CAPITULO VII


De la lechuga selvática o caprina, esopo, satis y lechuga hortense


El primer género de las lechugas que se nacen de suyo es el de la que llaman cabrón,1 con que mueren luego los pesces cercanos echada en el mar. Su leche, espesada luego en vinagre, peso de dos óbolos en un cyatho de agua, se da a los hidrópicos. Con su vástago y hojas majadas y despolvoreadas con sal se sanan los nervios cortados. Las mismas preservan los dientes de dolor enjaguándolos con ellas desleídas en vinagre, por la mañana.

Otro género hay que llaman los griegos esopo. Sus hojas, majadas y mezcladas con polenta2 y aplicadas, curan las llagas viejas; nace esta planta en los campos. El tercero género que se halla en las montañas llaman isatis o pastel; sus hojas majadas con polenta curan las llagas antiguas. Del cuarto género usan los tinctoreros, el cual llaman glasto o gualdas; fuera éste semejante a la romaza silvestre en las hojas, si no tuviera de ellas mayor número y ésas fueran negras. Retiene el flujo de sangre, sana las phagédenas y llagas podridas que van cundiendo, cura las hinchazones antes que se maduren y aprovechan sus raízes y hojas contra el fuego de Santantón, y bebidas contra el bazo, ansí que estas cosas son proprias a cada género.

Pero es común a todas las lechugas que se nacen de suyo la blancura, el vástago de largo de un cobdo y ser éste y las hojas ásperas. Entre ellas, las que tienen redondas las ho hojas y cortas llaman hieráceo3 algunos, porque los halcones, picándola y unctándose los ojos con su zumo, alivian, cuando los sienten algo pesados, su obscuridad. Todos tienen el zumo blanco y semejantes a las dormideras en virtud. Cógese al tiempo de la cosecha; cortado su vástago, guárdase en vasos de barro nuevos y es excelente para muchas cosas. Sana todos los males de los ojos con leche de mu ger; quita las nubes, señales y quemaduras y principalmente su obscuridad. Pónese en los ojos con lana contra sus epíphoras o inflamaciones, y el mismo zumo provoca cámaras bebido en agua y vinagre en quantidad de dos óbolos. Cura, bebido en vino, las mordeduras de las serpientes, y tómase sus hojas tostadas y sus vástagos en vinagre, y unctan con ellas las heridas y mayormente las picaduras de los scorpiones; pero contra los phalangios, que son especies de arañas, en vino mezclado con vinagre. Resiste también los demás venenos (sacados los que matan ahogando, o los que dañan la vejiga) y mezclado también el albayalde. Pónese con vinagre y miel sobre el vientre, para curar sus males, su zumo, y enmienda las dificultades de la orina.

Cratevas le manda dar en quantidad de dos óbolos a los que están enfermos de hidropesía, en un cyatho de vino. Algunos exprimen de las hortenses, como menos eficaz, sus más particulares fuerzas. Havemos en parte contado que son de hazer sueño, provocan luxu ria, resfrían el calor, purgan el estómago y augmentan la sangre.

Quedan otras, no pocas, porque resuelven la inflamación, facilitan los regüeldos y ayudan a digerir y no causan jamás crudeza. No hay entre los manjares cosa que provoque como ésta apetito4 y le quite tiniendo término la una causa y la otra. Y ansí en mayor quantidad ablandan el vientre y en menor la detienen. Cuecen lo liento y viscoso de la flegma y, según que algunos han dicho, purifican los sentidos y restauran el estómago relajado con grande utilidad, templando en este uso en quantidad de un óbolo la aspereza de las salsas y la fuerza del vinagre con su dulzura, mezclando, si la flegma es gruesa, vino de cebollas albarranas o de ajenjos5 y, si hay también tose, de hysopo. Dase ansimismo a los celiacos6 con chicoria y contra la dureza de las ijadas. Danse también las blancas a los melancólicos en mayor quantidad y contra los males de la vejiga. Diolos Praxágoras también contra las cámaras de sangre. Aprovechan ansimismo a las quemaduras frescas, primero que se levanten postillas o ampollas, unctadas con sal. Refrenan las llagas que van cundiendo, al principio con espuma de salitre y después con vino. Aplícanse molidas en el fuego Santantón y aun ablandan los lomos y desconciertos los vástagos hechos en poleadas con agua fría y usaron las cozidas en cazuelas en la poción que llaman cholérica,7 por lo cual son muy provechosas las amargas y de vástago muy grande. Algunos las echan a remojar en leche; dízense ser estos vástagos hervidos muy provechosos al estómago, como para dormir la lechuga, principalmente de las huertas, amarga, y que cría leche que llamamos me cónide. Esta dizen ser muy principal para aclarar la vista, con leche de muger puesta con tiempo en la cabeza y también contra los males de los ojos que proceden de frío.

