CAPITULO VII


De remedios que se toman de las mugeres


Las cosas que se cuentan de los cuerpos de las mugeres se acercan o llegan a maravillosos portentos, porque callemos los abortos, divididos miembro por miembro para maldades, los delitos de los meses y todas las demás cosas que no solamente enseñaron las parteras, sino también las mismas meretrices. Los cabellos, si se queman, dizen ahuyentar las serpientes con el olor, y con el mismo respiran y se libran las que se ahogan con el mal de madre, siendo quemados en una olla de barro o con espuma de plata, se quitan con su ceniza las asperezas y comezón de los ojos. También, mezclada con miel, las berrugas y llagas de los niños. También las heridas de la cabeza y las cavidades y senos de todas las llagas, añadiendo miel y incienso. Mezclada con manteca de puerco guarece los tumores planos, la gota de los pies, la erisipela y súbitamente restaña el fluxo de sangre y el hormiguear de los cuerpos. Del uso de la leche todos afirman ser dulcísima y blandísima, y en las calenturas largas y en las celiacas utilísima, y principalmente de aquella muger que ha apartado ya de los pechos al niño. También han experimentado ser eficacísima en el apetito depravado del estómago, en las calenturas y errosiones. También aprovecha mucho a los tumores de los pechos, mezclada con incienso, y al ojo por algún golpe enramado de sangre, y en el dolor o estando lagrimoso, y mayormente con miel y zumo de narciso o polvo de incienso. Y siempre para qualquiera cosa es más eficaz la leche de aquella que parió hijo y mucho más eficacísima la de aquella que parió dos de un parto, y entrambos varones, y si ella se abstiene de vino y de alimentos agrios. Fuera desto, mezclada la leche con la clara del huevo y mojada en ella una lana y aplicada a la frente, detiene las fluxiones de los ojos. Y es bonísimo remedio si la rana rubeta hubiere echado su saliva en el ojo, y contra la mordedura de la misma se beve y se instila. Aquel que se untare los ojos juntamente con leche de madre y de hija, afirman que se libra de temer mal de ojos en toda su vida. También cura los males de los oídos, mezclando poca cantidad de azeite. O si duelen por haver recebido golpe, templada la leche con enjundia de ansar. Si el olor es molesto, como sucede muchas vezes con los males largos, mezclada leche con miel, embevido en lana se aplica dentro, y contra la hierericia que ha quedado en los ojos se instila en ellos con zumo de cohombrillo amargo. Particularmente aprovecha bevida contra los venenos que se han dado de liebre marina y de bupreste/ y, como escrive Aristóteles, contra el doricnio,2 y contra la locura que ha causado la bevida del beleño. También mandan aplicarla para la gota de los pies, hecha linimento con cicuta, otros con oesipo, que es inmundicia que se saca de la lana, y con enjundia de ansar, como se pone también para los dolores de la madre. También, como escrive Rabirio, bevida estriñe el vientre y mueve los meses. Pero la leche de la muger que ha parido hembra haze ventaja solamente para sanar los males del rostro. También se sanan las indisposiciones de los pulmones con leche de muger, a la qua[ leche, si se mezclare orina de muchacho sin barba o miel de Athenas, de cada cosa cantidad de un cocleario, hallo que también se quita el ruido de los oídos. Afirman que los perros que hubieren gustado leche de muger que haya parido varón, no rabiarán jamás. También juzgan que la saliva de la muger que está en ayunas es poderosa para sanar los ojos inflamados y sanguinolentos. Y si contra las lágrimas hirvientes bañan con ella los ángulos de los ojos, y más eficazmente si el día antes se ha abstenido de comer y de bever vino. Hallo también que, ligando la cabeza con la faja de la muger, se desminuyen los dolores. Después deseas cosas no hay modo alguno para creer lo que dizen. Primeramente que se ahuyentan los granizos y tempestades, desnudándose la muger quando está con los meses, contra los relámpagos y que así aparta la violencia del cielo. Y que yendo navegando ahuyentan tan bien así las tempestades aunque estén sin el menstruo. Pero de los mismos menstruos, monstruosos, fuera desto, como ya mostramos en su lugar, vaticinan crueles y horribles efetos, de los quales no nos avergüence dezir que, si aquella fuerza y virtud del menstruo se encuentra con eclipse de la Luna o del Sol, causa irremediable mal y no tiene menos fuerza en la conjunción de la Luna, y los ayuntamientos entonces son dañosísimos y pestíferos a los hombres, y que también en aquel tiempo se mancha la púrpura. Tanto dizen ser entonces mayor su fuerza. Y en qualquiera otro tiempo del menstruo, andando desnudas alrededor de las mieses, hazen caer las orugas y gusanillos y escaravajos, y todos los demás animales dañosos. Metrodoro Scepsio dize haverse hallado esto en Capadocia, por la muchedumbre de las cantáridas, y que ivan por medio de las hazas levantadas las vestiduras por cima de las asentaderas. En otras partes es costumbre que vayan con los pies desnudos, y con el cabello y el ceñidor suelto. Pero hase de guardar no hazer esto quando sale el Sol, porque harán secar la sementera.

