CAPITULO XXVIII


De los prados, de su reparación, de las aguzaderas y hozes, y descripción de las mieses y estrellas


Siéganse los prados entrante junio, y aunque el cuidado que dellos se tienen y su lavor es fácil y poco costosa, pero requieren se diga dellos lo que se sigue. Hanse de aparejar en suelo fértil, húmido o regadío, y regarse con el agua llovediza que va por el camino, y es muy provechoso también a la hierba el arado, después igualar la tierra y desparzir la flor que se cae en el lugar donde se guarda el heno y de los pesebres, antes que se iguale. No se ha de regar ni pascer el año primero, antes de la segunda siega del heno, porque no se arranque la hierba o maltrate pisándola. Envejécense los prados y, por tanto, se deven renovar, sembrando en ellos havas, nabos redondos o mijo, y después el año siguiente trigo, y al tercero tornarle a dexar que se haga prado. Fuera desto, todas las vezes que se segare, lo que se les pasare a los que siegan el heno vayan otros cortando, por ser cosa muy dañosa nacer hierbas que hayan de sementar.

La mejor hierba para el prado es el trifolio, luego la grama, y la peor de todas, el mimulo. Son también las vainas de mala significación a los que siegan el heno y también es odiosa la equisetis, dicha ansí de la semejanza que tiene con las cerdas de los cavallos. El tiempo de segarlo es cuando comienzan a deflorecer las espigas y a hazerse robustas, y hase de segar antes que se seque. Dize Catón: “guárdate, no siegues tarde el heno, pero siégalo antes que la simiente se sazone”.1 Algunos lo riegan2 un día antes, cuando está en lugares regadíos, y es mejor segarlo en las noches que haya rocío. En algunas partes de Italia lo siegan después de la cosecha de las mieses.

De mayor costa fue esto acerca de nuestros antecesores, por traherse las aguzaderas de Candía y partes ultramarinas, sin conocer otras, y no aguzándose las hojas sino con azeite, y ansí andava el segador con un cuerno atado a la pierna por razón del azeite. Italia dio las aguzaderas que se cevavan con agua, y servían al hierro de lima, pero la aquaria se para luego verde. Dos géneros hay de hoces: las de Italia son más cortas, y tractables aun entre las espinas. Las heredades gálicas son menos costosas, porque cortan las hierbas por medio y dexan las menores. El segador italiano siega con la mano derecha baxa.3 Cosa convenible es segar en un día una obrada, y atar mil y 200 hazes de cuatro libras cada uno. Segado, se ponga al sol, y no se ahacine hasta que esté seco. Si no se guarda este precepto con diligencia es cosa averiguada exhalar por la mañana cierta ñebla y encenderse con el sol los postreros hazes. En segándose conviene tornar a regar lo que queda para que se corte el heno autumnal que llaman cordo. Córtase aun lo de Interamna, en Umbría, cuatro vezes en el año, hasta lo que no es de regadío, y tres vezes en otros algunos lugares, y después no hay menos provecho en el pasto que queda que en el heno que se segó. Este es el cuidado del ganado mayor, y multiplicación de los jumentos, y dar a cada uno su consejo, mayormente con la fértil ganancia de las cuadrigas.

Ya havemos dicho hazerse el solsticio en la octava parte del Cáncer, a 23 días de julio, éste es un grande quicio del año y cosa grande del mundo. Desde la bruma hasta él havían crescido los días por espacio de seis meses, y el mismo Sol subiendo hazia el cierzo y caminando por lugares arduos comienza a bolverse desde aquel término, y tornarse hazia el mediodía, haviendo de engrandecer las noches por otros seis meses, y quitar al día su medida.

Desde este tiempo se han de coger y guardar las fructas, y preparar contra el rigor del himbierno. Y fue cosa decente que señalase Naturaleza esta diferencia con certísimos indicios, los cuales puso en las manos de los mismos labradores e hizo que {las hojas} se bolviesen en el mismo día, y fuese esto nuestra muestra y señal del himbierno, sin que fuese menester ir a buscarlas a los bosques o montañas sin camino, entre los árboles silvestres y apartados, o entre los de la cibdad que solamente se crían en los jardines, aunque también se hallan en éstos. Buélvense las de la oliva que trahemos entre los pies. Buelven las de la teja provechosa para mil cosas. Buélvense las del álamo blanco aun después de casado con las vides. Y dize {Naturaleza}: “No se basta esto. El olmo tienes apoyando la vid; déste volveré las hojas que recojes para pastos. ¿Podas la vid? Advierte que aun ahí tienes la estrella: hazia otra parte miran al cielo que por do un día antes le miraron. Atas todas las cosas con sauce, que es el más baxo de los árboles, llevándole tú en altura la cabeza; también le bolveré a la redonda las hojas. ¿Por qué te quexas de ser hombre del campo? No queda por mí que no entiendas los tiempos y sepas las cosas celestiales. También daré señal a tus ovejas. Oye, pues, los gemidos de los palomos; no creas ser pasado el solsticio si no le vieres echado sobre los huevos, si no junto.”

