CAPITULO II


De la naturaleza del esparto y cuándo comenzó a estar en uso, cómo se perfecciona, y qué cosas nazcan y vivan sin raíz


Comenzóse a usar del esparto1 muchos siglos después y no antes de las armas africanas, con que primero acometieron a los españoles. Es éste de la misma manera. Hierba que se naze de suyo, sin que se pueda sembrar, y junco propiamente de suelo seco, y vizio dado a sola la tierra porque le es enfermedad y no puede allí sembrarse o nazer otra cosa. Engendrase en Africa pequeño e inútil; en la provincia de Cartagena, parte de la Hespaña Citerior, y no toda, sino donde produce, cubre también de esparto o atocha los montes; de este hazen esteras los rústicos naturales, fuego y hachas, y calzado y vestidos pastoriles. Es dañoso a los animales, sacando lo tierno de sus puntas. Para los demás usos arráncase con trabaxo, armadas las piernas de bragas, cubiertas de guantes las manos y envuelto en reparos de hueso o de madera. Agora {se arranca} ya apenas {termina} el himbierno, y con grande facilidad, desde los 8 de mayo hasta otros tantos de junio, que es el tiempo en que está de sazón. Arrancado y hazinado por dos días, se desata al tercero y desparze y seca al sol. Después lo tornan hecho hazes a casa; remójase en agua, la cual es mejor que sea del mar y, faltando ésta, en {agua} dulce. Desecado al sol se torna a regar. Si te constriñere repentinamente la necesidad báñalo con agua caliente y, seco, podrás usar dello. Esto se maja para que sea de provecho y es invincible en las aguas y en el mar, como fuera del mar se tengan por mejores las hojas de cáñamo, pero el esparto mantiénese en ella como recompensando la sed de los lugares secos donde nace. Es de naturaleza renovable y mézclase, por viejo que sea, con otro nuevo. Pero entenderá el que quisiere el miraglo cuánta utilidad se tome dello en todas las tierras para la xarcia de los navios, máquinas de edificios y para otras necesidades de la vida, y que para todo esto baste espacio de menos que 30 mil pasos, en latitudes de la ribera de Cartagena, y menos aún que esto en longitud. La mucha costa es causa que no se lleve más lejos.

El nombre con que llaman al junco {σχοĩνος} da a entender haverlo usado los griegos para sogas, y después de las hojas y telas de las palmas, y es cosa muy verisímil haverse hoy transferido el uso del esparto a los cartagineses.

Theophrasto escrive que hay un género de bulbo o cebolla en las riberas de los ríos, el cual tiene entre la corteza superior y la parte que se come un a manera de lana, de que se hazen manteles y ciertas vestiduras. Pero no se declara en los ejemplares que he hasta agora visto la región donde se haze otra alguna cosa con más diligencia, solamente dize que se llama eriophoro, ni hace mención alguna del esparto, haviendo escripto todo lo demás con grande cuidado 490 años antes de mi tiempo, según que en otra parte diximos en que parece que después deste espacio vino el esparto en uso.

Y pues que havemos comenzado de los milagros de las cosas, seguiremos su orden en lo cual es cierto de admirar que nazca o viva algo sin raíz. Llámanse éstas turmas y están cercadas por todas partes de tierra, sin estrivar en barbas o ni siquiera en cabellos, y sin que se levante el suelo donde se crían o se resquebraje o estén apegadas a la tierra. Enciérranse con corteza, de suerte que no se puede dezir que son tierra u otra cosa que callo de ella. Nacen éstas en lugares secos, arenosos y matorrales. Son algunas vezes mayores que un membrillo, aunque igual al peso de una libra. Hay dos géneros dellas, unas son arenosas y enemigas de los dientes y otras limpias y sinceras; distínguense también con diverso color: rojo, negro y dentro blanco. Son, las mejores de todas, de Africa. Con dificultad, según pienso, se entiende si crecen o si este vizio de la tierra (porque no se puede imaginar ser otra cosa) se enovilla de una vez en toda la grandeza a que ha de venir, o si tienen vida o no, porque el poderse podrir les es común con la madera. Siendo juez en Cartago de Hespaña Larcio Licinio, varón praetorio, sabemos en estos pocos años haverle acaecido que, yendo a morder de una dellas, se le torcieron los primeros dientes con un denario que dentro estava metido. De lo cual quedará averiguado enovillarse en sí la naturaleza de la tierra. Y esto es cierto de las cosas que nacen y no pueden sembrarse.



a. Guerras púnicas.

b. Por antorchas.



EL INTERPRETE


1(Del esparto). Adviértase que este esparto de que aquí Plinio habla es el vulgar esparto de Hespaña que llaman por otro nombre atocha. Otro es el de Dioscórides y de los demás autores que llamamos en nuestro vulgar retama, distincta de genista, hoy, de que en sus proprios lugares hablaremos.





TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2