CAPITULO XIII


De la miel ponzoñosa y de los remedios de la miel que causa locura


Llevan las {colmenas} ansimismo en Hespaña en machos por semejante razón y haze tanto al caso el pasto que por causa de él se buelbe muchas bezes la miel ponzoñosa.

En Heraclea, del Ponto, es en algunos años pestilencialísima, hecha de unas mismas abejas, y no escriven los autores de qué flores se haga ésta. Nosotros diremos lo que sabemos dello. Hay una hierba llamada egolethron,1 de la destruición que haze en los jumentos y, principalmente, en las cabras. Conciben las flores de ésta una ponzoña mortal, marchitándose en el verano aguoso, y ansí acaece que no todos los años se siente esta destruición. El indicio de la miel venenosa es que no se espesa del todo, que el color es más rubio y el olor ageno, y que haze luego estornudar y es más pesada que la que no tiene daño. Arrójanse los que la comen, buscando refrigerio, en el suelo, porque se hinchen luego de sudor. Los remedios son muchos, según que diremos en sus lugares. Pero, porque conviene representar algunos en tantos peligros y asechanzas, será uno dellos la clarea añeja, hecha de buena miel y ruda, y las salsas2 tornadas a lanzar y tomadas muchas vezes. Y es cierto llegar este mal (por el estiércol que comen) también a los perros y que son de la misma manera atormentados de ella. Y la clarea antigua que de ella se haze consta ser sin ningún daño. Y con ninguna otra, si se mezcla con costo,3 se enmienda ansí el cuero de las mugeres, o los cardenales si se le añadiere acíbar.

Hállase otro género de miel en el mismo Ponto, en la provincia de los samnos, que llaman manómeno de la locura que engendra. Este creen hazerse de las flores de las adelphas de que están llenas aquellas montañas. Y esta gente, como dé a los romanos la cera en tributo, no le vende la miel por ser venenosa. Y en Persis y en Getulia de la Mauritania Caesariense, que confina con los masaesulos, se engendran panares pestilentes y algunos a partes, lo cual es de mayor engaño que otra cosa alguna, sino que se conocen en el color amoretado que tienen.

¿Qué pensaremos haver pretendido Naturaleza con esas asechanzas y engaños en que se cría venenosa la miel de las mismas avejas que también la hazen en otros tiempos sin veneno, y no en todos los años o en todas las partes del panar? Como que fuera poco haver engendrado cosas en que se diese mezclado fácilmente el veneno, si también no le diera el mismo en la miel a tantos animales. ¿Qué quiso, sino hazer al hombre más cauto y menos goloso? Porque no a la miel, sino a las abejas havía dado aguijón, y éste ponzoñoso, con remedio’1 contra sus picaduras que no es justo diferir. Porque untarse con zumo de malvas o de hojas de yedra es cosa muy saludable, o beberle los picados, en lo cual es cierto cosa de admiración que llevando la ponzoña en la boca y labrándola no mueran, sino que aquella señora de todas las cosas puso en las abejas esta resistencia, como contra las serpientes en los marsos y psyllos entre los hombres.



EL INTERPRETE


1(Egolethros). Que quiere dezir destraición de las cabras. 2(Salsas). Entiéndase aquellas que se hazen de cosas saladas. 3(Costo). Dexáronnos los antiguos desta planta tan poca noticia, que aunque pudiera della referir lo que otros nos han en diversas partes scripto, no osaría afirmar por cierta cosa ninguna. 4(El remedio es). Lee desta miel venenosa y de sus remedios el capítulo LXXV del segundo libro de Dioscórides.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2