Desde el solsticio hasta el ocaso de la Fidícula nace el Orion: a César, a 26 de mayo, y su zona; a Asyria, a tres del mismo, y a Egypto, el Procyón o Anticanis aestuoso por la mañana, el cual no tiene acerca de los romanos nombre, si no quisiéramos entender por él la Canícula o Can Menor, de la manera que se pinta en las estrellas y es, en gran manera, pertinente según que algo más abaxo diremos. A tres de mayo se pone a los caldeos la Corona por la mañana y en Attica nace todo el Orion en este mismo día. A 14 de julio dexa de nacer el Orion a los egyptios y nace el Procyón4 a Asyria a 17 de julio, mostrando luego otro día la estrella confesada de todos, casi en todas partes, que llamamos nacimiento del Canis, entrando el Sol en la parte primera de León. Esto se haze el día 23 después del solsticio. Sienten ésta los mares y la tierra y también muchas fieras, según lo diximos en sus lugares. Y no se le haze menos veneración que a las estrellas referidas por dioses; enciende el Sol y es grande causa de los calores. Pónese el Aguila en Egipto por la mañana a 15 de julio, y comienzan los vientos que llaman pródromos o precursores de los etesios, lo cual creyó César sentir Italia a 23 de julio. Pónese el Aguila por la mañana en Attica a 30 de julio. La Estrella Real que está en el pecho del León se oculta, según César, por la mañana, a seis de agosto. Medio Arcturo se pone a 11 de agosto. Comienza la Fidícula con su ocaso el otoño, según que éste lo anota, pero, según lo halló la razón verdadera, se haze a los ocho del mismo.

En este intervalo de tiempo se haze lo sumo de las vides, siendo aquella estrella que llamamos Canícula decretoria a las uvas, de donde se dize quemarse o ahornagarse, abrasados como con un carbón o ascua de uredine o abrasamiento. No se puede comparar con este mal el granizo, tempestades y otras cosas que no son parte para hazer en los panes carestía, porque aquellos son males de cualquier campo particular, pero el ahornagamiento de muy estendidas regiones, con remedio no dificultoso, si no quisiesen los hombres antes calumniar a Naturaleza que aprovechar ansí mismos.

Dízese que Demócrito,5 que fue el primero que entendió y mostró haver compañía y hermandad del cielo con la tierra, menospreciando este cuidado los más prósperos ciudadanos, entendiendo que havía de haver carestía de azeite del nacimiento de las Vergilias, por la vía que tenemos dicha y mostraremos más largamente, compró con grande ganancia, haviendo esperanza del suceso de una muy copiosa y próspera cosecha por toda la tierra, el azeite que halló, maravillándose mucho los que sabían ser más dado a la proveza y quietud de las doctrinas que a los bienes temporales. Y como pareció la causa y el grandísimo cierto de las riquezas, restituyó las mercaderías al pesar congoxoso y cobdicioso de los dueños, contento con sólo haver mostrado que le era fácil hazerse rico cada y cuando quisiese. Esto mismo hizo después Sextio, uno de los philósophos romanos en Athenas. Tanto lugar tienen las letras donde quiera las cuales mezclare con los negocios del campo lo más clara y distinctamente que pudiera.

