CAPITULO XVIII


Remedios para restañar la sangre y contra las llagas y carcinomas y sarna, y qué medicinas sacan fuera las cosas hincadas en el cuerpo y quáles aprovechan a las cicatrices


Restaña la sangre el quajo del ciervo desatado en vinagre; también el de liebre, y lo mismo haze la ceniza de sus pelos; también la ceniza del estiércol de asno y, hecha linimento, la ceniza de sus pelos, y más eficaz virtud tiene la ceniza de machos que de hembras, mezclada con vinagre y aplicada en lana para toda fluxión de sangre. De la mesma suerte aprovecha la ceniza de la cabeza y de la cadera del cavallo, o la ceniza del estiércol de terneras, hecho linimento con vinagre, o de cuerno o estiércol de cabra en vinagre. Pero más eficaz es la sangraza del hígado de cabrón, cortado hecho piezas, y la ceniza de entrambos bevida en vino o aplicada por linimento a las narizes con vinagre. También solamente la ceniza del odre de vino, de piel de cabrón, con igual peso de resina, con el qual remedio se restaña la sangre y se cierra la herida. También el quajo de cabrito, desatado en vinagre, y la ceniza de sus caderas quemadas, dizen tener la mesma virtud. El unto de oso mezclado con almagre sana las llagas en los muslos y piernas. Pero, las que van cundiendo, la hiel de jabalí con resina y albayalde; la ceniza de las quixadas de jabalí o de puercos domésticos; el estiércol de puercos seco, aplicado en linimento; también el de cabras hervido en vinagre; las demás llagas se limpian y encarnan con manteca, con ceniza de cuerno de ciervo o con médula de ciervo, con hiel de toro mezclada con azeite ciprino o con estiércol de cabra o de cabrón; su estiércol fresco o el polvo del añejo se aplica en linimento a las heridas hechas con hierro. Dentro de las llagas corrosivas y fistulosas se echa hiel de toro con zumo de puerro o con leche de muger o sangre fresca con la yerva cotiledón;1 las llagas cancerosas las cura el quajo de liebre con igual peso de alcaparras, rociado con vino; las gangrenas, la hiel de oso aplicada por linimento con una pluma; la ceniza de las uñas del asno sana las llagas que van cundiendo, esparcida sobre ellas; la sangre del cavallo ulcera las carnes con virtud corrosiva, y también la pavesa o ceniza de su estiércol añejo. Pero, en el género de llagas, aquellas que llaman phagedenas las cura la ceniza del cuero de buey con miel; la carne de ternera no dexa que se hinchen las heridas recientes y lo mismo haze el estiércol de bueyes con miel; la ceniza de las ingles del becerro sana las llagas sucias y las llamadas cacoerhes, desatada en leche de muger, y las heridas frescas hechas con hierro, la cola de toro líquida, aplicada a ellas y quitada a tercero día; el queso de cabras seco, desatado en vinagre y miel, limpia las llagas. Pero, a las que van cundiendo, las reprime el sebo con cera, y añadiendo pez y azufre las cura de todo punto. De la misma suerte aprovecha para las llagas malignas la ceniza de las ingles del cabrito, desatada en leche de muger, y contra los carbuncos el cerebro de la lechona hembra tostado y hecho linimento; las médulas de asno son grandísimo remedio para quitar la sarna del hombre, y las orinas del mismo puestas con su lodo por linimento; también la manteca que aprovecha en los jumentos con resina caliente; la cola de roro desatada líquida con vinagre, y añadida a ella cal; hiel de cabra con polvos de alumbre. El estiércol de bueyes cura las boas,2 y dello las dieron el nombre. Con sangre fresca de vacas se sana la sarna de los perros, y, después que se haya secado una vez, los han de tornar a untar con ella, y el postrer día lavallos con ceniza de lexía. Las espinas y cosas semejantes se sacan del cuerpo con excrementos de gato; y también con los de cabra desatados en vino, y con qualquier quajo, pero principalmente de liebre, con polvos de incienso y azeite, o con igual cantidad de visco o con própoli.3 El sebo de jumento reduce a su color natural las cicatrices negras; la hiel del becerro caliente las adelgaza. Los médicos añaden mirrha y miel y azafrán, y lo guardan en una bujeta de cobre. Algunos mezclan también la flor del cobre o cardenillo.


EL INTERPRETE

1(Cotiledón). {En griego}, acetábula, y umbilicus veneris de los latinos; orejas de monje, de los españoles. Dioscórides, lib. 4, cap. 93. 2(Boas). Son unas ampollas rojas que salen por el cuerpo, mayores que viruelas, por las cuales llamaron buas al morbo gállico. 3(Própoli). El betún de las colmenas. Dioscórides, lib. 2, cap. 76.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a