CAPITULO XVIII


De seis géneros de juncos, del cypero y de sus medicinas, Iten del cypero y junco oloroso


Lo mismo dize {Magón} del junco que llaman marisco, mandando que se arranque desde junio hasta mediado julio para entretexer las chozas y cabañas. Y de lo que toca a secarle, lo mismo que deximos de las ovas en su proprio lugar.

Otro género haze de juncos, el que llaman marino y hallo llamar oxischaeno los griegos. Tres géneros hay de él. Uno el agudo, estéril, que llaman macho, y oxis los griegos, y los demás del feminino, el cual lleva la simiente negra, llamado melancranis; más grueso es ése y más ramoso, y más aún el tercero llamado holoschaeno. De éstos el malancranis nace sin los otros géneros, pero el oxis y holoschoeno, por ser blando y carnoso, lleva el fructo a manera de huevos apegados entre sí. Nace el que llamamos macho de simiente, hincada la punta en la tierra, y el melancranis de su simiente, y fuera desto las raízes de todos perecen cada año. Sirven para texer las nasas marinas, para la pulideza de las ataduras y lumbre de los candiles con el corazón, que es para mechas muy excelente. Y son, en los Alpes cercanos a la mar, de tanta grandeza y amplitud que cortado el vientre {del tallo} son de grueso de un pulgar, y en Egipto de longitud de las crivas, y no es en parte alguna más provechoso.

Algunos también hazen un género del junco triangular, y llámanle cyperon. Muchos no lo destinguen del cypiro por la vecindad de los nombres, aunque nosotros lo distinguiremos ambos entre sí. Cypiro es el gladiolo, como deximos, de raíz bulbosa, alabadísimo en la isla de Candía, luego en la de Naxo y después en Phaenice. El de Candía es de color y olor semejante al del nardo y el naxio es más acre. El phaenicio da poco olor y el egiptio ninguno, porque allí también nace. Desbarata las durezas de los cuerpos.

Agora diremos los remedios, porque hay grandes provechos del género de las flores y olores; lo que toca al cypiro seguiré a Apollodoro, el cual negava haverse de bever, aunque afirmando ser eficacísimo contra los pedregosos {pues se} haze fomentos con él. No dubda hazer malparir las mugeres y escrive una cosa admirable, y es que los bárbaros, recibiendo por la boca el sahumerio desta hierba, deshazen el bazo y no salen de casa sin recibir este vapor. Y tienen que ansí se hazen más sanos y robustos, y que sin dubda ninguna cura los descocimientos y el mal de los sobacos y los resfriamientos, unctado con azeite.

El cypero1 es un junco, según que deximos, esquinado, blanco a par de la tierra y negro en la punta, y graso. Las hojas más baxas son más delgadas que las del puerro y menudas en lo alto, entre las cuales está la simiente. La raíz es semejante a las azeitunas negras, las cuales llaman cypéridas, cuando son prolongadas, de grande provecho en medicina. El más alabado es el cypero amónico, luego el rhodio y después el thracio y el postrero de todos es el egiptio, el cual confunde el entendimiento porque nace también allí el cypiro; pero el cypiro es durísimo y apenas echa de sí olor, los demás tienen olor y éste tal que se parece al del nardo. Hay otra hierba índica diferente de éstas que se llama cyperis, de forma de gengibre, la cual mascada es de fuerza de azafrán. Tiene el cypero en medicina fuerza de psilothro o depilatorio, únctanse con él los pterigios o uñas de los ojos y llagas de los miembros genitales y todas las que están en partes húmidas, como las de la boca. La raíz es remedio contra las mordeduras de las serpientes y escorpiones; abre, bevida, la madre, y la más larga tiene tanta fuerza que las ahuienta, provoca urina y regla y por tanto es muy útil a los hidrópicos. Unctan también con él las llagas que serpejan, y principalmente las del estómago, junto con vino o vinagre.

La raíz del junco, cozida en tres héminas de agua hasta quedar en la tercera parte, cura la tose; la simiente, tostada y bevida en agua, detiene el vientre y la regla de las mujeres y haze dolores de cabeza, pero lo que está cercano a la raíz del junco que nombran euripice, con cuya simiente se provoca sueño, pero hase de mirar no se haga, de sueño, modorra.

Y por tanto diremos las medicinas del junco oloroso. Porque nace según que lo deximos en su lugar en la Syria Cáele. El más alabado es de la Nabatea y que tiene por renombre teuchites; después de éste es el babilonio, y el más malo el de Africa y sin olor; y éste es redondo y de una vinosa mordacidad llegándole a la lengua. El sincero echa de sí, cuando le friegan, un olor de rosa, con sus fragmentos bermejos; desbarata las inflaciones, y por tanto es provechoso al estómago y a los que vomitan cholera o sangre. Quita el zollipo, mueve regüeldos, provoca orina, cura la vexiga y cuécese para el uso de las mugeres; pónese con resina seca a los opistotónicos.

Calienta también, en parte, la rosa y aprieta y refrigera la madre. Su uso se divide en hojas y flores y las cabezas de las hojas, y partes blancas que se llaman uñas. En la flor es una cosa la simiente y otra el cabello en la cabeza; una cosa es la corteza y otra el vaso. Sécase la hoja; exprímese de tres maneras por sí: cuando no se quitan las uñas, porque allí hay mucha humidad, o cuando, quitadas éstas, lo que queda se echa a remojar en vino o en agua al sol, en vasos de vidrio. Algunos mezclan también sal y otros anchusa, o aspalatho, o junco oloroso porque lo tal aprovecha en gran manera a la madre y a los desentéricos. Exprímense las mismas hojas quitadas las uñas majadas por un lienzo espeso, en vaso de cobre, y cuézese el zumo a fuego manso hasta que toma cuerpo de miel, y para esto se deven escoger las hojas más olorosas.



EL INTERPRETE


1(Cypero). Dévese traer a la memoria en este lugar la suma de lo que en otros se ha difusamente declarado. Y es que, según el parecer de Plinio, hay un género de junco que llama cypero Dioscórides o junco anguloso, otros triangular, y quadrangular Celso, que es el que en Hespaña llaman juncia avellanada, por razón de unas raicicas que lleva semejantes a las de la filipéndula, aunque hay otra especie que las lleva prolongadas y más olorosas. Hállase también, acerca del mismo Plinio, cypirus, el cual aunque en otros autores sea el mismo que el pasado, quiere antes ser el gladiolo que en Hespaña llamamos espadaña. Hállase también en este mismo autor cyperis, no por la raíz del cypero, según que otros usurpan esta palabra, sino por el que llamamos vulgarmente gengibre de dorar, y llama Dioscórides cypero de la India. Hállase ansimismo, según que parece, en el capítulo XIII del libro decimoséptimo. De los demás géneros de juncos de que Plinio y otros autores hablan havemos tractado en diversos lugares, pero especialmente entre las plantas del Nuevo Mundo, donde se hallan innumerables especies deltas. Y por eso al presente nos contentaremos con lo que, en compendio, tenemos referido.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2