CAPITULO XI


De remedios que se toman de los animales para muchos géneros de enfermedades


Torna remos desde aquí a los géneros de enfermedades. La enjundia de oso mezclada con ládano y adiamo detiene el cabello que se cae y enmienda la alopecia o pelambre, y mezclada con los honguillos de las torzidas de los candiles, y con el hollín que está en sus picos, espesa la ralidad de las cejas. Con vino aprovecha para quitar la comezón. Para ésta aprovecha también la ceniza del cuerno del ciervo desatada en vino, y para que no estén asidos a los cabellos los fastidios de los animales. También la hiel de cabras con greda cimolia y vinagre, de suerte que los cabellos se sequen un poco. También la hiel del cabrón con orina de toro. Y si es añeja enmienda también los salvados y caspa de la cabeza añadiendo alcrevite. Con la ceniza del genital deÍ asno entienden espesarse el cabello y librarse de canecer, si haviéndole raído, la ponen por linimento triturada con plomo y con azeite. Y hazerse más grueso con la orina de jumento o pollino nuevo, y por causa del fastidioso olor mezclan con ella nardo. A las alopecias aplican en linimento hiel de toro con alumbre egipcio templado. La orina del toro sana eficazmente las llagas de la cabeza que despiden materias. También la orina añeja del hombre, si con ella se mezcla ciclamino y azufre. Pero más eficazmente la hiel de becerro, con la qual, y con vinagre caliente, también se quitan las liendres. El sebo de ternera pistado con sal es utilísimo a las llagas de la cabeza. Es también loada la enjundia o unto de las zorras, pero principalmente la hiel y el estiércol con igual cantidad de mostaza hecho linimento. La orina o ceniza del cuerno de cabra y mejor de cabrón añadido nitro, y siminte de taray y manteca y azeite, haviendo raído primero la cabeza y después aplicado en linimento, afirma admirablemente el cabello que se cae, como con la ceniza del perro hecha linimento en azeite se ennegrecen las cejas. Con la leche de cabras dizen que se quitan las liendres, y que con su estiércol y miel se llenan de cabello las alopecias. También dizen que con la ceniza de sus uñas y con pez se afirma el cabello que se cae. La ceniza de la liebre con azeite de arrayán mitiga los dolores de cabeza, y también beviendo el agua que dexó el buey o el asno de su bevida. Y si podemos creerlo, trayendo ceñido alrededor del cuerpo el genital del zorro macho. La ceniza del cuerno de ciervo hecha linimento con vinagre o rosado o de lirio. Para los ojos lagrimosos hazen linimento con sebo de vacas cozido en azeite. Con la ceniza del cuerno del ciervo untan sus asperezas, pero tienen por más eficazes las puntas de los mismos cuernos. Con los excrementos del lobo aprovecha untar alrededor las sufusiones de los ojos, y con su ceniza mezclada con miel ática untar sus escuridades; también con la hiel del oso. Y las epiníctidas con enjundia de jabalí y azeite rosado; la ceniza de uña de jumento hecha linimento con leche de su especie quita las cicatrizes y nubes de los ojos. La médula del pie derecho de adelante del buey triturada con hollín, favorece a los pelos y males de las pestañas y de los lagrimales, y el hollín se tiempla para estos usos a modo de calibréfaro, y bonísimamente con las mechas de los candiles hechas de papel, y con azeire de alegría esparciendo el hollín en un vaso nuevo con unas plumas. Pero eficacísimamente repara allí los pelos arrancados. Con hiel de toro y con lo blanco