CAPITULO XX


De las verdolagas o peplio, culantro y armuelles


Hay otra planta que se dize verdolaga, la cual llaman también peplio,1 no muy más eficaz que la hortense, de la cual se escriven usos notables como es que comida por manjar cura la ponzoña de las saetas y de las serpientes llamadas hemorrhoos y praésteres, y que saca {su veneno} aplicada a las llagas. Iten la {ponzoña} del veleño, bebida en vino de pasas, exprimido su zumo. Cuando no la hay, haze semejante efecto su simiente. Resiste a las malas aguas, dolor de cabeza y cura las llagas majada en vino y puesta en ellas, y sana las demás heridas mascada con miel. Ansí también se ponen en el cerebro de los niños y en el ombligo de todos; se aplica en la frente con harina de cebada tostada, pero en los mismos ojos con leche y miel. La misma, si se relajan, aprovecha con sus hojas majadas y cortezas de habas y a las póstulas con polenta, sal y vinagre. Aplaca, mascada cruda, las llagas de la boca e hinchazón de las encías y los dolores de los dientes; el zumo de la cozida sana las llagas de la garganta; algunos añaden un poco de murta, porque también aprieta y fortifica los dientes que se andan. Aplaca las crudezas, confirma la voz y quita la sed; mitiga los dolores de las cervices, con igual medida de agallas y linaza y los males de las tetas con miel y creta cimolia, género de tierra. Es, ansimismo, saludable a los que no se hartan de aliento, bebida su simiente con miel; corrobora el estómago comida en ensalada. Pónese con polenta en los causones y fuera desto, mascada, refrigera también las tripas y detiene los vómitos. Cómese contra las cámaras de sangre y apostemas interiores que echan de sí materia, con vinagre, o bébese con cominos. Y contra el pujo, cozi da, y contra la gota coral, comida o bebida. Aprovecha también a la purgación de las mu geres, medida de un acetábulo en arrope, a la gota cálida aplicada con sal y al fuego de San tantón; ayuda a los riñones y a la vexiga su zumo bebido, y expele animales que se crían en el vientre. Pónese contra los dolores de las llagas con azeite y polenta; ablanda las durezas de los nervios. A Methodoro, el que escri vió Epítome de las plantas, le pareció que se devía dar después de haber parido, para purgación; refrena la luxuria y sueños luxuriosos. Es al presente príncipe de Hespaña el padre de un varón praetorio, el cual sé traher colgada del cuello con un hilo, siempre que no está en el baño, su raíz, por las enfermedades insufribles que padece de la campanilla y líbrase desta manera de todo este daño. Y aun he hallado acerca de los autores que la cabeza que con ella se unctare no sentirá en todo el año corrimiento alguno, aunque se cree obscurecer la vista.

El culantro no se halla entre las plantas silvestres, y consta ser el más principal el de Egipto. Vale contra un género de serpientes que llaman amphisbena bebido y aplicado, y sana también otras heridas. Y, majado, {sana} los granos que salen a las noches y ansí, ni más ni menos, todas las hinchazones y recogimientos de humores con miel y pasas, y los diviesos, majado con vinagre. Mandan algunos comer antes de la abcisión tres granos enteros de su simiente en las {fiebres} terciarias, o unc tarse con muchos dellos la frente. Otros tienen por cosa muy eficaz ponerlos antes que salga el Sol debaxo de la almohada. Tiene el verde grande fuerza para resfriar los ardores, y sana las llagas que cunden con miel o pasas. Iten, los testículos, quemaduras, carbuncos y orejas. Las inflamaciones de los ojos con leche de mu ger, y la simiente bebida en agua los corrimientos del vientre y tripas. Bébese con ruda contra el vómito y cámaras que llaman cholera. Su simiente expele los animales que se crían dentro del cuerpo, bebida con zumo de granadas y azeite. Xenócrates enseña una cosa de admiración, si puede creerse, y es que se detiene la regla por un día si bebiera la muger un solo grano, y por dos si dos granos y, finalmente, por otros tantos días cuantos granos tomaren. A M. Varrón le parece guardarse en estío la carne, sin corromperse, echándole culantro molido en vinagre.

Son, ansimismo, silvestres los armuelles,a acusados de Pythágoras de causar la hidropesía, ictericia y amarillez de color. Se cuezen con grande dificultad y no nace en los huertos, a par dellos, nada, y no es dixerido. Añadieron Dionisio y Diocles causar muchos géneros de enfermedades y que no se deben cozer si no fuere mudada el agua muchas vezes, {pues} son contrarios al estómago y engendran pápulas y pecas. De maravillar es que diga Solón Smír neo nacer con dificultad en Italia. Hipócrates los enfunde en los males de la madre con algas. Lyco, napolitano, los dio a beber contra cantháridas, con vino. Y creyó unctarse con ellos, cozidos o crudos, útilmente el paño, diviesos que comienzan y todas durezas, y en el fuego de Santantón con miel y vinagre y salitre, y de la misma manera la gota. Dize quitar sin llagar las uñas escabrosas. Algunos dan su simiente a los que tienen ictericia, con miel, y friegan las arterias y agallas añadido salitre. Mueven el vientre, con ellos cozidos, o por sí, o con malvas o con lentejas, provocando vómito; tiñen con el {armuelle} silvestre el cabello y usan de él para todo lo sobredicho.



a. Atriplex hortensis L.



EL INTERPRETE


1(Peplio). De tres hierbas haze Diocóride mención, fuera de la verdolaga hortense, todas conocidas en Hespaña. La una es la que él llama en el libro cuarto peplos, que mana en leche, de hojas de ruda, pequeñas, algo más anchas, y ramos tendidos en redondo con un palmo de diámetro en la tierra, y llena debaxo de las hojas de su simiente, pequeña y menor que la de las dormideras blancas; llaman a ésta las oficinas esula redonda. Hay otra llamada chamesyce, de ramos y hojas menores, y de ninguna de éstas haze aquí mención. Hay otra dicha de Dioscórides peplis y de Plinio peplion al presente, de hojas de verdolaga y coloradas por abaxo, cual se ve a cada paso en esta Nueva Hespaña, y llá manla hierba del pollo y otros verdolaga silvestre, aunque se nombran desta misma manera otras dos plantas: una que es especie de siempreviva y otra que llaman también telephio. Tiene virtud ferviente, como la verdolaga doméstica sea refrigerativa, de la cual habla Plinio cuando cuenta las virtudes que se siguen, por entenderse proceder todas de calor y sequedad; dígolo porque no las refiera alguno con empeño a la verdolaga, cuyas fuerzas son tan diferentes.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2