninguna manera es dañoso. Contra las mordeduras de todos es remedio el cerebro o sesos de gallina bevido en posca, con un poco de pimienta. También, bevidas cinco hormigas, la ceniza del estiércol de ovejas hecho linimento con vinagre, y las mismas arañas, qualesquiera que sean, podrezidas en azeite. La mordedura del musaraño se sana con el quajo de cordedo bevido en vino y con la ceniza de la uña de carnero con miel, y con el cachorrillo de la comadreja, como se ha dicho en las serpientes. Si huviere mordido a los jumentos, se pone sobre la mordedura un ratón reciente, con sal, o la hiel del murciélago en vinagre. Y también el mismo musaraño es remedio contra sí mismo, abierto y puesto encima. Y si la hembra deste animal, estando preñada, muerde, al momento rebienta. Es bonísimo remedio si se pone sobre la mordedura el mismo que mordió. Pero para este efeto guardan otros en azeire o cubiertos alrededor con barro. Es también remedio, contra su mordedura, tierra por donde ha pasado la rueda del carro, porque se dize que con cierto entorpecimiento de natruraleza no puede pasar por la rodada. Dízen también que la salamanquesa es grandemente contraria a los alacranes, tanto que sólo con la vista los causa espanto y pavor, y un entorpecimiento de sudor frío y helado, y así la dexan podrecer en azeite y la aplican por untura en aquellas heridas. Algunos cuezen en aquel azeite espuma de plata, hasta tomar forma de emplasto, y así las untan. A ésta llaman los griegos colore y ascalaboce y galeore. No nace en Italia. Está toda llena de pecas y haze con los dientes un acerbo ruido, y susténtase comiendo. Y todas estas cosas son agenas de nuestros steliones. Aprovecha también la ceniza del estiércol de las gallinas puesto por linimento, el hígado del dragón, el lagarto abierto y dividido en piezas, el ratón desmembrado; el mismo alacrán puesto sobre su herida, o asado y tomado en la comida, o bevido en dos ciathos de vino puro. Es propio de los alacranes o escorpiones no herir la palma de la mano, ni otra parte si no es haviendo cocado pelos. Qualquier piedrezilla, aplicada a la herida por aquella parte que estava en la tierra, alivia el dolor. Y también una teja cubierta por alguna parte de tierra, aplicada como estava, se dize que libra dél. Pero los que la ponen no han de mirar la herida, y han de guardar que no la dé el sol. Los gusanos de tierra, triturados y puesros encima, aprovechan. Y otros muchos remedios hay déstos, por lo qual se guardan en miel. La lechuza es contraria a las avejas y abispas y abejones y sanguisuelas. También los que tienen consigo el pico de la ave llamada picomarcio no son heridos de éstas. Sonles también contrarias las más pequeñitas langostas, sin alas, a las quales llaman atelabos. Hay también una especie de hormigas venenosas, casi no vistas en Italia. Cicerón las llama solpugas y la Andaluzía, salpugas. A éstas es contrario el corazón del murciélago, y a todas las hormigas; a las salamandras las cantáridas, como diximos. Pero en éstas hay gran questión en el darlas, porque bevidas son veneno para la bexiga, causando grande dolor. A Casino, cavallero romano, conocido por amigo del emperador Nerón, haviendo enfermado con líchenes o empeynes ulcerados en el rostro, deseando el César su salud, hizo llamar a un médico de Egipto que le curase, y como preparase una bevida de cantáridas, le mató con ella. Pero no hay duda aprovechar aplicadas en linimento con zumo de uba tamínea y sebo de oveja o de cabra.10 En qué parte de las mismas cantáridas esté el veneno no consta entre los autores. Unos entienden estar en los pies y en la cabeza; otros lo niegan. Pero todos convienen que sus alas aprovechan, esté el veneno en qualquiera parte. Nacen éstas de un gusanillo, principalmente en la esponja del rosal silvestre, que se haze en el rallo, pero fecundfsirnamente en el fresno. Las demás, que nacen en el rosal blanco, son menos eficaces. Entre todas son potentísimas las de varios colores, con unas líneas amarillas, las quales tienen arravesadas en las alas y son muy gruesas. De menos fuerza son las menudas, anchas y vellosas, pero inutilísimas las de un color y rnagras.11 Consérvanse en un vaso de barro sin empegar, y cubierto y ligado con un lienzo, y hanse de coger estando madura la rosa, y cuélganse sobre vinagre hirviendo con sal, hasta que pase a ellas el vapor por el lienzo, y después se guardan. Tienen virtud de quemar el cuerpo y hazer costras. La misma tienen los pitiocampos que nacen en el árbol picea, la misma también el bupreste, y de la misma suerte se preparan. Todas son eficacísimas para las lepras y empeynes. Dízese que también mueven los meses de las mugeres y la orina. Y por esto Hipócrates12 las dava también a los hidrópicos. A Catón uticense13 le fueron puestas por objeción las cantáridas, como si huviera vendido veneno en la almoneda real, porque las vendió a quarenta sextercios.


EL INTERPRETE

1(Aplacar a los dioses). Alexand. ab Alex., lib. 3, cap. 12. 2(Cenas adiciales). Las que se afiadían en los combites por pública alegría. Tácito, libro 11. 3(Ichneumones). Vívora. 4(Unas pastillas). Vide. Galeno, De antidotis, lib. . 5(Hidros) . Culebra de agua, engafia a las ranas, imitando su canto, y, atraídas con él, las pesca y traga.

6(El alacrán). Contrario a la salamanquesa, llamada scelio o seps calcídica. 7(Las comblezas). La manceba del casado; los latinos la llaman pellica y de aquí, en castellano, pelleja. 8(La yerva plumbágine). De la qual entienden algunos haver hecho relación Cicerón en el lib. De mirabilibus; vide lib. 31, caps. 2 y 4, de Plinio. Gabriel Falopio la llamó bistorra y otros encienden ser la belesa vulgar. 9(El falangio). Pónenle algunos entre las especies de arañas por la longitud de sus pies y tener en cada uno tres artejos. Hay uno semejante al crabrón o abispa grande, del qual haze relación aquí Plinio. Scalígero llamó a la tarántula falangio itálico, pero Plinio no la dio este nombre, porque no dixera no criarse el falangio en Italia. 10(De oveja o de cabra). Galeno, Simpl., lib. 11.

11(De un color y magras). Dioscórides, lib. 5, cap. 16. 12(Hipócrates). Lib. 4, De ratio victus in morbis acutis. 13(A Catón uticense). Séneca, lib. 6, conttovers. 4: Venenum Cato vendidit, quaerite an proscripto licuerit emere, quod licuit Catoni vendere.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a