del huevo se hacen colirios, y desatados con agua se untan con ellos por quatro días. El sebo del becerro con enjundia de ansar y zumo de alvahaca es acomodadísimo para los males de las mexillas; las médulas del mismo con igual peso de cera y azeite común o rosado, añadiendo a ello un huevo, se aplican por linimento a la dureza de las mexillas. Las lágrimas de los ojos se mitigan poniendo encima queso blando de cabras desatado en agua caliente; y si hay hinchazón, en miel, y de una y de otra manera haviéndola o no se ha de fomentar con suero caliente. La lipicud, o ceguera seca, se quita con los lomillos del puerco tostados y molidos y puestos encima. Afirman que las cabras nunca tienen ceguera por ciertas yervas que comen y lo mismo dizen de las dorcades, y por esta causa mandan tragar su estiércol cubierto alrededor de cera en la conjunción de la Luna, y porque de noche ven igualmente como de día. Con la sangre del cabrón entienden sanar los lusciosos1 a los quales llaman los griegos nictálopas, y con el hígado de la cabra cozido en vino austero. Algunos untan los ojos con la sangraza del hígado a medio asar, o con la hiel de cabra, y mandan comer su carne, y mientras se cueze recebir en ellos su vapor. Y también entienden ser de importancia que sean de color rubio. También quieren que se perfumen los ojos con el hígado cozido en una olla; otros con el mismo hígado asado. La hiel de cabra toman de muchas maneras: con miel contra las nieblas y escuridades de la vista; con tercia parte de veratro blanco, contra los males de ojos; con vino contra las cicatrices, nubes y nieblas, contra las escrecencias de carne y argemas de los ojos, y para las palpebras, quitado primero el pelo, con zumo de berza, de tal suerte que la untura se seque, y contra las tuniquillas rompidas, con leche de muger. Pero para tedas estas cosas envegecidas entienden ser más eficaz la hiel y no tienen por malo para las lágrimas de los ojos el estiércol hecho linimento con miel, y la médula contra los dolores. También el pulmón de la liebre. Mitiga la niebla de los ojos la hiel con vino paso o con miel. También mandan fricar los ojos contra la ceguera, con enjundia de lobo o con médula de puercos. Y los que traen en la manilla del brazo la lengua de zorra niegan padecerán ceguera. Al dolor y males de los oýdos cura la orina del jabalí guardada en vidrio. Y la hiel del jabalí o puerco doméstico o de vaca, con azeite cicino y rosado en iguales cantidades. Pero principalmente la del toro, templada con zumo de puerro o con miel, si haze materia, y contra el mal olor sola por sí, templada en una cáscara de granada, y en aquella parte, si hay rotura, con leche de muger sana eficazmente. Algunos entienden ser provechoso también en la gravedad de los oídos bañarlas de la misma manera, otros con el ollejo que se desnuda la culebra y con vinagre, meten dentro lanas lavadas primero con agua caliente, y siendo mayor la gravedad de los oídos, infunden en ellos la hiel con miel y ruda calentado en una cáscara de granada. También el lardo pingüe; también se instila el estiércol fresco de asno con azeite rosado: y todas estas cosas han de ir templadas. Más provechosa es la espuma del cavallo, o la ceniza del estiércol reciente del cavallo con azeite rosado. El sebo de vacas con enjundia de ansar y la manteca fresca, la orina del cabrón o del toro, o la que usa n los tintoreros añeja y caliente, subiendo el vapor por el cuello de un vaso.

