CAPITULO XXV


De la división de las estrellas en las noches y en los días


Lo primero de todo,1 apenas se puede explicar la razón de los días del año y del movimiento del sol. A 365 añaden también la cuarta parte intercalar del día y de la noche, y de aquí es que no se pueden enseñar los ciertos y preciosos tiempos de las estrellas. Allégase a esto la notoria obscuridad de las cosas, anticipando algunas vezes, y no en pocos días, el significado de los temporales que llaman prochimasim los griegos y, otras, detardando, que llaman los mismos epichimasin y muchas vezes mostrándose, ya más tarde, el efecto del cielo en la tierra. De donde oímos vulgarmente dezir que buelta la serenidad ha hecho la estrella su curso.

Aliende desto, como todas estas cosas consten de ciertas estrellas fixas en el cielo, suceden por su movimiento granizos y aguas, y éstas no con efecto liviano según que lo havemos enseñado, y perturvan el orden de la concevida esperanza. Y porque no creamos acontecer a nosotros solos, cierto es engañar también a los demás animales, y que en esta parte son de mayor sagacidad, como aquello en que consiste su vida. Y matar las aves del estío los fríos que anticipan su tiempo y sazón, y a las del himbierno los calores. Y por tanto manda Vergilio que se sepan también los cursos de las estrellas erránticas, amonestando que se tenga cuenta con el paso de la estrella fría de Saturno. Algunos {dizen} ser indicio fortísimo del verano la venida de las mariposas, por la flaqueza deste animal, pero notose en el mismo año que escrivíamos esto haver muerto éstas después de venidas tres vezes, sobreviniéndoles otras tantas frías. Y también haver trahído las aves estrangeras hasta seis días antes del mes de hebrero esperanza del verano, siendo después combatidas de muy terrible frío.

Cosa es, lo primero, dubdosa pedir leyes del cielo y después buscarlas por argumentos y razones. Y sobre todo la convexidad del mundo y del globo de las tierras, mostrándose una misma estrella en diversos tiempos a gentes diversas, de donde es que su causa no vale en todas partes en unos mismos días. Augmentaron ansimismo la dificultad, los mismos autores, observando los nacimientos y ocasos de las estrellas en diferentes lugares y regiones, y aun a ratos enseñando en unos mismos contrarias y diversas cosas.

Ha havido tres sectas, chaldea, egiptia y griega. A éstas añadió la cuarta C. César, dictador, bolviendo y restituyendo al curso del sol cada uno de los años, ayudado de Sosigenes, perito en esta facultad. Y esta misma corrección se tornó otra vez a corregir, entendido, andando el tiempo, el engaño, de manera que en 12 años continuos no se intercalase porque havía comenzado el año a esperar las estrellas como primero las precediese. Y aun el mismo Sosigenes, aunque fue más diligente que los otros, no dexó en tres comentarios que escrivió sobre ellos dubdar corrigiéndose ansimismo. Escriven los autores las cosas que ponemos en este volumen en que pocas vezes convienen los unos con los otros. Menos es esto de maravillar en los demás, a quien escusa la diversidad de las regiones. Pornemos agora una discordia de los que difirieron en una misma región por causa de exemplo.

Hesíodo dize que nacen las Vergilias con nacimiento matutino (porque una astrología anda debaxo de su nombre) por el tiempo del equinoctio del otoño. Thales afirma que 25 días después del equinoctio; Anaximánder, 29; Euctemon, cuatro, y nosotros seguiremos la observación de Caésar y esta sera principalmente la cuenta de Italia. Pero diremos también las opiniones de los otros porque no somos intérpretes de una sola tierra, sino de toda la naturaleza de las cosas, no allegados en esto los autores, porque se gastarían en esto muchas palabras, pero las regiones. Los lectores se acuerden, a causa de brevedad, que cuando nombraremos a Attica entendemos también las islas Cicladas del mar Negro; cuando a Macedonia, a Magnesia y Thracia, y cuando a Egipto, a Phenice, Cypro y Cilicia, y cuando a Beotia, a Locris, Phocis y las regiones comarcanas; cuando el Hellesponto, al Chersonesso y tierra firme hasta el monte Athos; cuando a Ionia, a Asia y sus ínsulas; cuando a Morea, a Achaya y las tierras que están hazia el poniente; cuando Chaldea, a Asyria y Babilonia, y nadie se espante que callemos a Africa, las Hespañas y Gallias, porque en éstas ninguno ha observado los nacimientos de las estrellas. Aunque tampoco en aquellas tierras será su conocimiento espantoso a causa de la división de los círculos que hizimos en el sexto volumen, por la cual se entiende el prentesco {sic} del cielo, no sólo de las gentes, pero también de cada una de las ciudades conocidas destas tierras que nombramos, tomada la latitud del círculo que pertenece a las tierras que cada uno busca y a los nacimientos que en ella hazen las estrellas por las sombras iguales de todos los círculos.

