CAPITULO XXXIII


De la consideración de los vientos


Algo más menuda es la consideración de los vientos. Mirado el nacimiento del Sol en cualquiera día del año, estando a las 12 del día, de manera que tengan aquel nacimiento de él aparte del hombro izquierdo, el mediodía estará enfrente de la mitad de la cara y el septentrión en el colodrillo; el lindero que corre desta manera por la heredad se llama el quicio. Después conviene rodearse de manera que cada uno mire su sombra, la cual, estándose como se estava, estuviera detrás del hombre. Ansí que mudados los lados, de suerte que nazca aquel día enfrente del hombro derecho y se ponga del izquierdo, serán las 12 cuando se echare la menor sombra delante de ti. Por la media longitud desta sombra convendrá hazer un surco, o una línea con ceniza, como, pongamos por caso, de 20 pies, y en la mitad desta medida, conviene a saber, en el décimo pie, se rodee con un círculo pequeño que se llame ombligo. La parte que fuere del vértice de la sombra será el viento septentrional o norte. No miren hazia allí ¡oh podador! las heridas de los árboles ni las arboledas o viñas, si no fuere en Africa, Cyrene o en Egipto. Corriendo de allí el viento, no ares ni hagas cosa alguna de cuantas havemos de mandar. De la parte de la línea que estuviere por los pies de la sombra, y mirare al mediodía, dará el viento ábrego que diximos llamar los griegos noto. Viniendo, pues, de allí el viento no tractes ¡oh labrador! {ni} la madera {ni} la viña. El de Italia es húmido o estuoso; en Africa causa incendios, con serenidad. A este {lado} miren los sarmientos de Italia pero no las llagas de los árboles o de las vides. De éste se guarde el que pone olivar cuatro días de las Vergilias; éste evite el enxeridor con sus púas, y el inoculador con sus yemas.

También conviene dar aviso de la misma hora de aquella región. No cortes ¡oh escamondador! las hojas de los árboles a mediodía. Cuando vieres ¡oh pastor! el sol sobre tu cabeza por el estío encogiéndose la sombra, recogerás el ganado a los lugares sombríos; cuando apascentares por el estío haz que miren al occidente antes de mediodía y después de mediodía al oriente; de otra manera sería dañoso. Como también en el himbierno y verano las guiases a lugares llenos de rocío se hincharían de légaña y morirían de cámaras. Ya te dixe arriba que no las apascientes contra el norte porque coxean dándoles este viento, aunque si has gana que se engendren machos será menester procures que se tomen hazia aqueste viento.



EL INTERPRETE


Algunos lugares castigamos en este texto conformándolos con la doctrina de los antiguos, de donde Plinio sacó esta suya, lo cual verá ser hecho conforme a razón el que lo considere y cotejare. Toda la doctrina deste capítulo se entenderá fácilmente si se leyere con atención y verificare en la figura de la margen.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2