Muchos han dicho que el rocío, quemado del rezio sol, es causa de añublo a las mieses y a las vides de ahornagamiento, lo cual tengo en parte por falso, y que toda ustión de las plantas se haze de solo frío, sin que dañe en ello el sol, y esto es claro al que advertiere. Porque lo primero se entiende no acontecer esto sino a las noches, y antes del ardor del sol, ya unctado, consta de la razón lunar, porque no acontece semejante daño sino solamente en la oposición de la Luna o en el interlunio entre vieja y nueva, que es cuando ella prevalece porque está llena en la una habitud y en la otra, según que havemos dicho muchas vezes, pero en el interlunio toda la lumbre que resabió del Sol la derrama por el aire. La diferencia de estas dos disposiciones es muy grande pero manifiesta, porque en el interlunio, por el estío, es calidísima, y frígidísima por el himbierno. Por el contrario, en la oposición, por el estío, haze las noches frías, y por el himbierno de algún calor. La causa desto es evidente, pero diversa de la de Faviano y otros autores griegos, porque por el tiempo del estío es necesario que en el interlunio, como el Sol corra por círculo cercano a nosotros, resplandezca con su fuego recebido más de cerca, y la misma, por el himbierno, en el tiempo de la coniunctión, diste cuando también el Sol se aparta. Iten, es necesario que en la oposición en tiempo de estío se aparte lexos estando opuesta al Sol, y en el himbierno se allegue a nosotros por el círculo estival luego, siendo de suyo llena de humor cuando esta fría, infinito es lo que en aquel tiempo congela la elada que cae.

Y lo primero de todo es menester traigamos a la memoria que nos vienen del cielo dos diferencias de daños, una que llamamos tempestad, en que se encierran granizo, procella o viento con aguas, y otras desta manera, las cuales cuando acaecen se llaman fuerza mayor; éstas salen de estrellas hórridas, según lo tenemos dicho muchas vezes, como el Arcturo, Orion y Hedos. Otras son las que sin ruido del aire y en noches serenas acontecen sin que nadie lo sienta, hasta que se hayan hecho públicas, y muy diferentes de las pasadas, las cuales llaman unos rubigo o añublo, otros uredo o ustión y otros carbúnculo, y todos esterilidad. De éstas diremos al presente, pues nadie ha hasta agora dellas hablado, y referiremos primeramente sus causas.



