CAPITULO I


Qué sean líchenes, y quándo primero comenzaron en Italia, y del carbunco, y de la elephanciasi y colo


Sintió también el rostro de los hombres nuevas enfermedades, no conocidas jamás en todos los tiempos pasados, no solamente en Italia, pero ni casi en toda Europa: y también entonces, ni hs sintió toda Italia, ni se esparcieron mucho por Esclavonia, o Francia, o España, ni por orcas panes, sino sólo en Roma, y en su comarca, y eran aquellas enfermedades sin dolor, y sin peligro de muerte. Pero con tanta fealdad, que qualquiera muerte se escogiera por menos grave que tene las. Al más grave de destos males llamaron, con nombre griego, líchenes, y latinamente; porque casi siempre comenzava desde la barba, primero con desprecio y burla (como es naturaleza desvergonzada, y burlona en las miserias agenas de muchos) y después usado así el vocablo, le llamaron menragra, la cual ocupava en muchos todo el rostro, dexando solamente libres los ojos; pero decendiendo al cuello, pecho y manos, con un feo salvado del cuero. No havía sido visto este mal entre nuestros pasados y padres. Pero la primera vez entró a escondidas en Italia en medio del Principado de Tiberio Claudia César, con cietro Perusino Cavallero Romano, Canciller Questorio, que haviendo estado en Asia truxo de allá su contagio. Ni sintieron este mal las mugeres, ni los sirvientes, ni la gente humilde, plebeya, ni mediana, sino los principales, pasando de uno en orco velozmente, mayormente besándose, queclavan muchos, que sufrieron el padecer medicamentos, más feos con las cicatrices que con la enfermedad, porque se curava con cáusticos, y tornava a revelarse el mal si no quedava cauterizada la carne hasta el hueso. Y vinieron de Egipto, que es madre de tales enfermedades, médicos que sólo truxeron esta obra, o modo de curar, con gran provecho suyo. Porque cierto es que Manilio Cornuto, uno de los Pretores, siendo Legado de la Provincia de Aquitania, depositó doziemos sexrercios por curarse deste roay aconteció muchas vezes que juntamente se sintiesen nuevos géneros de males contrarios. Qué cosa puede hallarse más admirable que ésta. Que repentinamente se engendren algunos males en ciena parte del mundo, y en ciertos miembros del hombre, o edades, o también en estados de personas, como si el mal eligiese, que esta enfermedad ande por los niños, aquélla por los mancebos: Que sientan ésta los ricos y poderosos, y aquélla los pobres y necesitados. Hállase escrita en los Anales que, siendo L. Paulo y Q. Marcio censores, se vio la primera vez en Italia el carbunco, enfermedad propia de la Provincia de Narbona, de la cual murieron dos cónsules el mismo añque yo escrivía esto, que fueron Julio Rufo y Qumto Lecanio Baso, aquél siendo saxado con poca experiencia de los médicos, y éste porque él mismo se horadó el dedo grueso de la mano izquierda con una aguja, y fue tan pequeña herida que apenas se podía ver. Nace en las partes más ocultas del cuerpo, y las más vezes debaxo de la lengua, rubro, con dureza a manera de várice, pero negreando por la cabeza, o punta, la qua! orcas vezes es lívida, que estira el cuerpo, pero sin rumor, sin dolor, sin comezón y sin otra señal, sino muestra de sueño, con que agravados en tres días mata, y algunas vezes trayendo consigo horror, y alrededor de sí unas pequeñas costrillas, y muy raras vezes calentura; y quando da en el estómago, o en las fauces,1 brevísimamente quita la vida.

Diximos que la elephanciasis no havía sucedido en Italia antes de la edad o tiempo de Pompeyo Magno, y que las más vezes comenzava desde la cara saliendo primero en la nariz como una lentexilla: creciendo después por todo el cuerpo, manchándole con varios colores, y desigualdad del cuero, estando en unas partes grueso, en orcas delgado, en otras duro, o áspero, como con sarna: y últimamente negreando y apretando las carnes contra los huesos, y hinchándose los dedos en los pies y manos. Este mal es propio y particular de Egipto, y quando dava a los Reyes, era fúnebre y mortal para el pueblo, porque en los baños se templava el asiento en que estavan con sangre humana para aquella medicina. Pero esta enfermedad muy presto se acabó en Italia, como también aquella a quien llamaron los antiguos gemursa,2 que nace entre los dedos de los pies, de la qual aun el nombre se ha perdido.