Hase también de mostrar que tienen los temporales sus ardores de quatro en quatro años, y bolver los mismos con grande diferencia por razón del sol, y que sea creciente de ocho en ocho rebolviéndose la centésima luna y todo esto se haze observado de tres maneras: por el nacimiento y ocaso de las estrellas, y por los puntos cardinales de los mismos tiempos. Los ortos y ocasos se entienden de dos maneras, porque o se ocultan las estrellas y dexan de parecerse, por razón de allegarse a ellas el Sol, o por apartarse della se parecen, y éste con mayor razón se havía de llamar emersión que nacimiento o exorto, y el otro escondimiento y ocultación antes que ocaso. De otra manera, el día que comienzan a aparecer o dexan naciendo o poniéndose con el sol, llamándose matutinos o vespertinos, según que a cada uno de ellos acontecen por la mañana o entre dos luces. Desean por lo menos estos intervalos de nueve partes {tres cuartos} de hora antes que salga el sol o después que sea puesto para que puedan verse; fuera desto algunas nacen y se ponen dos vezes. Y toda nuestra plática es de las que diximos estar fixas en el cielo.

El punto cardinal de los tiempos consta de la división del año en quatro partes por el augmento del día. Cresce éste desde la bruma e iguálase con las noches por el equinoctio del verano en 90 días y tres horas. Dende ahí en adelante es mayor que la noche, hasta el solsticio 92 {días} y 12 horas;2 después se disminuye hasta el equinoctio aucturnal por 91 días y 12 horas, y entonces, igualado el día, procede desde él hasta la bruma por 92 días y 3 horas.3 Las horas se entienden al presente en toda acessión equinoctiales, no de cualquier día, y todas estas diferencias se hazen en las octavas partes de los signos. La bruma de Capricornio casi hasta siete días antes de las Calendas o del primero día de enero. El equinoctio de Aries, el solsticio de Cáncer, el otro equinoctio de Libra, los cuales días pocas vezes no tienen significación de temporales y aun estos cuatro puntos del año se dividen otra vez en artículos de tiempos. Todos por la mitad de los espacios de los días, porque entre el solsticio y el equinoctio del otoño da principio al otoño el ponerse de la Fidícula en el día 46,4 pero desde este equinoctio hasta la bruma da principio el himbierno, el ocaso matutino de las Vergilias en el día 44,5 entre la bruma y el equinoctio. A 45 días da principio al verano el viento favonio y desde el equinoctio del verano el exorto matutino de las Vergilias en el día 46.6

Al estío nosotros comenzaremos de la sementera del trigo, quiero dezir del ocaso matutino de las Vergilias, ni se deve cortar esta cosa o acrescentarse su dificultad con hazer mención de pequeñas estrellas, como la demente estrella de Orion sea parte de los mismos días por largo espacio. Algunos anticipan los tiempos del sembrar y siembran desde los once del equinoctio del otoño las mieses, viniendo el nacimiento de la Corona por días continuos con cierto indicio de lluvias. Xenophón no {quiere se siembre} antes que dios diere señal y Cicerón declara ser ésta las primeras aguas del mes de noviembre, como no sea el verdadero tiempo de sembrar antes que comiencen a caerse las hojas de los arboles, y esto creen hazerse con el mismo ocaso de las Vergilias. Algunos la observan hasta seis días, como diximos, de noviembre, por ser esta estrella también Vestidura del Regatón7 y es muy fácil de observar en el cielo. Ansí que de su ocaso coniecturan la venida del himbierno los que negocian con el suceso de los temporales: con ocaso nubloso prognostica himbierno de muchas aguas, y ansí encarecen luego los precios de las ropas de agua o lacernas, y por sereno, áspera, y acrescientan el de las demás vestiduras.