EL INTERPRETE


1(Antes que la simiente se sazone). Ansí leo del mismo Catón y de la razón, pues nunca se dexan granar los pastos porque no desfruten la tierra o ellos se paren duros. 2(Algunos lo riegan). Exemplares hay do se lee esta cláusula ansí: Quidam pridie rigant ubi non sunt rigua noctibus roscidis secari melius. 3(Con la mano derecha baxa). Porque no leo una sino ima. 4(Nace el Procyón). Tres cosas me parece dezir al propósito desta estrella, no llegadas de otros al cabo, para que dellas conste cuál sea ésta que Plinio haze mención en este lugar. La primera, qué estrella da nombre y fuerza a los caniculares. La segunda cuándo nace aquélla y se pone con el Sol. Y la tercera y última cuándo comienzan y se acaban estos días y qué razón y autoridad haya para ello. Es, pues, la estrella que haze las caniculares la Canícula, que está en la boca de la constelación llamada Canis Mayor, y no el Procyón o Can Menor o alguna estrella particular de su asterismo. Ansí lo siente Proclo en su Sphaera diziendo: {ilegible en el texto}, donde nos significa que una estrella que está en el asterismo del Procyón, resplandeciente, se llama también Procyón, y otra que está en la boca del Canis Mayor, también resplandeciente, que causa el grande calor de los caniculares, se dize también Canis, como su asterismo o constelación. Esto mismo quiso Galeno en su libro primero De morbis vulgaribus y comentario primero, donde dize: porro non caret admiratione, et est investiganda causa cursit praeteritus in sermone stellae ortus illustrissimae quae in aestatem incidit Caniculae vocitatae a latinis a graecis {...} hunc aliqui nomine ab utentes totius syderis Canem etiam nominant at qui Cani universo syderi est nomen illi vero qui in eius est mandibula Caniculae quam recte anti-Canem, non Canem appelles. De donde se entiende ser la Canícula, de opinión de Galeno, la que está en la mandíbula o boca del Canis Mayor, aunque dize que se llamaría bien {en blanco en el texto}, que ansí está en el griego o Anticanis. Confirma este parecer M. Varrón, el cual en su Agricultura escrive haver desde el solsticio hasta la canícula 40 días, donde no puede hablar sino de Syrio, no del Procyón, por venir bien esta cuenta con el nacimiento de la Canícula, que era (como diremos) a 19 de julio, poco más o menos, en Roma, en su tiempo, y no ansí con el Procyón que salía a los 14. El intérprete de Arato, sobre los versos que comienzan cum tetigit solis radios, et accenditur aestas, dize lo mismo hablando desta estrella y por estas palabras: Syrius stella est in medio centro coeli, ad quam cum sol accesserit duplicatur calor ipsius et languore afficiuntur corpora humana Syrium autem vocatum stellam putant propter flammae candorem, latini autem illam Caniculam vocant, unde et dies caniculares dicuntur quin quando sol in ipsa est, pestifera est, sed proqualitate ad iacentium commutatur, y más abaxo dize de la misma: Canis autem lcari, qui ululans ante pedem pendentis virginis mortuus est, ad Stycion nominatur quod nos Canis stellam dicimus, qui ob eandem causam quando exoritur summan pestilentiam hominibus facit, habet autem stellas in capite, unam quae Isis dicitur claram in lingua unam quam Syrium vel Canem vocant, quae magna est et splendida, in colorias, in singulis humeris singulas obscuras, in pectore claras duas, in anteriori pede sinistros tres in dextro unam claram, in extremo supra dorsum tres, in ventre duas, in sinistro femore unam, in posteriori pede sinistro unam, hoc signum inter hyemalem tropicum et arcticum subterraneum qui australis vocatur, y aunque sea ansí que Ptolomeo atribuye, en el libro octavo de su grande composición, y el rey don Alonso, a esta constelación 17 estrellas, otros 18 y otros 19, no es por eso constelación diversa porque callan éstas algunas de las más obscuras, de las cuales el sobredicho intérprete ninguna dexa de contar. Lo mismo es en el Procyón, a quien los sobredichos autores dan dos solas, como Hyginio, según que diremos, le atribuya tres, y no son sólo éstos los que sienten esta verdad que pretendemos probar, mas todos casi los modernos astrólogos conspiran en ella, y entre otros Joachino Sfortia, antverpiano, mathemático célebre, el cual no sólo la favorece pero redarguye de error a los que han sentido lo contrario. Pero qué diremos que Hyginio en el libro segundo de su Poético astronómico dize llamarse el Canis, que por su apelación y species dezimos Canícula, Procyón, a causa de salir antes del Canis Mayor. No cierto otra cosa, sino que como esta estrella esté en la boca del Canis Mayor y preceda en su orto a toda la constelación, agradó ni más ni menos a éste que a Galeno que se llamase Procyón, puesto caso que el mismo autor en lo de signis caelestibus ponga dos estrellas diferentes de las cuales llama a la una Canis Mayor y a la otra Procyón, o Anticanis. De aquí, por ventura, vino confundir algunos autores estas dos constelaciones y principalmente a nuestro autor, el cual, hablando de la Canícula, la llama unas vezes Canis y otras Procyón, como verá el que pasare los ojos por los lugares en que habla de ellas. Vino, ansimismo, esta confusión de ser semejantes en malicia, de ser tan cercanos y del nombre de Syrio que ambos tienen, pero realmente son diferentes, y de la que se entiende hazerse los caniculares es la que está en la boca del Canis Mayor, según que lo havemos largamente probado. Lo que toca a tiempo de su nacimiento y ocaso es cosa clara ser diverso en diversos tiempos y latitúdines, y ansí se halla en los autores antiguos diferente, por