CAPITULO XII


De la manera de regar los huertos y qué plantas se mejoren trasponiéndolas, y de los zumos y sabores de las cosas hortenses


Las horas de regarlas: por la mañana y por la tarde, porque no se caliente el agua con el sol; sola el albahaca quiere también regarse a mediodía; también se cree nazer muy presto lo que se siembra rociado al principio con agua caliente, y házense todas las hortalizas que se trasponen más grandes y más viciosas, principalmente los puerros y nabos. Hay ansimismo medicinas en el trasponer y preservarse desa manera enfermedades, como el gethio, puerros, rávanos, apio, lechugas, ravas y cogombros, y casi todas las silvestres son de menores hojas y vástagos y de más agudo piquor, como la cunila, ruda y orégano, y sólo de todas es mejor el lapatho silvestre; éste, en hortense, se llama romaza y naze fortísima porque escriven que una vez sembrada dura sin ser vencida jamás de la tierra, mayormente a par del agua. Su uso, con sólo ordiate, da en los manjares más liviano y agradable sabor; el silvestre es provechoso para muchas medicinas y en tanta manera no dexó nada por buscar el cuidado de los hombres, que halló comprendido en versos, que si se siembran las simientes de los puerros, oruga, lechugas, perexil, endivia y mastuerzo encerradas en cada una de las avellanas del estiércol de las cabras, horadada, nazen maravillosamente. Las que son también silvestres se entienden ser más secas y agudas que las que se siembran.

Porque se ha de dezir la diferencia de los zumos, de los sabores, que es mayor en éstas que en las fructas, porque son acres los de la cunila o axedrea, orégano, mastuerzo y mostaza; amargos los de los ajenjos y centáurea; aquátiles los de los cogombros, calabazas y lechugas; agudos los de sola la cunila; agudos y olorosos los del perexil, eneldo e hinojo; solamente no naze el sabor salado, aunque algunas vezes se asienta en la superficie a manera de polvo, como en los garvanzos,1 de manera que se entiende ser vana, como muchas vezes otras, la persuasión de la vida. El panax tiene sabor de pimienta y más el siliquastro,2 por lo cual se llama piperitis. El libanotis3 tiene olor de encienso, el smyrnio de mirrha.4 Del panax abundantemente se ha tractado. El libanotis se siembra de simiente en lugares podridos, flacos y que participan de rocío; las raízes es como las del olusatro, nada diferente de la del encienso; su uso, pasado un año, es muy saludable para el estómago. Algunos llaman esta planta por otro nombre rosmarino. Siémbrase también el smyrnio en los mismos lugares; tiene su raíz resabio de mirrha. De la misma manera se siembra el siliquastro; los demás difieren de los otros en olor y en sabor, como el eneldo. Y es tan grande la diversidad y fuerza que no sólo se muda uno con otro sino que se quita del todo. Con el perexil quitan los cocineros a los manjares el {del} vinagre; con el mismo quitan los bodegueros al vino el mal olor echándolo en las que llaman mangas o talegas.

Hasta aquí se han tractado las cosas de los huertos que sólo se siembran por causa de los manjares. Queda en las mismas una muy grande obra de Naturaleza, porque hasta agora solamente havemos tractado de su lavor y ciertos zumos, pero la verdadera naturaleza de cada una no puede conocerse sino con efecto medicinal, obra muy grande y de divinidad oculta y la mayor que puede en el mundo hallarse, y el no haverlos eslavonado con cada cosa havémoslo hecho con justa razón, porque el deseo de curar pertenece a solos los médicos y fuera grande la dilación hazia ambas cosas si se junctaran. Agora terná cada cosa sus partes y podranse hermanar cuando a alguno le agradare hazerlo.



EL INTERPRETE


1(Como en los garvanzos). Castigó ansí este lugar Theophrasto en el libro sexto De causis plantarum, donde dize: sunt quorum summam partem dum taxat sosugo quaedam ob ducit utricer. 2(Y más el siliquastro). Algunos quieren sea el chile de los indios, de que entre sus plantas hablamos. 3(El libanotis). Llamóse ansí por tener olor de líbano o encienso. Hay dello dos especies, sin el coronario que llamamos romero, ambas conocidas en Hespaña, de que hablaremos en su lugar. 4(El smyrnio de mirrha). Ansí leo y no murrha, de Dioscórides, y del mismo Plinio en otra parte y de todos los demás herbarios.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2