Mezclan también la tercia parte de vinagre y alguna cantidad de orina de ternera que no haya comenzado a pacer yerva alguna. Y también estiércol de la misma mezclado con la hiel, y el cuero que dexan las culebras, haviendo calentado primero las orejas, y enciérranse aquellos medicamentos con lana. Aprovecha también el sebo de ternera con enjundia de ansar y zumo de alvahaca, y la médula de la misma mezclada con cominos molidos infundida dentro. La spuma del berraco recebida de la puerca en su acceso antes que cayga a tocar la tierra, aprovecha contra los dolores. Para las orejas rompidas, la cola hecha de vergajos de becerro y desatada en agua. Para otros males de los oydos, el unto o enjundia de raposas. También la hiel de cabras con azeyte rosado tibio o zumo de puerco o, si allí hay alguna rotura, con leche de muger. Si hay gravedad o dificultad de oyr, aprovecha la hiel de vaca con orina de cabra o de cabrón, o si huviere materia. Pero, para qualqu iera efeto, entienden ser estas cosas más eficaces teniéndolas veynte días al humo en un cuerno de cabra. También alaban el quajo de la liebre, mezclando dél la tercia parte de un denario y media de sagapeno en vino amíneo; la enjundia de oso con ygual peso de cera y de sebo de toro deshaze las parótidas. Algunos añaden la hipocístide: lo mismo haze la manteca sola por sí, puesta por linimento, si primero se fomentan con el zumo del cozimienro de las alholvas, y más eficazmente con el strichno. Aprovechan también los testículos de zorros, y la sangre de toro seca y molida, y la orina de cabra caliente instilada en los oydos, y el estiércol de la misma hecho linimento con su enjundia. La ceniza del cuerno del ciervo afirma los dientes que se mueven y mitiga sus dolores, o fricándolos o enjaguándolos con ella. Algunos tienen por más eficaz para hazer todos estos efetos los polvos del cuer no crudo. Medicamentos para los dientes se hazen de una y de otra manera. También hay grande virtud en la ceniza de la cabeza de los Jobos, y es cosa cierta que muchas veces se hallan huesos en sus excrementos. Estos hazen el mismo efeto ligados al cuerpo; también los quajos de las liebres infundidos por la oreja son contra los dolores, y la ceniza de sus cabezas es medicamento para los dientes, y añadiendo nardo mitiga el mal olor de la boca. Algunos quieren más mezclar la ceniza de las cabezas de los ratones. Hállase en el lado de la liebre un hueso semejante a aguja: con éste persuaden que se sajen las encías quando duelen los dientes. El talón del buey encendido, aplicado a aquellos que se andan y se quieren caer con dolor, los afirma y fortalece. La ceniza del mismo con mirrha es denteficio; también los huesos de las uñas de los puercos quemados hazen el mismo efeto; también los huesos de las junturas de los perniles sobre los quales se mueven los huesos de las caderas, y con estos mismos es cosa sabida sanarse las verminaciones2 de los jumentos echándoselos hechos polvo en las fauces, y también afirma n los dientes quemados de neguijón; también se afirman los ofendidos de golpe con leche de jumenta o con la ceniza de los dientes de la misma; también infundido por la oreja el lichen3 del cavallo con azeite. Este es no el hippomanes, el qual por ser dañoso le dejo sin tratar dél, sino el que está en las rodillas de los cavallos y sobre las uñas. Fuera de esto se halla en el corazón de los cavallos un hueso muy semejante a los dientes de perro; con éste dizen ser provechoso escarificar el dolor, o con el diente arrancado de la quijada de un cavallo muerto, y que sea en aquel número que está el diente que duele. Anaxilao dixo que aquel jugo virulento y espumoso de las yeguas que despiden después de sus accesos, encendido en las mechas de los candiles, representa monstruosamente a la vista cabezas de cavallos, y lo mismo dize que sucede de las borricas. El hippomanes tiene tanta fuerza en las hechizerías que, echado en la mistura del metal de que se hizo la figura de la yegua Olimpia, acercando a ella los cavallos, los hazía rabiar por su acceso. Cura también los males de los dientes la cola con que pegan las tablas los carpinteros, cozida en agua y puesta por linimento, y quitada poco después, de suerte que luego se enjagüen con vino en que se hayan cozido cortezas de granada dulce; también se tiene por eficaz remedio enjaguarse los dientes con leche de cabras o con hiel de toro; la ceniza de los talones recientes de cabra agrada a muchos para dentificio con que frican los dientes, y casi los de todos los a nimales quadrúpedes del aldea, para que no se digan muchas vezes unas mesmas cosas.


EL INTERPRETE

1(Los lusciosos). Los que no ven de noche la luz de candelas. 2(Verminaciones). Dolores con un movimiento entre cuero y carne que parece andar debajo gusanos. Festo. 3(Lichen). El empeine que tiene el cavallo en cada mano por la parte de adentro, arriba de la rodilla.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a