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Libro Vigesimotercero


DE LOS ARBOLES LABRADOS


PROHEMIO


Tocado havemos la naturaleza de las mieses y también lo que pertenece a medicina con todo lo demás que en la superficie de la tierra se cría para ramilletes, olores y mantenimiento del hombre. No da a cosa de éstas la ventaja la diosa Pomona,1 antes concedió también fuerza medicinal a las fructas que cuelgan de sus ramos, no contentándose con amarrarlas y cubrirlas con las sombras que caen de los árboles, como agraviada de que se hallasen más remedios en las cosas más apartadas del cielo y que comenzaron a usarse mucho tiempo después, porque ya diximos haverse tomado el primer mantenimiento dellos, e induciendo desta manera los hombres a que mirasen al cielo, y aun se podrían hoy sustentar dellos cómodamente sin mieses.

Y ansí diole primada a las vides,2 no satisfecha de haver ennoblecido los deleites, olores y ungüentos preciosos con omphacio,3 oenanthe y los demás masarios4 de que en sus lugares hezimos ya mención. Y ansí me parece que la oigo dezir: muchos regalos han recebido de mí los hombres; yo engendro el vino y azeite y los dáctiles y tanta diversidad de fructas. Esto no con trabajo y violencia, como la tierra, que se ha de arar con bueyes y después trillarse su fructo en las eras y molerse en molinos para que en algún tiempo, en fin, se acabe de dar perfección a su manjar.5 Mas en mí se halla todo aparejado y a punto, sin que lo haya con el corvo arado trabaxosa e importunamente, de alcanzar, antes tal que de su voluntad se ofrece y cae si por caso no os agrada gastar tiempo en cogerlo. Compitió ella consigo misma y engendró más cosas para provecho que para deleite.

Amansan las hojas de las vides, con sus pámpanos y harina de cebada tostada, los dolores de la cabeza y ardor del cuerpo. Las hojas, por sí solas, con agua fría, los ardores del estómago, y la gota con harina de cebada; los pámpanos majados y puestos sobre cualquiera hinchazón la desecan y enjugan. Su zumo, echado por melecina, cura las cámaras de sangre. La lágrima o liquor que destila de las vides, a manera de goma, sana los empeines, lepra6 y sarna, preparando todo esto primero con salitre. La misma, unctando con ella azeite muchas vezes los pelos, haze oficio de psilotro o depilatorio, pelándolos, y principalmente con el agua que, cuando se echan con el fuego, verdes, destilan, con la cual se quitan también las verrugas. Deshechos los pámpanos en agua y dados a beber aprovechan a los que escupen sangre, y contra los desmayos de las mugeres que se hazen preñadas.

Las cortezas de las raízes y hojas secas detienen el flujo de la sangre de las llagas y cierran las mismas heridas. Con zumo de nueza verde, majada, y encienso, quitan los empeines. La ceniza de los sarmientos, vides y caxea, con vinagre, quita las grietas y otros males del asiento. Iten los desconciertos y quemaduras e hinchazones del bazo, con azeite rosado, ruda y vinagre. Rocíase también con vino sin azeite sobre el fuego que llaman de Santantón7 y sobre lo descocido, y consume también los pelos. Dan ansimismo a beber la ceniza de los sarmientos, rociada con vino, contra los males del bazo, tomando quantidad de dos cyathos8 en agua tibia y echándose sobre él. Las tigeretasa con que rastrean las vides, majadas y bebidas en agua, quitan la costumbre de vomitar. La ceniza de las vides con enjundia añeja aprovecha contra las hinchazones, limpia las fístulas9 y tráelas a perfecta sanidad. Iten los dolores de los nervios nacidos de frío y sus espasmos, y sana las partes que han recebido algún golpe con azeite y vinagre y salitre; los sobrehuesos y las heridas de los escorpiones y perros, con vinagre. Y sola la ceniza de su corteza haze nacer pelos en las quemaduras.

