CAPITULO VIII


De la invidia de las vestiduras con flores, del amarantho y chrysocome o chrysitis


No se contenta la demasía con vencer los olores de las flores1 inventando ungüentos mucho más olorosos, pero procuró también sobrepujar sus colores más excelentes con la invención de las tincturas de los paños y vestidos. De éstos se me ofrecen tres los más principales:2 uno, en la grana, que responde al de las rosas y no se escrive haver a la vista cosa más agradable ansí para las púrpuras tyrias y dibaphas, o de dos tincturas, como para las lacónicas. El otro es el amethisto, que corresponde al de la violeta, el cual también sirve para el morado que llamamos iantino, porque tractamos de solos los géneros que se dividen en muchas especies. El tercero es el que propriamente se entiende ser del conchilio, de muchas maneras: uno que corresponde al del tornasol y en alguno déstos por ventura más escuro; otro al de la malva que tira a púrpura, y otro al de la violeta tardía, que representa a los más encendidos conchilios,3 mas agora se componen juntos y contienden Naturaleza y la demasía. El honor de lo amarillo veo ser de grande antigüedad concedido todo a las hembras, en los flammeos nupciales o vestiduras de las recién casadas, y por ventura a esta causa no contarse entre los principales, quiero dezir entre los comunes a los machos y a las hembras por haverles dado el principado la compañía.

Sin dubda ninguna somos vencidos del amarantho.4 Es éste una espiga morada más verdaderamente que flor y está sin olor alguno y es de admirar en él que se goza de que le cojan y torna desta manera a nacer más alegre. Viene por el mes de agosto y dura hasta el otoño. El más preciado de todos es el alexandrino, el cual se guarda cogido y es cosa extraña que después de haverse secado todas las flores torna, mojándole con agua, a revivir y texe las coronas del himbierno. Su summa naturaleza consiste en el nombre, porque se llama ansí a causa de no marchitarse. Consiste también en el nombre el color del cyano y también el del olochryso.5

No estava alguno destos colores en uso en el tiempo de Alexandro Magno, porque los autores cercanos a su muerte no hablaron dellos palabra, de lo cual parece haver agradado después. Mas ¿quién dubda haverse hallado en Grecia? Porque, de otra manera, ¿cómo pudiera Italia usurpar nombres? Pero la misma puso nombre al petilio,6 flor autumnal y que nace a la par de las espinas, tan alabada en color, el cual es de rosa silvestre. Sus hojas son pequeñas y cinco en número. Y es en esta flor cosa admirable doblarse en lo más alto y no nacer sus hojas sino retorcidas en pequeño vaso y de diversos colores y que encierra dentro de sí simiente amarilla. Es, ansimismo, amarillo el bellio7 y coronado de 55 barbillas, en forma de trociscos.8 Son éstas flores pratenses, y muchas dellas sin provecho alguno y por tanto también sin nombres, y aun a estas mismas unos les ponen unos y otros otros. Carece la chrysocome o chrysitis9 de nombre latino, la cual es de altura de un palmo, racimos ataviados de resplandor de oro, raíz negra, que tira de sabor que aprieta a dulce, y que nace en lugares sombríos y pedregosos.



EL INTERPRETE


1(En las cuales flores). Como el lenguaje deste capítulo carezca de la claridad y lustre del estilo pliniano, no havrá quien no confiese estar estragado en muchos lugares mayormente, bastando el vicio de una sola palabra a turbar y escurecer muy amplias y estendidas sentencias. Con todo esto nos esforzamos a traduzirle y haremos también diligencia alguna en declararle según que le entendemos. Dize, pues, Plinio que estando la demasía ufana y gozosa de haver vencido los olores de las flores con la aromatocidad y regalo de los ungüentos, provoca también y desafía los colores de las mismas con los que ella misma inventó en el teñir de las vestiduras. 2(Déstas se me ofrezen tres los más principales). Entiendo colores porque va confiriendo los de las flores con los de las vestiduras. 3(De los conchilios). Destas conchas hablamos en el libro nono. 4(Somos vencidos del amaranto). Entiende nuestra superfluidad, porque como aquél no sirva a la demasía tiene las propriedades que dize y es esta flor la de un género de bledos que creo nombran en Hespaña penachos. 5(Del cyano y también del olochryso). Porque ambas flores tienen el nombre de su color, la primera del azul y la postrera del dorado.

6(Petilio). Ruellio, en el capítulo CXLV del libro segundo De natura stirpum, dize haverla visto en Francia, donde ya se cultiva con otras cosas que se pueden ver en este autor. Otros dizen ser las clavellinas de Indias que llaman cempoal xóchitl y aun por ventura entendió de éstas Ruellio. 7(El bellio). Otros le llaman bellis. Flor es que nace vulgarmente en los prados, blanca, aunque con alguna manera de color morado o bermexo. Hay de ella mayor y menor y aun yo conozco tres o cuatro especies en que algunas vezes he mirado. 8(En forma de trociscos). Ansí traslado pastulicantibus. Otros leen patulicantibus, y querría dezir abiertas y patentes. 9(Chrysocome o chrysitis). De ésta haze mención Dioscórides en el capítulo L del libro cuarto y conócese en nuestros tiempos esta planta.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2