Otros loores hallo ansimismo admirables: porque dizen aprovechar contra las enfermedades del pecho, no de otra manera que con miel áttica, el abrótano, y que se alimpian las mugeres con este manjar, y se da la simiente de las hortenses contra los scorpiones, y se refrenan las imaginaciones luxurio sas, en el tiempo del sueño, bebiendo su simiente molida en vino; y que no dañan las aguas malas a los que comen lechugas, aunque algunos escriven que los que las usan muy a la continua {para} comer son incomodados en la claridad de los ojos.



EL INTERPRETE


1(De la que llaman cabrón). Hay lechugas hortenses, como todo el mundo sabe, y silvestres. De las primeras hay innumerables géneros mayormente en Italia, diferentes ansí en el color y lisura de las hojas como en pararse unas por el suelo, empinarse otras y otras hazer, como las coles murcianas, cabeza. Y ansí llaman unas manchadas, otras moradas; unas negras, otras blancas; unas lisas, otras crespas; otras floridas, otras sésiles y otras cabezudas y arrepolladas y de otras muchas maneras. Son todas casi semejantes en fuerza y virtud, aunque unas más dulzes que otras y aun algunas de amargura notable. De los silvestres, de que hay muchas species conocidas por experiencia y lectión de los autores, haze Plinio caprina y es según se puede conjecturar la que hasta aquí se tenía por divia y se gastava comúnmente en las boticas por tal. El otro género que llama esopo yo no conozco por este nombre; otros textos tienen cepason, que tampoco se entiende, y podría ser que estuviesen ambos viciados. Los otros dos son isatis y glasto, a quien ya dimos nombre de nuestra nación interpretando a Plinio. 2(Con polenta). Ha zían los antiguos la polenta rociando primero la ce vada con agua y secándola por una noche, y otro día friéndola y quebrantándola después con ruedas y guardándola ansí para muchos días. 3(Hieráceo). Parece contar esta tercera especie de soncho, o confundirla con las lechugas silvestres, si no entienden de otra planta. 4(Que provoque como ésta apetito). Y ansí creen algunos que aquel dísticho de Marcial que dize: Claudere quae cenas lactuca solebat avorum, dicmichi cur nostras inchoat illa dapes, notan los golosos que la comen al principio para provocar apetito, aunque otros quieren que, no éstos, sino los que beben demasiado, pues se dize también della que estorva la embriaguez. 5(O de ajenjos). De do parece engañarse los que creen el vino absínthite no ser bueno contra la viscosidad de la phlegma, por dezirlo de los absinthios Galeno.

6(Celiacos). Llaman los griegos ansí a los que padecen cámaras antiguas por culpa del estómago, aunque Celso, libro cuarto, parece sentir ser afecto a éste contrario por estas palabras: in ipsius vero ventriculi porta consistit is qui et longius esse consuevit, caeliacus a Graecis nominatur sub hoc venter indurescit dolor que eius est, albus nihil reddit ac nec spiritum quidem transmittit extremae partes fringescunt ac difficulter spiritus redditur. 7(Cholérica). En este afecto se van los que le padecen de vómito y cámaras, y llámase también cholera morbus, porque la cholera se llama en griego choli y en latín bilis, y ansí melancholía es también enfermedad y el humor se llama humor melancholicus o niger siccus, y en griego, el natural μελάγχιμος, y el preternatural μελαγχολία o atrabilis.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2