CAPITULO VII


Medicinas para los dolores del lado y del pecho, para las ortophneas, para el dolor de hígado y del corazón, para el pulmón, para la orina, tos, pecho, llagas, riñones, hepática, para los bómitos y zollipos, y inflamaciones de la pleura


El verbasco con ruda en agua quita los dolores del lado y del pecho. La harina de la verónica se beve en agua caliente. El zumo de la scordote fortalece el estómago, y la centaura y genciana bevidas en agua. El llantén tomado solo por sí en la comida, o sorbido con caldo de lenteja, o álica. La verónica, que de otra suerte es grave al estómago, bevida sana sus males, o mascadas sus hojas. También la aristolochia, bevida. El agárico comido seco, sorviendo a vezes por intervalos vino puro. La nirnphea heraclia aplicada en linimento. El zumo del peucedano. El psyllion o zaragacona se pone para quitar los ardores, o el cotiledón triturado con polenta, o el ayzoo.1 El molon tiene el tallo estriado, con las hojas tiernas y pequeñas, la raíz de quatro dedos, en cuya esuemidad tiene la cabeza de ajo. Algunos le llaman siro. Tomado en vino cura el estómago, y la especie de asma llamada dispnea. La centaura mayor tomada en lamedor. El llantén, bevido su zumo, o comido; una libra de verónica pistada en una libra de miel ática en una hémina de agua, cura a los que lo beven cada día. La aristoloehia, o el agárico, hasta cantidad de tres óbolos bevido en agua caliente, o en leche de botrica. El cisanthemo se beve para las ortophneas. También el hisopo para los asmáticos. El zumo del peucedano en los dolores del hígado, y del pecho, y del lado, no haviendo calenturas. También remedia el agárico a los que escupen sangre, dado hasta peso de un victoriato, triturado, y desatado en cinco ciathos de vino mulso. Lo mismo haze el amomo. La teucria fresca se beve particularmente para el hígado, echando quatro dragmas della en una hémina de posca. De la vetóoica una dragma en tres ciatos de agua caliente, y en dos de agua fría, para los males del corazón. El zumo del quinquefolio, o cincoenrama, favorece dentro para los males del hígado y del pulmón, y para los que echan sangre del pecho, y para cualquiera otra enfermedad de sangre. Las anagálides aprovechan admirablemente al hígado. Los que comen la yerva capnon, echan por la orina la cólera. El acoro cura el hígado, y también el tóraz y partes internas. El cauco, llamado también efedra, y de otros anabatis, nace de ordinario en lugares ventosos, trepando por los árboles y colgando de los ramos, sin alguna hoja, con muchedumbre de guedejas crespas de cabellos, que son como juncos nudosos. Su raíz es amarilla. Dase triturada en vino tinto astringente para la tos, suspiros, y torzijones, y también en caldo, sorbida, a lo cual conviene mezclar vino. También la genciana remojada un día antes, pistada peso de un denario en tres ciathos de vino. El geu tiene unas raizillas delgadas, negras, que huelen bien, y no sólo cura los dolores del pecho y del lado, sino que también resuelve las crudezas con sabor agradable. Pero la bervena cura todas las partes internas, los lados, pulmones, hígado y tóraz. Pero particularmente los pulmones, y a los que por ellos están tentados de thísica. La raíz de la yerva consilígine, la qual diximos haver poco tiempo que se halló, es presdsimo remedio para el mal del pulmón. En los puercos, y todo ganado, aun solamente echada en una oreja. Hase de bever en agua, y tenerse de ordinario en la boca debaxo de la lengua. Si es de algún provecho la superficie desta yerva aún no se sabe aora. El llantén, comido, aprovecha a los riñones, y la vetónica, bevida, y el agárico, bevido como en la ros. El tripolio nace en los peñascos marinos, donde luden y baten las ondas, y no en el mar ni en cietra seca. Su hoja es más gruesa que de la isatis tiene un palmo de alro, dividido en la punta su raíz blanca, olorosa, gruesa, caliente al gusto. Dase cozida en fatro a los hepáticos. Esta yerva piensan algunos ser la misma que el polio, de la qua! tratamos en su lugar. La simphonía, o granfrena, tiene por el tallo alternadamente una hoja verde y otra rosada, tomada en posca cura a los que escupen sangre. Al hígado cura la yerva melandrio, la qua! nace entre las mieses y prados. Es su flor blanca y olorosa. Su talluelo se pista en vino añejo. También la yerva chalceto, que nace en las viñas, se aplica pistada. La raíz de la verónica facilita los bómitos a manera del elebro, tomando quatro dragmas, en paso, o mulso. El hisopo triturado con miel es más útil, tomando primero mastuerzo, o yrion, o molemonio, hasta peso de un denario. Tiene también el silibo un jugo como leche, el qua! espeso, hecho goma, se torna con miel en la cantidad sobredicha, y principalmente purga la cólera. Detienen los bómiros el comino silvestre, y los polvos de verónica. Tómanse desatados en agua. Quitan el fastidio, y cuezen las crudezas, el dauco, el polvo de la vetónica tomada en aguamiel, y el llantén cozido como berzas. El hemionio mitiga los zollipos, y también la aristolochia. El clymenos los suspiros. La centaura mayor es provechosa a los que padecen dolor de costado y pulmonías. También se les da a bever el hisopo, y a los pleuríticos el zumo del peucedano. Pero el halo, a quien llaman así los franceses, y los venecianos cotonea, cura el lado y también los riñones y convulsiones y roturas, es semejante a la cunila búbula, y en lo alto de la cima al tomillo; es dulce y mitiga la sed. La raíz rala, en unas partes blanca y en otras negra. El chamerope haze los mismos efectos para los dolores del lado, bevido en vino; tiene al rededor del tallo las hojas de dos en dos semejantes a las de atrayhán, y unas cabezuelas como de rosa griega. El agárico, bevido como en la tos, quita los dolores de la cadera y del espinazo, y lo mismo haze la harina o polvos del cantueso o vetónica, tomados en aguamiel.


EL INTERPRETE

1(Ayzoo). Siempreviva.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a