Ya enseñamos, tractando de los ungüentos, de qué manera se haze el omphacio, estando en cierna los razimos. Agora diremos lo que de él toca a medicina. Sana las llagas de los lugares húmidos, cuales la boca, agallas y miembros genitales. Aprovecha mucho para aclarar los ojos, a la aspereza de los párpados, a las llagas de los lagrimales y nubes y a las que manan de continuo en cualquiera parte del cuerpo que estén. Iten a las señales de las llagas que quedan feas y a los huesos que crían materia y suciedad. Quebrántase su fortaleza con miel o con vino de pasas. Sirve ansimismo contra las cámaras de sangre y a los que la escupen por la boca o que padecen esquinancia.

Síguese al omphacio el oenanthe que llevan las vides silvestres, de que hablamos en la composición de los ungüentos. Es el más excelente el de Syria, principalmente en los montes de Antiochía y Laodicea. Refrigera éste y aprieta con nueza. Rocían con él las llagas y unctan el estómago. Es provechoso para la orina, hígado, dolores de cabeza, cámaras de sangre, coélicos,10 vómitos de cholera y contra el hastío bebido en vinagre, quantidad de un óvolo.11 Enjuga las llagas que manan en la cabeza y es muy eficaz en las que están en partes húmidas, cuales son los miembros vergonzosos, boca y asiento. Con miel y azafrán detiene las cámaras, enmienda la sarna de los párpados y lágrima de los ojos y la relajación del estómago, con vino, y el escupir de sangre, bebido en agua fría. Aplícase su ceniza en los alcoholes y sirve para limpiar las llagas, panadizos y apartamientos que nacen {en} las uñas de la carne. Quémase en el horno hasta que se acaba de cocer el pan. Engéndrase solamente para los olores masarios y aun no ha ennoblecido todas estas cosas la cobdicia del ingenio humano, apresurando la cosecha o por mejor dezir la rapiña dellas.



a. Zarcillos.



EL INTERPRETE


Tráctanse en este libro las medicinas de los árboles hortenses.

1(Pomona). Esta era la diosa de las fructas que los gentiles celebraron porque veneravan deidades de casi todas las cosas, según que savemos haverse hecho pocos años ha en estas Indias Occidentales, y aún dura hoy en algunas partes dellas no menos que en las Orientales. 2(Dio la primacía a las vides). Porque leo: primam partem dedit vitibus. 3(Omphacio). De éste y del oenanthe tractamos con Plinio en los dos capítulos últimos del duodécimo libro, donde deve buscarlo el lector. 4(Los demás masarios). Dixéronse ansí de la vía Massaris, de que el mismo Plinio en el postrero capítulo del libro duodécimo se acuerda. 5(En algún tiempo se acabe de dar perfección a su manjar). Leo quando que tanto labore, etc.

6(Lepra). No entiende Plinio la que llaman ansí los intérpretes de los árabes y nombran elephantiasis los griegos, mal atrocísimo en que todo el cuerpo se hincha, sino la de los griegos, que es especie de sarna más fácil que la sobredicha pero más grave que la psorilichen, impétigo de los griegos. 7(Fuego de Santantón). Ansí oigo llamar en algunas partes de Hespaña la erisipela; en otras, rosa, y en otras la del monte. Aunque no falta quien nombra la gangrena fuego de Santantón o fuego de Sant Marzal. Nosotros llamaremos al ignis sacer o erisipela fuego de Santantón, y fuego de Sant Marzal la gangrena y al sphacelo stiomeno. Aunque no ignoro ser el stiomeno acerca de los griegos apostema de cholera praeternatural, que llaman los mismos herpes esthiomenos y los latinos formica corrosiva, a diferencia de la miliar, que se haze de cholera más subtil y no corrodente. 8(Cyatho). Ya havemos en otra parte declarádola qué quantidad desta medida, donde podrá por la tabla buscarse. 9(Las fístulas). Llámanse ansí ciertas llagas de la forma que tienen; suélense hazer de los que llaman senos, añadido el caldo, y éstos del abceso, de que hay tres diferencias según que lo advertimos en otras partes. 10(Coélicos). Enfermedad es, según quiere Cornelio Celso, de la parte baxa del estómago en que se endurece y duele, detiene la cámara y ventosidad, enfríanse los estremos y con dificultad se respira. Verdad es que acerca de otros se toma de otra manera; todo admite el nombre, porque no quiere dezir más aquella palabra que afecto del estómago.

11(Ovolo). Ya havemos hablado en otros lugares deste peso.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2