CAPITULO I


{Medicinas humanas}


Dicho havíamos la naturaleza de todas las cosas que nacen entre el cielo y la tierra; restavan aquellas que se cavan y sacan de la misma tierra, si los remedios tratados de las plantas y yervas no las quitaran su lugar, por haver hallado mayor medicina de los mismos animales, los quales se curan y sanan con ella. Pues si hemos enseñado las yervas y las imágines de las flores, y otras muchas cosas raras y dificultosas de hallar, ¿callaremos nosotros mismos qué cosa en el mismo hombre aproveche al hombre, y los demás géneros de remedios que viven entre nosotros? ¿Principalmente haziéndose pena la misma vida, si no es al que carece de dolores y enfermedades? De ninguna manera. Antes pondremos en esto todo cuidado, aunque haya peligro de causar fastidio, porque he determinado tener menos respeto a la gracia y gusto que a las utilidades de la vida. Antes también escudriñaremos las cosas estrangeras, y juntamente los ritos y costumbres bárbaras. La fe y crédito sólo apele a los autores. Aunque yo he trabajado en elegir las cosas juzgadas por ciertas, casi de consentimiento común.1 Y más he insistido en el cuidado de las cosas que en la muchedumbre dellas. Pero muy necesario es haver advertido que las naturalezas de los animales ya están dichas y tratadas por my las cosas que de cada uno han sido halladas (porque es cieno no haver aprovechado menos, hallando las medicinas que puedan aprovechar dándolas). Aora se ha de mostrar qué medicinas hay que ayuden en los mismos animales. Aunque no se quedaron por dezir de todo punto en aquella parte. Así que éstas serán otras, pero que tienen conexión con aquéllas. Empezaremos pues desde el hombre, inquiriéndole a él para sí mismo, opuesta luego una dificultad inmensa.

Beven también la sangre de los gladiadores,2 como con vasos vivos, los que padecen gotacoral, lo qual mirar que la hazen también las fieras en la misma arena causa horror. Pero ciertamente ellos piensan ser eficacísimo remedio sorber la sangre caliente, y saliendo vaheando del mismo hombre, y juntamente con ello la misma alma por la boca de las heridas, siendo cierto que no es lícito llegar las bocas humanas ni a las llagas de las fieras. Otros buscan los tuétanos y médulas de las piernas y el cerebro, o sesos de los niños. Y no pocos entre los griegos dixeron también los sabores de todas las partes internas y miembros del cuerpo humano, sin dexar alguna cosa hasta las cortaduras de las uñas. Como si pudiese parecer sanidad hazerse, de hombre, fiera, y en la misma medicina digno de enfermedad, verdaderamente con excelente huela y engaño, si no aprovecha.

Tiénese por maldad mirar las entrañas humanas, ¿pues qué será comerlas? ¿Quién halló estas monstruosidades? ¿En ti estará la culpa, destruidor del derecho humano y artífice de monstruos, que fuiste el primero que las compusiste, creo que no por otra cosa, si no porque la vida no se olvidase de ti? ¿Quién halló el comer cada miembro humano? ¿Con qué conjetura se movió a ello? ¿Qué origen pudo tener esta medicina? ¿Quién hizo más inocentes los venenos que los remedios? Sea que los bárbaros y citos estrangeros lo hayan hallado, ¿por ventura no hizieron los griegos suyas estas artes? Ahí están los libros de Demócrito, el qual escrive que para unas cosas aprovechan más los huesos de la cabeza del hombre enemigo, y para otras los del amigo y huésped. También escrivió Apolonio ser eficasisimo remedio sajar las encías quando duelen con un diente de hombre muerto con violencia. Mileto dize sanarse las sufusiones de los ojos con la hiel del hombre. Anemon dio a bever de noche, a los que padecían enfermedad de gotacoral, agua de la fuente con el casco de un hombre a quien huviesen muerto, y no quemado. Antheo hizo píldoras del mismo casco o calavera de hombre ahorcado, contra las mordeduras del perro rabioso. También han sanado los hombres a las bestias quadrúpedes, engiriendo contra las inflaciones de los bueyes, en sus cuernos agugereados, huesos humanos, y dando en las enfermedades de los puercos trigo que huviese estado una noche en el sitio donde huviesen muerto o quemado a algún hombre. Estas cosas estén lexos de nosotros y de nuestros escritos. Porque mi intento es mostrar medicamentos y auxilios, no delitos y maldades.3 Así como si el uso de la leche de las paridas puede ser medicina de algunos males, o si la saliva, o el tocamiento del cuerpo y otras cosas semejantes. La vida no juzga ser justo desearla de tal manera, que se pueda hazer qualquier cosa por alargarla. Tú, qualquiera que seas, siendo tal, morirás igualmente, aunque hayas vivido inmundo y nefando.4 Por lo qua!tenga qualquiera esto por principal en los remedios de su ánimo, que entre todos los bienes que dio Naturaleza al hombre, ninguno es mejor que la muerte a buen tiempo, y en ella es lo mejor que qualquiera podrá dársela a sí mismo.5


EL INTERPRETE

1(De consentimiento común). De aquí tomó el dotor Peña, mi amigo y compañero, los versos elegantes que puso en loa de Plinio, y con mucha razón, en el principio destos libros. 2(La sangre de los gladiadores,) Otros leen: “beven la sangre de los gladiadores, para que los que la beven estén lexos de padecer gota coral”, pero no quadra esta lección a lo que se sigue, haviendo de mudar la lectura, porque adelante dize que se ha de bever sorbida o bevida de las mismas venas, beviendo con ella los espíritus y la misma alma, y así quadra más dezir que la beven como con vasos vivos. 3(No delitos y maldades). Plinio muestra aquí y en otras partes aborrecer las cosas supersticiosas y tenerlas por falsas, como lo son. 4(Podrá dársela a sí mismo). Esto dixo como gentil, falsamente, siendo mayor grandeza de ánimo sufrir con paciencia al trabajo que tomar la muerte por no padecerle.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a