También las vides nuevas tocadas del menstruo quedan con perpetuo daño. La ruda y las hiedras, cosas muy medicinales, mueren luego. Muchas cosas diximos desta violencia: pero, fuera de aquéllas, es cierto que las avejas, siendo tocadas de aquella sangre sus colmenas, huyen. Y los linos, quando se cuezen, se ponen negros, y el corte de las navajas de los barberos se embota. El cobre, tocado, cobra mal olor y orín, y más si sucede esto en el menguante de la Luna. Las yeguas, estando preñadas, tocadas con ella, malparen. Más, que sólo con la vista, aunque miradas de lexos, las ofenden, si aquella purgación es la primera después de la virginidad o siendo espontánea en edad de donzella. Y ya mostramos que el bitumen que nace en Judea solamente se puede vencer con esta fuerza, con un hilo de la vestidura a que ha tocado: y el fuego que vence todas las cosas, no la vence, porque también aquella ceniza, si alguno la esparce para lavar las vestiduras, muda el color a la púrpura y quita la flor a los colores. Y las mismas mugeres entre sí no quedan libres de su mal y daño, porque, hecho linimento de aquella sangre, haze malparir, o si la preñada pasa por encima. Las cosas entre sí contrarias que dixeron Lays y Elephantis de medicamentos abortivos eran con carbón de raíz de berza, o de arrayán o taray, apagado en aquella sangre. También dixeron que las borricas no conciben en tantos años quantos granos hubieren comido tocados della. Las otras cosas que llamaron monstruosas, o que entre sí son contrarias, diziendo que éstas hacen fecundidad del mismo modo que aquéllas esterilidad, mejor es no creerlas. Bicho de Durazo escrive que, los espejos ofuscados con haverse mirado en ellos mugeres con el menstruo, tornan a cobrar su resplandor mirándolos las mismas, bueltos al contrario, y que se resuelve toda esta fuerza si tienen consigo el pez mullo. Pero muchos dizen que en un mal tan grande como éste hay remedios para otros males. Porque con esta sangre se haze linimento para la gota de los pies, y se untan los lamparones y parótidas, tumores planos, erisipelas, diviesos, y que con el trato de aquellas mugeres se mitiga el lagrimar de los ojos. Lays y Salpe dizen que se curan las mordeduras de los perros rabiosos y las calenturas, tercianas y quartanas, con el menstruo erobevido en lana de carnero negro metido en una mantilla o brazalete de plata. Y Diothimo Thebano dize curarse de todo punto con un pedazillo del vestido manchado con la misma sangre o con un hilo metido en el brazalete. Sotira, partera, dixo ser eficacísimo para las tercianas y quartanas, untando las plantas del enfermo, y que es mucho más eficaz untándole la misma muger menstruosa sin saberlo el enfermo, y que así los que caen con desmayos epilépticos tornan en su acuerdo. Hicetidas Médico afirma que se acaban las quartanas ayuntándose a la muger solamente quando empiezan los menstruos. Todos convienen en que si uno teme el agua o la bevida por la mordedura del perro rabioso, sólo con poner debaxo del vaso la orla del vestido tinta con el menstruo, al momento cesa aquel temor, prevaleciendo aquella simpathía de los griegos, haviendo dicho (como ya diximos) empezar la rabia de los perros por gustar aquella sangre. Es cosa cierta que con aquella ceniza se sanan las llagas de todos los jumentos, añadiendo polvos de hollín de chimenea y cera. Y aquellas manchas de las vestiduras no se quitan sino con la orina de la misma muger. la ceniza, mezclada con azeite rosado y untando la frente, mitiga los dolores de cabeza, principalmente de las mugeres, y dizen ser asperísima la fuerza de aquel profluvio los primeros años después de perdida la virginidad. Convienen también en esto, lo qual creeré de mejor gana que otra alguna cosa, que, tocando las jambas de las puertas con el menstruo, quedan írritas y sin fuerza todas las arres de los magos, generación de hombres vanísimos, como se deve entender, y pondré una de sus promesas y de las más modestas. Mandan tomar las cortaduras de las uñas de los pies y de las manos del hombre, mezcladas con cera, y diziendo que se busca remedio para la calentura terciana, cotidiana o quartana, fixarlo antes que salga el Sol en agena puerta para remedio deseas enfermedades. ¿Con quánta vanidad hazen esto, siendo falso, o con quánto daño si pasan y transfieren los males a los más inocentes? Algunos deseos magos mandan que se echen junto a las cavernas de las hormigas las cortaduras de las uñas de todos los dedos, y aquella que fuere primera a comenzar a llevarlas, cogerla y traerla arada al cuello, y que así se quita la enfermedad.


EL INTERPRETE

1(Bupreste). Animal insecto, de generación de moscas, venenoso, mata a los bueyes comiéndole entre las yerbas, de donde le dieron el nombre. Plinio, lib. 40, c. 4; entre los jurisconsultos, en el tÍtulo ad legem Comeliam, se escrive: Si cui temere pigmentarii dederint pitiocampas, aut buprestes, quae ambo venenata sunt, teneri pena legjs Comeliae de sicariis et veneficis. 2(Doricnio). Especie de stricno, como dize Teophrasto, con la raíz blanca, larga de un codo, hueca, y las hojas de oruga, algo mayores, el tallo quadrado, con una cabeza vellosa. Dase una dragma para que uno se agrade de su rostro y le parezca que es muy hermoso, y con doblada cantidad queda más Joco, ofreciéndosele vanas fantasías a la imaginación, y dando tres dragmas queda perpetuamente furioso.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a