Mas el labrador que ignorare las cosas del cielo tenga esta señal: mire entre sus espinas y tierra, y cuando viere caídas las hojas entenderá mostrarse la templanza del año en unas partes más tarde y en otras más presto. Porque ansí se siente según la naturaleza del año y del lugar, y lo que tiene en esta razón más fuerza es que la misma es universal en todo el mundo y propria a cada lugar. Maravillarse ha desto el que no traxere a la memoria que el poleo floresce en el mismo día de la bruma en los lugares do se guarda la carne; tanto es verdad no haver querido naturaleza que huviese encubierta alguna cosa, y ansí dio también esta señal de sembrar. Esta es la verdadera declaración que trahe consigo el argumento de Naturaleza, porque ansí quiere se acometa la tierra y apromete cierta manera de estiércol, y manifiesta cubrirse contra los yelos, vientos y tierra de sí misma y amonesta que se den prisa. Y ansí Varrón manda celebrar esta observación en el sembrar de las havas. Otros dizen que se deven sembrar estando llena la Luna, y las lentejas desde el 25 hasta 30 {día}, y la vicia en los mismos días de la Luna, y que desta manera no la maltractarán caracoles. Algunos la mandan sembrar ansí para pasto, pero para simiente {en} la primavera.

Hay otra manera más manifiesta y de mayor providencia de naturaleza acerca de la cual trahiremos el parecer de Cicerón, poniendo luego sus mismas palabras: lam vero semper viridis semperque gravata lentiscus triplici solita est grandescere faetu ter fueges fundens tria tempora monstrat arandi, que quiere dezir: “el lentisco que siempre está verde y preñado suele engrandecerse con tres conceptos y, dando tres fructos, muestra tres tiempos de arar”. De las cuales cosas, ésta una será la misma en el sembrar del lino y dormideras. Catón habla ansí: “las varas y sarmientos que en la sementera te sobran, quémalas en la mies; en haviéndolas quemado, siembra las dormideras silvestres”, las cuales son de provecho admirable cozidas en miel para remedio de la garganta, y tienen fuerza de provocar sueño también las {dormideras} hortelanas.

Y esto baste de lo que toca a la sementera del himbierno.



