CAPITULO II


Del acónito, y de la onza o pantera que muere con el acónito


Pero ¿quién podrá venerar suficientemente el cuydado de los antiguos, y su diligencia, siendo cierto que de todos los venenos es el más presto y ligero, el acónito, y que tocando los genitales de qualquier animal del sexo femíneo, en el mismo día le causa muerte? Este fue el veneno con que el acusador Marco Cecilio objetó a Calfurnio Bestia que havía muerto a sus mugeres estando durmiendo.1 De aquí tuvo principio aquella atroz acusación de que las havía muerto con el dedo. Contaron las fábulas haverse engendrado este veneno de la espuma del Cancerbero, quando Hércules le traía del infierno, y que por esto nace en Heraclea de Ponto, a donde se muestra la caverna por donde dizen que fue al infierno. Pero también este veneno le convirtieron en uso de la salud humana, y experimentaron ser contrario a las picaduras de los escorpiones, dado en vino caliente. Es ésta su naturaleza, matar al hombre, si no halla en el mismo hombre cosa que mate.

Pelea solamente con el veneno, como haviendo hallado dentro su igual: sola es esta pelea quando halla veneno en las entrañas. Y es cosa admirable que, siendo entrambos venenos mortales, mueren juntos en el hombre los dos venenos, para que el hombre quede libre. También mostraron antiguos remedios de las fieras, enseñando de qué manera se pudiesen también sanar las mismas cosas venenosas. los escorpiones se entorpecen con el tocamiento del acónito, y quedan pasmados amarillos, confesándose por vencidos. Favorécelos el elebro blanco, cobrando sus fuerzas en tocándolo, y cede el acónito a dos males, al suyo y al de todos. Y si alguno acaso cree que estas cosas hayan podido ser imaginadas de hombre, ingratamente entiende los dones de los dioses. Tocan con acónito las carnes,2 y matan a las onzas o panteras que las gustan: si esto no se hiziera, llenaran aquellas tierras. Por esto algunos llamaron al acónito pardalianches. Pero es cosa cierta que, gustando luego los excrementos del hombre, se libran de la muerte, lo qual ¿quién dudará haverse hallado acaso? Y todas las vezes que sucediere. También aora parecerá suceder de nuevo, porque a las fieras, ni la razón ni el uso se puede enseñar entre sí.


EL INTERPRETE

1(Estando durmiendo). En la isla Ceo era ley, según escrive Menandro: Ne turpiter viverent qui bene vivere non possent. Matar a los viejos con acónito, porque no faltase el alimento a los mozos. Rhodiginio, {lib.} 18, cap. 26. 2(las carnes). Echan polvo de acónito mezclado en ellas.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a