CAPITULO VIII


De la hierba que llaman cien cabezas


De estos {eryngios}, el blanco llaman los latinos centum cápita. Todos son de un mismo efecto y son admitidos sus vástagos y raízes de los griegos en los manjares, crudas y cozidas. Monstruosa cosa es lo que de él se escrive, conviene a saber; que la raíz de éstos tiene ambos sexos, y se topa pocas vezes, pero que si hallaren los varones la que le tiene de macho se hazen amables y bien puestos, y por esta industria dizen haver sido amado Phaón, lesbio, de Sapho. Muchas vanidades se cuentan acerca desto, no sólo de los magos, mas también de los pythagóricos. Pero en el uso de medicina, aliende de lo sobredicho, aprovecha a las hinchazones de ventosidades, dolores de tripas, males del corazón, estómago, hígado y entrañas en aguamiel, y al bazo en agua y vinagre. Iten, en aguamiel a los riñones, stranguria o mal de orina, opistotónicos, espasmos, lomos, hydropesía, gota coral, regla de las mugeres, ora exceda, ora falte, y a todas las enfermedades de la madre. Saca lo hinchado en el cuerpo con miel; cura los lamparones, apostemas de detrás de las orejas, incordios y carnes que se apartan de los huesos con enxundia salada y ceroto, y también las quebraduras. Tomado primero, preserva de la beudez y restriñe el vientre. Algunos autores latinos han mandado cogerla por el solsticio y ponerla deshecha en agua llovediza, contra todos los males de las cervices, y dizen sanar las albúgines, o nubes de los ojos, atada solamente.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2