Esto mismo es admirable, que unas enfermedades se acaban en nosotros, orcas duran y permanecen, como el colo. Este mal se tendió por Italia imperando Tiberio César, y ninguno le sintió primero que el mismo Emperador, con gran desasosiego de la ciudad, quando en el edicto suyo, que escusava su salud, leía el nombre incógnito de su enfermedad. ¿Qué diremos ser esto, o qué iras de los dioses? Cierto, pocas eran para el hombre las diferencias ciertas y conocidas de enfermedades, aunque son más de trecientas, si también no se temieran otras nuevas. Y los mismos hombres en sus negocios no están cargados de menos trabajos. Estos remedios que contarnos se usavan entre los antiguos, y duraron mucho tiempo, .haziendo de cierta manera la misma naturaleza de las cosas la medicina.


EL INTERPRETE

De la revolución de los Cielos y diversa posición de la tietra se siguen en el ayre tan diversas disposiciones que, alterando los vivientes, suelen causar ea ellos muy diferentes afectos, y algunos tan raros que se tienen por nuevos y nunca viscos, y puede ser que lo sean, y más en la especie humana, pues no todas las enfermedades vinieron al hombre juntas sino la sugeción a su pena: y así en diferentes tiempos fueron experimentando nuevas pasiones, y no conocidos males, castigo justo de nuevos y no conocidos pecados. Nueva fue la enfermedad que se introduxo en Europa, quando los Católicos Reyes conquistavan el Reyno de Nápoles, donde con oculto principio se estendíó por los soldados de diferentes naciones, entendiendo los estrangeros ser enfermedad de aquella Provincia, y creyendo los naturales haverla traído los estrangeros, atribuyéndola unos a los españoles, otros a los franceses, y otros (con más verdad) a los indios. Desta confusión salió llamarla unos enfermedad napolitana, otros mal francés, otros español, y otros bubas, por los bubones que padecían, juma con maliciosas, hediondas y asquerosas llagas en las narizes y boca y en otras partes del cuerpo, con dolores de junturas y de la cabeza, haziéndoseles en ella talparias y gomas, y cayéndoseles el cabello, y llenándose de empeynes el cuerpo. De donde imaginaron algunos ser esta enfermedad la misma que los líchenes, o mentagra, de quien hizo relación Plinio, o muy semejante a ella. También se mvo por nuevo en España aquel pestilente mal, llamado tavardillo, por las pintas semejantes a picaduras de távanos o tavardos, no conocido ni visto desde los tiempos de Hipócrates, hasta que, expelidos los moriscos del Reyno de Granada, le truxeron a Castilla. Pero ¿qué nos podían traer bueno los que, pertinazes en su apostasía, tenían las almas tan malas que, pretendiendo nosotros, como christianos, su bien, ellos como infieles procuravan nuestro daño? Por lo cual fue tan justa su expulsión que eternamente cantará la fama alabanzas del católico rey don Felipe Tercero, que limpió de traidores y suzios enemigos sus reynos, siendo alumbrado y favorecido de Dios, y exortado con milagrosos prodigios.

También han tenido algunos por nuevo otro pestilente mal, que han llamado en estos años gatrotillo, no porque siempre lo sea, sino accidentalmente, quando ulceradas las fauces con un carbunco o antraz, o con llagas pestilentes, como escrive Aedo, inflama, cotrompe y ahoga. Así parece haver sucedido en tiempo de Plinio, pues refiere en este capítulo que murieron dos censores de semejantes carbuncos, nunca vistos en Italia, los quales matavan dentro de tres días, dando en el estómago, o fauces, o debaxo de la lengua, donde eran más ordinarios. Nuevas fueron también para los indios las viruelas, con que perecieron tantos quando los españoles comenzaron a poseer sus tierras, y no es justo poner en duda que puedan suceder, y sucedan, otras nuevas enfermedades, cuya curación se reduzga a aquellas que por sus accidentes conocemos ser en la esencia y en las causas semejantes. Juega naturaleza en todas partes con los males y los bienes, y burla a los hombres con sus diferentes efetos, no consintiendo que pueda estar alguno seguro.


1(En las fauces). Dando en las fauces, se llama garrotillo, porque entonces, como dize el autor, ahoga brevemente. Verse ha la esencia, accidentes y curación deste pestilente mal en la Apología que escriví contra el Mantuano. 2(Gemursa). Enfermedad antigua, no conocida ya.

TOMO Va. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2a