eso no curaré dezir en esto lo que ellos dizen, sino remitiré al lector a las tablas que al fin deste libro ponemos, calculadas para el año de 60 y para el tiempo de Ptolomeo, que difiere poco del de Plinio, y esto no en una sola latitud, donde hallará el lector todo cuanto en este caso puede desear. Según lo cual podremos ya pasar a lo tercero que propusimos, conviene a saber, a declarar cuándo entran y cuándo salen los caniculares, y cuál sea la razón particular dellos. Opinión es de algunos que entran al día que la Canícula nace con el Sol y duran hasta que pasa este mismo Sol de la imagen del signo de León, y todo el signo de León del primer móvil, que se viene a cumplir dentro casi de 41 días, y dizen ser la causa de su insalubridad y grande calor, ansí el influxo de la Canícula como el ayuda que hazen las estrellas que por todo este signo el Sol pasa, las cuales son comúnmente de naturaleza de Saturno y Marte. Peto yo no sé por qué causa, acercándose el Sol a esta estrella, no causará los mismos daños por su vezindad que después que della se aparta principalmente precediendo estrellas de no menos dañosa naturaleza. También se seguiría deste parecer que durasen los caniculares desde 19 de julio 40 días adelante que es hasta fin de agosto, en el cual tiempo experimentamos mayor templanza y salubridad que en los 20 días que preceden al nacimiento de la Canícula, aliende de que sería muy diferente de la opinión común que suele no ser del todo vana, más que Hyppócrates y Galeno y los demas médicos dizen hazerse estos daños al tiempo deste exorto y antes de lo cual, si no sirve para que creamos ser mayor el daño y calor antes que después, a lo menos muestra no ser más después que antes. Y ansí Galeno parece expresamente sentir que los caniculares son 20 días antes y 20 después del nacimiento desta estrella con el Sol, porque dexado que Galeno en el libro segundo De alimentorum facultatibus y en el comentario primero del libro primero, De las epidemias y en el tercero comentario, aphorismo catorce, divide el año, conforme el parecer de Hyppócrates, en siete partes, conviene a saber, verano, otoño, primera parte del himbierno, llamada semente, segunda bruma y tercera dicha phytalia, primera parte del aestío, que es desde el nacimiento de las Pléyades hasta el orto de la Canícula, dicha ora, de donde se dixeron las fructas orarias, y la postrera desde este orto hasta el de Arcturo. Dize Galeno en el libro De puero epileptico, hablando del secar de la Scylla, id autem facere soleo ea anni parte in qua caniculam exoriri omnes aseverant Graeci quadraginta autem huiusce modi sunt dies viginti quidem ante totidemque post exortum, los cuales es averiguado ser los que llaman caniculares y ansí lo afirman modernos que declaran este lugar. Y no es sólo este texto en que parece afirmarlo, porque en el libro segundo de De compositione medicamentorum per genera, capímlo IX, dice: Hoc fit diebus viginti sub caniculae aestibus, do se ve entender 20 antes y 20 después. Y en comentario quarto y texto 44 De morbis vulgaribus, dize: valde calidis temporibus qualia sunt prope Canis ortum avene sectione cavemus, pero que diremos a lo que dize este mismo autor en el capítulo XIV del libro primero De arte curativa ad glauconem, por estas palabras: ipsa praeterea ambientis aedis temperies loco accidentis cuiusdam havenda quando exquisite calida et sicca fuerit qualis est tempore medio inter Canis ortum et Arcturi, de donde se entiende ser los caniculares, de opinión de Galeno, en el tiempo que antecede al nacimiento de la Canícula y Arcturo. Pero está claro no negar Galeno preceder otros tantos días desta naturaleza antes dar a entender que, entre éstos, los de mayor calor y sequedad son los que están entre el orto de la Canícula y el Arcturo, y esto es lo que en esta dubda siente, sin dubda ninguna, Galeno. Yo, por conformarme con la opinión vulgar en que se tiene por cierto que los caniculares duran desde 10 de julio hasta 20 de agosto, tomando 20 días de cada uno destos meses, y ser realmente este tiempo el más calido de todo el año, proporné mi coniectura; el lector la moderará con su erudición y prudencia y es sacada de lo que Plinio y otros autores dizen. Que los vientos etesias o aniversarios comienzan a correr ocho días antes que entre el sol en la Canícula y duran 40 días después y esto para templar el calor doblado deste tiempo. Parece pues de aquí que los caniculares podrían comenzar con ellos, pues los crió Naturaleza para templar el calor excesivo de aquel tiempo, y Plinio afirma en estas palabras que el calor destos días lo es. No es esto contra razón, pues no es mucho alcance a estos ocho días el calor desta estrella, y el calor y daño de las demás del signo de León que diximos, y que por estar más orientales se detenga más después del orto de la Canícula este daño, principalmente cuadrando este orden con la opinión común, porque entrando en la Canícula el Sol a 19 de julio y comenzando los caniculares ocho días antes, casi vienen a comprehender 20 días de julio y otros 20 de agosto. Pudiéranse traher a este lugar, de autoridad de médicos y philósophos, los grandes daños que causa en los cuerpos humanos esta estrella, las admirables afectiones que causa a las cosas naturales ansí animadas como sin ánima, y aun confirmarse con más razones mi parecer, pero por no exceder los límites de comentario no quise pasar más adelante en aqueste intento. 5(Dízese que Demócrito). Otros leen Thales, y no sin razón.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2