CAPITULO XII


De la spina arábica, spina alba, acanthio y acacia


Ya diximos, tractando de los olores, las alabanzas de la spina arábica. Espesa ésta también y aprieta todos los corrimientos y la sangre que se arranca por la boca y regla demasiada, en lo cual es de más eficacia la raíz.

La simiente de la espina blanca aprovecha contra los escorpiones. La corona hecha della y puesta encima disminuye los dolores de cabeza.

Semejante es a ésta aquella espina que los griegos llaman acanthio, de hojas muy menores, espinosas por sus extremidades, y cubiertas de un flueco semejante a telarañas, del cual, cogido, se hazen en Oriente vestiduras semejantes a las de algodón. Las mismas hojas o las raízes se beben para remedio del opisthótono.

Hay otra spina que llaman acace. Críase en Egipto, en árboles blancos y negros, y también en verdes, pero muy mejor en los primeros. Críanse ansimismo en Galatia muy tierno, y en árbol más espinoso. La simiente de todas es semejante a la lenteja, solamente de menor grano y folículo. Cógese por el otoño, y cogida antes es más fuerte de lo que conviene.

Espésase el zumo de sus folículos, bañados con agua llovediza y luego majados en un almirez, y exprímese en prensa. Entonces le condensan al sol, en morteros, y forman trociscos. Házese también de las hojas, aunque menos eficaz. Usan de su simiente, por agallas, para adobar los cueros. El zumo de sus hojas y de la acacia de Galatia muy negro se reprueva, y también el muy rojo.

La {acacia} morada o leucophaea, y la que se deslava fácilmente, es de suma fuerza para espesar y resfriar, y son éstas provechosas más que todas las otras para las medicinas de los ojos.

Lavan unos, para estos usos, los trociscos y otros los tuestan. Tiñen los cabellos, sanan el fuego de Santantón, las llagas que serpejan y los males húmidos del cuerpo, las collectionesa y artículos magullados, sabañones, uñas, y detienen la abundancia de regla de las mujeres, y curan la madre y tripas que se abajan; iten, los ojos, males de boca y miembros genitales.



a. Postemas.



EL INTERPRETE


De la espina blanca havemos ya hablado, la arábica no se conoce porque es error el de que creer el ser acacia, pues Dioscórides y Plinio, aliende de otras cosas, hazen dellas distinta y apartada mención. El acanto es el que vulgarmente llamamos cardo toba, y del acacia se conocen dos especies vulgares a la Nueva Hespaña, de que hablando del mizquitl hazemos en la historia de sus plantas mención; de ésta se coge la goma arábiga verdadera.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2