EL INTERPRETE


1(Lo primero de todo). Refiere aquí Plinio algunas causas que explican por que no se puede tener precisa cuenta, para exercicios y executión de las obras rusticanas, con los nacimientos y ocasos de las estrellas. Y la primera de todas en no acabarse de concordar y concertar los días del año con el movimiento del sol, de donde vino la castigación de César y la que agora sería necesario, por los demasiados minutos que se le añaden, hazerse; pero desto hablamos cuanto fue necesario en la explicación del libro. La segunda, anticipar muchas vezes la significación de los temporales del año que llaman los griegos prochimasis, y posponer otras que llaman epichimasis, lo cual hazen algunas veces por consistencia, otras por aparencia, y otras por exhalaciones. La tercera, perturbar algunas estrellas fixas con su movimiento el orden haziendo granizos y aguas, en lo cual dize haverse observado engañarse no sólo los hombres, pero otros animales sin discurso y razón que con instincto natural suelen tener pretensión y conocimiento de los tiempos que tienen de suceder. La cuarta, no nacer ni ponerse en todas regiones o latitúdines unas mismas estrellas en unos mismos días y horas, según consta aun a los muy principiantes astrónomos. La quinta, hablar los autores de los ortos y ocasos de las estrellas en diversas regiones, y la sexta serán en unas mismas discordes y diferentes. Puédense añadir a estas causas otras muchas que hazen inútil esta doctrina, como es la variedad que nace de la diversidad de los tiempos y la que proviene de las diferencias de las regiones, pues hay algunas, según que lo vemos y experimentamos, donde se ha de sembrar cuando en otras se coge, y aun hay lugares donde se goza cada año de quatro sementeras y de otros tantos fructos, y otras de donde ni se puede sembrar ni coger el discurso del año. Lo cual, aliende de la diversa obliquidad de la eSphaera, acaece también por las diversidades del suelo y diversidad de montes, mares, lagos y otras cosas semejantes que diremos; de la diversa latitud que se les recrece del movimiento de la trepidación de los diversos nacimientos y ocasos. Que entienden sus doctrinas los autores unas vezes hablar del cósmico, que por la mayor parte entiende Plinio, otras de la chrónico o nocturno, y otras del emberso y ocultación que a las estrellas fixas acontece en el heliaco, sino que toda esta doctrina está llena de confusiones y de marañas, por lo cual, ora sea el conoscimiento del nacer y ponerse destas estrellas necesario para exercitar la lavor y otras obras semejantes, ora no lo sea tanto, a lo menos para el verdadero conocimiento dellos será necesario tome cada uno en su región o por astrolabio y globo, u otro instrumento necesario, verdadera noticia de lo que pasare al presente en su región y latitud, o si quisiere saberlo en las agenas o en los tiempos advenideros o lo que precedió en los pasados por el cálculo Iohanes de Monterregio, según el cual, por aliviar el fastidio dellos a los lectores y para el verdadero entendimiento de Plinio, ayudados de la diligencia y cálculo del Dr. Arroyo, varón muy docto en astrología, phísica y medicina, hezimos tablas por las cuales quienquiera pueda fácilmente entender, sin otra declaración que en los comentarios se hagan, en qué tiempo fueron los nacimientos de las estrellas en tiempos de Ptolomeo y Plinio, que fueron casi en una edad en latitud de 42 grados, porque sirvan también a Roma, donde esto se escrivió, y en qué tiempo nacen agora en este año de 60, en la misma latinid, y en la de 40 y 44, porque sirvan también a Toledo y ansí nos libraremos del enfado de declararlo en los comentarios de tantas y tan a cada paso repetidas estrellas, las cuales pondremos al cabo deste libro que es donde principalmente servirán con los días ciertos de los solsticios y equinoctios, do se entienda cuándo fueron, son y serán por el tiempo que quisiéremos saberlo. 2(92 días y 12 horas). Ansí leo del mismo Plinio, el cual en este libro más abaxo cuenta desde el equinoctio del verano hasta el solsticio 91 días y desde el solsticio hasta el equinoctio autumnal 92. Iten de la razón del cálculo que lo demanda. 3(92 días y 3 horas). Ansí leo, porque de otra manera no se haría devida suma de los 365 días del año y seis horas, lo cual el mismo Plinio luego favorece. 4(En el día 46). Ansí leo, porque desde el solsticio hasta el equinoctio del otoño hay 92 días y poco antes dixo: rursus hic ardines singulis etiam num articulis temporum dividuntur per media omnes dierum spatia. 5(En el día 44). Leo ansí del mismo Plinio en el capítulo XXVII del libro segundo, donde dize: post id aequinoctium diebus fere quatuor et quadraginta Vergiliarum occasus hyemen inchoat. Repite lo mismo en el libro presente, más abaxo.

6(En el día 46). Leo ansí porque el equinoctio verno, según dirá Plinio, es siete días antes de las primero de abril o a 25 de marzo, y el exorto matutino de las Vergilias es a diez de mayo, y ansí havrá, desde 25 de marzo hasta diez de mayo, 46 días. Fuera desto, desde el equinoctio verno hasta el solsticio hay 92 días, cuya mitad son 46, y mostró poco antes dividirse los quicios del año en los artículos de sus tiempos por los medios espacios de sus vías. 7(Vestidura del Regatón). Ansí traslado vestis institoris. Es ésta la constelación las Vergilias, llamada ansí porque, como algunos dizen, en el mes de noviembre, quando ellas se ponen, hazen coniectura del himbierno, denunciando el himbierno no llovioso quando si fuere su ocaso ñubloso, y si sereno denunciándoles áspero.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2