CAPITULO XIII


Del spino vulgar y silvestre, del erysicepto, spina apéndix, pyracanth, paliuro, aquifolia, acebo, texo, zarzas y de medicinas


También la raíz deste espino vulgar1 con que se hinchen las calderas de los tintoreros tienen algunos aprovechamientos. Muchos usan en Hespaña de él entre los olores y para los ungüentos, llamándole aspalatho. Hay, sin dubda, en Oriente, un nardo silvestre deste nombre, como diximos; blanco, de grandeza, fusta de árbol.

Iten, en Nisyro e ínsulas de los rodios, una mata más baxa, aunque de la misma manera espinosa, la cual llaman otros erissiceptro,2 otros adipsatheon o dypsacon o diacheton. La mejor de todas es la que menos tira a cañaheja, bermexa y que se acuesta a color morado, quitada la corteza. Nace en muchas partes, pero no en todas; es olorosa. Qué fuerza tenga cuando el arco celeste {arcoíris} estriva en ella, havemos ya dicho. Sana las llagas negras de la boca y las ocenas3 y los miembros genitales exulcerados o carbunculados. Iten las grietas y las hinchazones; bebida, quita las estrangurias su corteza. Cura su cocimiento a los que escupen sangre y detiene el vientre su corteza. Los mismos provechos se dize tener también la silvestre.

Una espina hay, llamada apéndix,4 porque unas bayas datiladas que lleva se dizen apéndices. Estas, crudas, por sí, y secas, cocidas en vino, refrenan las cámaras y retorcijones de vientre.

Las bayas de la pyracantha5 se beben contra las mordeduras de las serpientes.

También es el paliurob género de espino; llaman los africanos su simiente zura; eficacísima contra los escorpiones. Iten a los pedregosos y detienen la tose. Las hojas tienen fuerza de apretar. Su raíz, bebida, desbarata a los encordios, allegamientos y vómitos. Provoca urina, bebida. Su cocimiento, bebido en vino, detiene el vientre y es remedio contra las serpientes. Su raíz principalmente se da en vino. Algunos aplican sus hojas majadas con sal en la gota. Aprovechan sus bayas a la purgación de las mujeres, caeliacos, disentéricos y a los que tienen mal de vómito y cámaras. Detienen, bebidas en vino, el vientre; su raíz, cocida y unctada, saca las cosas hincadas en el cuerpo.

Es ansimismo muy provechosa a los huesos desconcertados e hinchazones la aquifolia o acebo. Plantado en casa o en el alcaria quita la fuerza a los hechizos. Enseña Pithágoras helarse el agua con su flor y que el báculo hecho de él, arrojado a cualquiera animal aunque se caya antes que allegue a lo que se tira por defecto del que le arroja, él por sí mismo, tendido en la tierra, se va deslizando y allegando más cerca, tan principal es la naturaleza deste árbol.

El humo del texo mata a los ratones.

Y no enxendró Naturaleza solamente las zarzas para las hechicerías, y por tanto dio dellas las moras por manjar a los hombres. Tienen fuerza de secar, apretar, y son muy acomodadas a las enzías y agallas y miembros genitales. Son contrarias las flores o las moras al hemorrhoo y préster, serpientes pestilencialísimas. Unctan con ellas las heridas de las serpientes, sin peligro de apostema, y provocan urina. Májanse sus vástagos tiernos y exprímese su zumo; espésase después al sol en cuerpo de miel, con singular remedio contra los males de boca y ojos y contra los que escupen sangre, esquenancias, madre, asiento y celiacos, bevido o unctado; aprovechan también sus hojas mascadas a los males de boca, a las llagas que manan y a cualquiera otra cosa de la cabeza que con ello se uñeta. Aplícase también en la teta izquierda a los cardiacos. Iten, al dolor de estómago y ojos saltados. Destílase su zumo en los oídos y cura las almorranas ciegas con ceroto rosado, y es presentáneo remedio el cocimiento de sus tallos hecho en vino. Los mismos, tomados por sí en manjar a manera de cyma o bretones o cocidos en vino stíptico, fortalecen los dientes o muelas que se andan. Detiene el vientre y flujos de sangre y aprovechan a los disentéricos; sécanse a la sombra para que después de quemados recojan la campanilla. También las hojas secas y molidas se dizen ser provechosas a las llagas de las bestias de carga. Las moras que nacen en éstas dan más eficaz stomátice que los morales hortenses, con la misma composición o se beben solamente con hippocystis, y con miel en las cámaras y vómito y en los que se desmayan por choleraa que va a la boca del estómago, y contra las arañas.

Entre las medicinas que llaman stípticas no hay cosa más eficaz que la raíz de la zarza que lleva moras, cocida en vino hasta quedar en la tercera parte, para que se enjagüen con ella las llagas de la boca y las del asiento se mojen. Y es de tanta fuerza que las espongias se hazen piedras con ella.

Otro género hay de zarza en que nace una rosa. Engendra ésta una píldora semejante a castaña de principal remedio a los pedregosos. Otra es la cynorrhoda de que hablaremos en el siguiente volumen.



a. Por bilis



EL INTERPRETE


1(La raíz deste espino vulgar y silvestre). Entiende el aspalatho, el cual se cree ser el oleastro rodhio que algunos boticarios gastan malamente por lignáloel. 2(Erissiceptro). Es especie deste espino de que acabamos de hablar. 3(Lasocenas). Son llagas hondas de las narices que causan olor hidiondo y aliento muy desagradable. 4(Spina apéndix). No sé de ésta más de lo que Plinio della dize. 5(Piracantha). Hállase de ésta tres géneros: uno de ramos de un cobdo, hojas de boj, aunque muy ralas, bayas a manera de la pimienta, gusto más amargo, corteza amarilla, muchas raíces y éste se cría en Grecia. El segundo solamente en la India de mata también espinosa, ramas de tres cobdos, más gruesas que las de la zarzamora, hojas de oliva, pequeñas, y raíz ancha, lignosa, de color de boj. El tercero, que llaman lonchitis, es un espino de varas derechas, de tres cobdos de largo o mayores muchas, que salen luego de la raíz, más gruesas que las de la zarza, corteza que parece, cuando se aparta, sangrienta.

6(Paliuro). Aunque hay dificultad en el conocimiento desta planta por las diversas y repugnantes descripciones que della nos dexaron los antiguos escriptas, pero lo que yo puedo conjecturar es que el paliuro de Dioscórides, ora sea el mismo de Plinio, ora diverso, o sea la aquifolia de Plinio que vulgarmente llamamos acebo y dizen en otras partes agrifolio, o especie suya, y el paliuro de Plinio ni más ni menos sea cualquier especie de la aquifolia o acebo. Todo lo cual, como negocio conjectural, se dexa al juizio del discreto lector.

Del taxo o texo nuestro, y de las zarzamoras que llaman robus los latinos no se añade nada por ser de conocimiento y noticia vulgar. De otras muchas diversas especies de zarzas havemos en otras partes suficientemente hablado, y adelante en este mismo libro hablaremos.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2